Capítulo 6: Un nuevo día y un nuevo comienzo
La luz del sol se filtraba a través de la ventana y, poco a poco, fue penetrando en mi mente dormida, arrancándome de los brazos de Morfeo. Taichi aún duerme a mi lado. Mi cabeza está apoyada sobre su pecho y puedo sentir su respiración acompasada y tranquila. Durante unos minutos más, dejo que la sensación de paz me embargue, después, con sumo cuidado para no despertarlo, me retiro y bajo de la cama. Al sentir que me retiro de su contacto, Tai gruñe un poco y se remueve. Lo miro con amor. Allí, dormido entre las sábanas, parece tan vulnerable. Lentamente, me acerco a él y rozo sus labios con los míos. Tai suspira tranquilo y adopta otra postura.
Aún medio dormido, busco mis boxers por la habitación (no recuerdo donde cayeron la noche anterior) y me los pongo. Luego salgo del cuarto. La casa está vacía e iluminada. La madre de Tai está ya trabajando y Kari aún no ha llegado. Miro un reloj de pared: las 915 AM. Entro en el servicio y me aseo un poco, lavándome la cara y ordenando mi cabello, más enmarañado que de costumbre. Acto seguido, bajo las escaleras, que dan al salón. Todo esta limpio y ordenado. Desde luego, la madre de Tai es diligente con la limpieza de la casa.
Me dirijo a la cocina y me pongo a preparar un buen desayuno. Tanto Tai como yo necesitamos reponer fuerzas después de lo de anoche. Sonrío para mí mismo mientras le doy la vuelta a las tortitas. De improviso, unos brazos me rodean la cintura.
- Buenos días - dice suavemente una voz detrás de mí
- Buenos días, Tai le respondo, a la par que me giro y lo beso -. ¿Has dormido bien?
- De maravilla responde animado Uhmm eso huele muy bien dice, mientras lo olisquea
- Pues sabe aún mejor le digo con algo de orgullo
- Jeje, eso espero, ¡estoy hambriento! Voy a poner la mesa dice, y empieza a sacar los cubiertos
Desayunamos sin prisas, hablando y riendo, recordando nuestras aventuras en el mundo digital y a nuestros digimon, a los que hace tiempo ya no vemos. A decir verdad, muchas veces echo de menos a Gabumon, como supongo que Tai añora a Agumon.
- Estaba buenísimo, Matt dice Tai satisfecho y se palmea el estómago eres un gran cocinero.
- Gracias, he ido aprendiendo con el tiempo, mi padre no siempre está en casa y no puedo vivir a base de congelados y comida instantánea
- Pues me parece que a partir de ahora voy a desayunar en tu casa ríe él
- Tendrás morro ¡Ahora resulta que sólo me quieres por mi comida! ¿Verdad? le acuso con una sonrisa sarcástica
- Por eso y por lo bien que te sientan mis boxers dice él, sin apenas poder contener la risa
- ¿Uh? bajo la mirada hacia mis piernas y me doy cuenta de que, efectivamente, son sus boxers los que llevo puestos. La sangre se agolpa en mis mejillas. Los hombros de Tai empiezan a temblar y de pronto estalla en carcajadas
- ¡Desde luego, cuando te levantas no sabes ni donde estás! ¡Anda que ponerte los calzoncillos de otro! exclama entre risas. Pronto mis carcajadas se unen a las suyas.
- Pues la verdad es que no me sientan mal, creo que a partir de ahora los comprare ajustados digo, haciéndome el presumido. Un nuevo ataque de risas nos derriba de nuestro asiento. El día ha comenzado maravillosamente.
- Una idea fantástica corrobora él, con una mirada apreciativa Hmm oye, tengo un poco de frío y me gustaría ponerme algo dice. Está totalmente desnudo.
- Oh, perdona, iré a buscar los míos le digo, un poco cortado, y me dirijo a mi habitación.
- No tan rápido dice de pronto, y sólo el tono de sus palabras me detiene -. Al menos déjame los míos aquí
- Bueno, vale un poco desconcertado por su actitud, me dispongo a quitármelos.
