Capítulo 2: Apenas es el comienzo


El Amanecer era oscuro esa mañana y el Santo de Escorpio no había pegado ojo en toda la noche.

-Su sonrisa, es tan hermosa.

Lo único en que podía pensar era en el Santo de Acuario, quien la noche anterior sonrió para sorpresa de todos, especialmente de Milo.

- Diosa, qué me está pasando. Hace tiempo siento algo extraño cuando veo a Camus, por qué me impresionó tanto su sonrisa?

Y ya que no pudo dormir "más", decidió levantarse, darse un baño muy frío y salir a caminar. Salió de su templo casi sin pensar. Ni siquiera se dio cuenta hacia dónde caminaba. Lo último que supo es que iba caminando escaleras abajo y que pronto estaba en la entrada del Templo de Aries, pero no notó que Camus también estaba ahí.

-Buenos días Milo-Dijo Camus sonriente-Es una bella mañana aunque un poco oscura, no crees?

Milo fue tomado por sorpresa-Buenos días Camus, qué haces fuera tan temprano?

-No respondiste mi pregunta Milo, pero no importa. Estoy admirando el amanecer, y tú?

- Quise caminar un rato.

- Puedo acompañarte?

Milo se sintió intimidado, pero como buen Escorpio no lo demostraría, ni siquiera a su mejor amigo.

- Claro por qué no.

Ambos santos siguieron caminando hasta que se alejaron un poco del Santuario y terminaron cerca de Cabo Unión. Allí, se sentaron en la playa, uno al lado del otro, dispuestos a observar el sol elevarse en el horizonte.

- Por qué saliste tan temprano Milo?

- Quise caminar, ya te lo dije. Acaso no me crees?

- No es eso, solo... me preocupé.

Milo no podía dar crédito a lo que escuchaba. Camus preocupado... y por él, esto no podía estar pasando.

- Por qué te preocupaste?

- No sé, te veías muy pensativo...y bueno, aunque reservado, siempre eres muy alegre. Qué te pasa?

- No es nada, es sólo que ...

- Qué?

- No pude dormir anoche, eso es todo.

- Era eso? Camus contestó sabiendo muy bien que el Escorpión no le había dicho toda la verdad-Entonces no te preocupes, ven acá-Y tomando a Milo por los hombros lo acostó en su regazo-Duerme un poco entonces, yo vigilaré tu sueño.

Milo no supo qué decir. Sólo accedió y efectivamente se quedó dormido en las piernas de Camus, quien tampoco podía creer lo que acababa de hacer. Hacía varios días que observaba al Santo de Escorpio sin que otros lo notaran, (a fin de cuentas era tan frío que no importaba a donde mirara), y le agradaba lo que veía. Milo era hermoso, fuerte, tierno y sarcástico, y además, su mejor amigo. Y esa combinación le gustaba mucho. Ahora que lo tenía cerca, estaba más seguro, y le gustaba cómo se sentía.

Era casi media mañana cuando Milo se despertó y se encontró abrazado a las piernas de Camus. Lo único que sabía con seguridad es que había dormido como bebé.

-Buenos días, de nuevo-Le dijo Camus.

- Hola, cuánto dormí?

- Lo suficiente, no te preocupes. Sabes que medito a diario, la posición no me incomodó.

- Gracias Camus-Contestó Milo finalmente mientras se incorporaba. Cuando Camus iba a contestar, se dio cuenta que Milo estaba muy cerca de él. Estando así no pudo evitar querer besarlo y casi lo hizo, si Milo no hubiera soltado uno se sus tan usuales comentarios:

- Podrías esperar a una cita de verdad o no?

Camus se puso totalmente rojo. Se paró y dijo:

-Creo que mejor me voy. Adiós Milo y perdona.

Milo se sintió como una basura. No podía creer lo que acababa de hacer. Y aunque trató de alcanzarlo, Camus ya se había transportado de vuelta a su templo.

//Tengo que hacer algo.// pensó Milo

Esa noche, Camus acababa de salir de su meditación cuando escuchó que alguien tocaba a su puerta.

- Buenas noches, Camus.

- Qué haces aquí Escorpio? -Le contesto éste muy serio

- Sólo quería pedirte disculpas y de paso invitarte a cenar.

-Lo siento pero no tenías que molestarte, nada pasó de todas maneras. Ahora vete.