- Deja, ya lo hago yo dice con tono sensual. Ahora comprendo su juego, y sonrío
Se acerca a mí con la mirada brillante. Cuando estamos frente a frente, se agacha y posa las manos sobre mis caderas. Suavemente, desciende un poco, rozando a penas mi piel, lo que me produce un agradable cosquilleo, y cuando llega a la goma, introduce dos dedos bajo ella y tira hacia abajo. La prenda resbala por mis piernas y cae al suelo.
- Eres tan hermoso susurra. Entonces posa una mano sobre mi hombría y comienza a acariciarla. Qué sensación tan deliciosa. La sangre pronto se agolpa en mi miembro, provocándome una gran erección. Ante tal vista, el no tarda en excitarse también.
- Tú lo eres más le digo yo, admirando una vez más su piel ligeramente bronceada por el sol. Unas cuantas hebras de cabello castaño le caen sobre los ojos, de mirada profunda e igual color. En ese momento le tomo de la mano y le conduzco hasta el sofá, donde él se tumba. En vez de sentarme junto a él, me arrodillo, quedando a la misma altura que su masculinidad. Sin pensarlo dos veces, tomo su miembro y lo introduzco en mi boca. Tai deja escapar un quedo gemido. Empiezo a moverme a lo largo de él, succionando poco a poco, repasando cada pulgada de su hombría. Recorro su longitud con mi lengua, deteniéndome en sus bolas y masajeándolas con mi lengua, provocando en él algunos gritos quejumbrosos.
Su erección aumenta en tamaño y dureza a la par que yo incremento el ritmo, disfrutando con el honor de tener tal miembro entre mis labios y esforzándome al máximo por provocarle placer. Él empieza a mover las caderas, complementando mis movimientos.
- Matt haz que pare este placer, te lo suplico ruega él entre jadeos. Aumento la velocidad y la fuerza de mis movimientos, haciendo que el grite más y más, hasta que por fin obtengo mi premio y mi boca se llena de un espeso y cremoso líquido, a la vez que Tai emite un grito de placer. Tras varias descargas, su cuerpo tenso se relaja y vuelve al estado de reposo Matt, has estado increíble. Nunca había sentido algo igual a esto.
- Quería que disfrutaras todo lo posible le digo con una sonrisa, mientras beso su vientre y su pecho.
- Ahora es mi turno corresponderte dice de pronto, con un ribete de decisión en su voz. Fijo mis ojos en los suyos y su mirada me hace comprender lo que quiere decir.
- Tai, no es necesario - empiezo
- Hazlo dice él con firmeza
- No creo que
- Hazlo repite. Finalmente, tomo una decisión
- De acuerdo respondo Ahora vuelvo digo, y me dirijo hacia las escaleras. Entro en el cuarto y busco la pequeña cajita. Cuando la encuentro, saco un sobrecito de plástico de su interior y vuelvo al salón.
Taichi se encuentra recostado en el sofá en una postura más que sugerente, con un brazo echado sobre el vientre y otro tras la cabeza, que está apoyada en un cojín. Su mirada brilla por la lujuria.
- ¿Estás listo? pregunta
- Tanto como tú lo estés- contesto
- Entonces, ven a mí ordena Escucha, quiero que entres tan rápido y profundo como puedas. Quiero sentirte en mí con la máxima intensidad posible.
- Tai, puedo hacerte daño, también es mi primera vez - repongo, dudoso
- No importa, sé que puedo aguantarlo su voz transluce una firmeza inamovible. Entonces, su tono y su mirada se dulcifican Sé que contigo puedo soportar cualquier cosa.
- Gracias por tu confianza le digo agradecido Voy a hacerlo, prepárate.
Entonces, él cambia de postura, mirando al suelo y doblando las rodillas, a la vez que separa un poco las piernas y levanta las caderas, dilatando así su entrada. Allá voy anuncio. Me acerco a él de rodillas y presiono un poco sobre su orificio. Entonces, con un rápido movimiento, entro totalmente en él, impulsando mis caderas hacia delante, hasta que chocan contra sus nalgas, produciendo una palmada al hacerlo.
Durante un momento, todo queda en silencio. Pero a los pocos segundos, cuando toma consciencia del dolor que ha hecho presa en él, Tai emite un grito prolongado y desgarrador y las lágrimas escapan de sus ojos. Preocupado, temiendo haberle hecho daño de verdad, me inclino sobre él.
- Taichi, ¿te encuentras bien? le pregunto, al borde de la desesperación. Él no contesta nada. Todo su cuerpo está en tensión - ¿Tai?
- ¿A qué esperas? Le oigo gruñir al cabo de unos segundos Continúa, puedo soportarlo. Dejo escapar un suspiro de alivio.
Poco a poco, inicio un movimiento de ida y vuelta, largo y profundo, tal y como él me ha pedido. Mis caderas chocan una y otra vez contra sus nalgas, produciendo ruido al impactar. Al principio, Tai emite un grito cada vez que me hundo en él, pero poco a poco noto cómo su tensión se relaja y me hace más fácil el movimiento. Él éxtasis empieza a despuntar en mí, y su dolor empieza a transformarse en placer. Cada impulso es una oleada deliciosa, que recorre mi espina dorsal. Mis gemidos se entrelazan con los suyos. Pronto, sus movimientos se vuelven acompasados, adaptándose perfectamente a los míos y aumentando más aún la intensidad de las sensaciones.
- Matt más rápido, por favor jadea.
La estrechez de su orificio me enloquece cada vez más y la pasión toma el control de mi cuerpo. Sin dejar de moverme, apoyo mi pecho contra su espalda, recostando mi peso sobre él, y comienzo a besar su espalda y su cuello, mientras masajeo sus pectorales con mis manos. Entonces dejo que una de mis manos recorra su tórax, llegue a su estómago y continúe hasta su miembro, que comienzo a masturbar con fuerza, provocándole una nueva erección y nuevos gemidos, mezcla de dolor y placer.
Por último, pierdo totalmente el control. Mis movimientos se vuelven cada vez más rápidos y comienzo a sentir como si mi cuerpo fuera a explotar de un momento a otro.
- Tai, no aguanto más, voy a . digo entrecortadamente
- Resiste un poco más, ya falta poco pide él con esfuerzo
La presión aumenta más y más y mi miembro sigue creciendo en su interior, adquiriendo una rigidez dolorosa. En mi mano, noto el suyo en condiciones similares, más duro a cada momento. Por fin, nuestra pasión culmina con nuestros nombres pronunciados simultáneamente, en un grito de puro éxtasis y amor. Su semen vuelve a derramarse entre mis dedos. Nuestro amor se ha consumado una vez más. Demasiado fatigados, nos desplomamos sin fuerzas, él sobre el sofá y yo sobre su espalda, sin molestarme siquiera en salir de él todavía. Aún sin fortaleza para hablar, me conformo con exhalar mi aliento sobre su cuello, intentando reconfortarle.
- Matt susurra Tai por fin Esto ha sido incluso mejor. Quiero quedarme contigo para siempre. Jamás me separaré de ti.
- Jamás repito yo- Te lo juro.
Aún transcurre un rato hasta que por fin nos levantamos y nos sentamos en el sofá, abrazados, y dejamos transcurrir otro largo período de tiempo.
- Será mejor que ordenemos esto un poco digo yo entonces, rompiendo el silencio.
- Tienes razón contesta él, paseando la mirada por el salón. La alfombra se ha arrugado con el movimiento del sofá y los cojines de éste aparecen tirados por el suelo y algo manchados. Los platos del desayuno aún tienen algunos restos, y en la mesa hay algunas migajas Bueno, ¡manos a la obra!
Nos ponemos a trabajar diligentemente y, con la colaboración de ambos, en poco tiempo el salón está como nuevo.