- Vamos Acuario!! Si hasta preparé la cena!!!!-Dijo Milo mientras le mostraba una canasta con comida, frutas, queso, vino y hasta velas-Ven conmigo. Lo tomó de la mano y lo llevó a un apartado del Santuario, donde había flores, árboles y demás. Allí, a la luz de la luna, ambos santos se sentaron a cenar. Después de un rato, tenían una copa de vino en sus manos. La cena había sido tranquila, Camus se relajó y Milo se sentó más cerca a él.

- Te gustó la cena?

- Deliciosa, gracias; pero no tenías por qué molestarte.

- Siento mucho lo que pasó está mañana. Creo que no supe manejarlo. Perdóname.

- Fue mi culpa. No debí acercarme tanto.

- Puedo hacerlo yo?

- Qué cosa?

- Acercarme "tanto".

- Si quieres.

Camus no supo por qué respondió así. Sin darle tiempo a arrepentirse, el escorpión se acercó al hombre más frío del mundo y le besó. Fue un beso suave, y hasta tímido pero con mucha decisión.

- Por qué lo hiciste?

- Porque quería?

- Pero esta mañana....

- Estaba nervioso, pero también quería besarte. Me moría por hacerlo.

- No mientas, Milo.

- No lo hago. Te pedí que esperaras a una cita, y esto es una cita, o no?

Camus no pudo más que sonreír. Era cierto. Era una cita. De pronto la voz de su amigo lo sacó de sus pensamientos.

- Y bueno, qué esperas?

- Para qué?

- Para volver a besarme, tontito.

- No eres un poco presumido?

- Por supuesto; pero si tú no lo haces, entonces yo lo haré-Y se acercó de nuevo a Camus, tomando su cabeza con una mano y su cintura con la otra, por lo que ambos perdieron el equilibrio. Al caer, Camus quedó sobre Milo, y aún así, éste empezó a besarlo de nuevo, aunque no tan tímidamente.

-Vas a dejarme sin labios-Dijo Camus en cuanto pudo.

-No puedo evitarlo, eres irresistible-Fue la respuesta que recibió.

-Me gustas mucho Milo-dijo Camus en voz baja.

Milo no podía creerlo. Y ahí todo tuvo más sentido. Él sentía lo mismo por Camus, desde hacía tiempo. Por eso su desconcierto cuando por fin después de años de amistad pudo ver su sonrisa la noche anterior.

-Mírame por favor-pidió Milo.

Camus ya se empezaba a sentir terrible. Acababa de confesarle a Milo que sentía algo por él, no decía nada, solo que lo mirara. Sin embargo, accedió.

-Listo.

-OK. Tus ojos son hermosos, sabes?

Camus iba a contestar pero los dedos de Milo en sus labios se lo impidieron:

- Déjame terminar, quieres? Quería que me miraras y mirarte cuando te dijera que no sólo me gustas mucho. Creo que te amo desde hace tiempo-Y pudo ver la sorpresa y el amor correspondido en los ojos de su amado.

Muy lentamente, Milo recogió las cosas y tomó a Camus de la mano para ayudarlo a levantarse. Luego lo abrazó y se dirigieron hacia los templos.

- Quieres que me quede contigo esta noche?

- Milo...no sé.

- No voy a presionarte. Será sólo cuando tú quieras.

-Entonces vete. Nos vemos mañana, gracias por todo-Y arrinconando a Milo contra una de las columnas del templo, lo besó muy apasionadamente.

- Te gustaría venir conmigo a ver el amanecer mañana?

- Claro-dijo Milo, quien se marchó de muy mala gana.

Las semanas pasaron tranquilas y normales para los enamorados. Todo iba de maravilla. De hecho, Camus descubrió cosas en su amigo que no conocía, amoroso, comprensivo, nada que ver con el cínico y sarcástico de siempre. Por su parte Milo conoció a un muy emotivo Camus, que sonreía bastante por cierto. En definitiva, eran felices al lado del otro.

Un día después de ver el amanecer juntos como hacían desde hacía tiempo Camus le avisó a Milo que no podrían pasar el día juntos.

- ...Pero quisiera cenar contigo, que dices?

- A dónde vas?

- Atena me pidió hacer algo en la ciudad, pero regresaré para la cena, entonces, vienes?

- Claro, pero será aburrido pasar el día sin tí.

- Lo sé, pero tal vez la noche sea distinta...

- Cómo dices?

- Nos vemos.