- Será mejor que nos vistamos dice entonces En mi cuarto te he dejado algo de ropa.
Vamos al cuarto. Tai comienza a vestirse y yo me dirijo hacia el montón de ropa que me ha dejado. Durante un momento, me quedo sin habla, sorprendido. Reconozco esa ropa.
- Tai, ¿por qué ?
- Póntela dice él, con una amplia sonrisa Quiero ver cómo te queda
Sin decir nada más, deslizo la camiseta sobre mis hombros y me pongo los pantalones. Cuando acabo de vestirme, me doy la vuelta. Llevo puestas las prendas que él tanto usó en nuestra aventura de hace dos años: la camiseta azul marino con estrellas en las mangas y el pantalón corto de color marrón.
- ¡Estás genial! exclama, con una sonrisa radiante.
- Pero Tai, no puedo llevarlo, si me ve alguien con ello va a pensar
- No me importa que lo sepan, Matt, así todo el mundo sabrá cuanto te quiero
- Tai - las palabras no acuden a mis labios.
- Uhm aquí falla algo dice él de repente, pensativo Falta algo, pero no sé que puede ser ¡Un momento! Rápidamente, se da la vuelta y comienza a rebuscar por el cuarto - ¡Ah! Aquí está exclama, sosteniendo algo en su mano con gesto triunfal. Se acerca a mí y me lo coloca en la cabeza Ahora sí está perfecto.
Extrañado, palpo sobre mi cabeza y comprendo. Las gafas. Aquellas que lleva siempre sobre su frente y nunca se quita. Me he quedado sin habla. Los sentimientos se agolpan en mi corazón, bloqueándome.
- Yamato dice Tai, serio de pronto Escúchame, Matt. Lo que dijiste antes mientras desayunábamos es cierto. Pasas mucho tiempo solo. TK está con tu madre y no os veis siempre que queréis, y tu padre trabaja mucho y está casi todo el día fuera de casa. No quiero que pases tu vida así. Ahora estoy contigo, y no vas a volver a estar solo.
- Tai, yo - la emoción me embarga y las lágrimas se agolpan en mis ojos. Sin poder resistirlo más, me echo en sus brazos y rompo a llorar, por todas aquellas tardes mirando el cielo a través de la ventana, pensando en él, sin derramar una sola lágrima Nunca me habían dicho algo así. Muchas, muchas gracias, Tai. Ya no estoy solo. Ahora sé que no lo estoy.
- Tranquilo me consuela, acariciándome el pelo Desahógate todo lo que quieras. A partir de ahora todo será diferente.
- Lo sé digo, entre sollozos. Poco a poco, me voy calmando y finalmente cesa mi llanto. Alzo un poco la cabeza y me seco las lágrimas Te amo.
- Te amo responde él y volvemos a besarnos.
Desde entonces, Tai siempre ha estado conmigo. En cada momento, alegre o triste, él ha estado siempre ahí. No nos hemos esforzado en ocultar nuestro amor, o en salir a lugares donde la gente no nos conociera, y creo que la mayoría ya se ha dado cuenta de nuestra relación. Incluso creo que nuestros padres lo sospechan, pero de momento no han dicho nada. Nada importa, mientras él siga aquí conmigo.
Cada día, al salir de la escuela, Tai me acompaña a casa, pues le pilla de camino a la suya, y después de comer suele venir a mi casa y me hace compañía. A veces estudiamos juntos, otras veces vemos una película y otras bueno, otras son tardes realmente fantásticas. Como cualquier pareja normal, hemos tenido nuestras discusiones, pero siempre acabamos por reconciliarnos, porque nuestro amor es verdadero. Desde aquél día no he vuelto a sentirme solo, y sé que nunca volveré a estarlo. Jamás.
FIN
Nota: Bueno, ¿os ha gustado? Es el primer fanfic que hago y me he esforzado todo lo que he podido. Sobre todo con una pareja tan adorable como esta ^_^ Agradecería todas las sugerencias y comentarios que me podáis dar, ¡así que mandad reviews por favor!