- Bye.

A la hora de la cena, Milo no llegó puntual, lo que no era común y Camus ya estaba bastante impaciente.

//Dónde demonios está? Ya se le hizo muy tarde//

Alrededor de 20 minutos más tarde, Camus escuchó la puerta abrirse.

- Se puede saber dónde estabas Milo de Escorpio?

- Qué te pasa Camus?

- Por qué llegas tarde?

- Lo siento. Necesitaba recoger algo que no estaba listo y tuve que esperar.

- Podrías haberme avisado.

- Lo siento tampoco pude.

- A ver, y qué era eso que necesitabas recoger?

- Puedo mostrártelo luego, me muero de hambre.

Y Milo acabó la discusión.

Camus estaba a punto de reventar del puro enojo. Sin embargo se dirigió al comedor y preparó todo para poder cenar, después de casi una hora de retraso. La cena pasó muy tranquila de parte de Milo, y muy tensa por parte de Camus. Él conocía muy bien a Milo, y sabía que le había mentido.

- Oye Cam, te quedó delicioso.

- Me alegra que te gustara-Contestó el otro muy indignado.

- Que te pasa? Sigues molesto?

- Sabes que no me gusta que me mientas.

- Pero...y ahora qué hice?

- Dónde estuviste que llegaste tan tarde?

- Ya te lo dije.

- No, no lo hiciste.

- OK. tu ganas-Milo lanzó la servilleta sobre la mesa, bastante enojado-Quería que fuera una sorpresa para nuestro aniversario en unos días, pero está bien, tu ganas, te lo mostraré.

Y llevando su mano al bolsillo sacó una cajita muy pequeña y se la entregó a Camus:

- Es para tí, ábrela.

- Qué es?

- No que querías saber? Ahora ábrela.

- Dijiste que era para nuestro aniversario.

- SOLO ÁBRELA CAMUS DE ACUARIO. AHORA-De verdad estaba molesto.

Cuando Camus obedeció, no pudo contener un leve grito de sorpresa.

- Y... te gusta?

- Me encanta-dijo un muy contento Camus, quien no dejaba de contemplar su regalo. Era una hermosa cadena de filigrana en oro con una medalla de doble cara, que tenía en un lado el símbolo de Escorpio y en el otro el de Acuario. Milo sólo pudo quedarse mirándolo. Hace unos minutos era un hombre frío y celoso, ahora era el niño que él tanto amaba.

- Es hora de irme, nos vemos mañana.-Intentó levantarse, pero la mano de Camus lo detuvo.

- Milo... perdóname. Es sólo que me haces tan feliz que no quiero perderte.

- No te preocupes, eso no pasará; ahora debo irme.

- No te vayas, quédate.

- Qué?

- Que quiero que te quedes conmigo..esta noche.

- Camus...

- Te dije que tal vez ésta noche sería distinta, no? Lo he planeado por días. Por eso estaba tan molesto. Ahora sólo estoy apenado. Y de verdad quiero que te quedes, por favor.

Milo no se hizo de rogar. Tomó a Camus de la mano y lo atrajo hacía sí, haciéndolo sentar en sus piernas.

- Sabes que no necesitas ser celoso. Me atrapaste. Te amo a tí; sólo a tí. Y cuando un escorpión ama, es con todo Camus.

- Lo sé, lo siento.

Y empezaron a besarse muy tiernamente. Luego con más fuerza y pasión. Pronto Camus sintió las manos de Milo recorriendo su cuerpo y no pudo más que estremecerse. Luego, él mismo estaba explorando el cuerpo del otro, hasta que le dijo:

- Vamos al cuarto.

Una vez allí, empezaron a desnudarse muy lentamente, disfrutando la visión del otro. Milo no podía dar crédito a sus ojos. Camus tenía un cuerpo sencillamente hermoso, y Milo no estaba para nada mal, ambos eran perfectos.

Milo no dejaba de besar a Camus. De sus labios fue a sus orejas par luego ir a su cuello. Allí Camus supo que no podría hacerlo parar. No quería que parara. Luego se dirigió a su pecho desnudo, besando todo a su alrededor, siguió con cada pezón, jugó con cada uno por un rato mientras sus manos se encargaban del resto del cuerpo.

- Milo...

- shhh, shhh.

- Sigue por favor, no pares, ahh.

- shhh, shhh.

Luego, el escorpión siguió su camino al sur del cuerpo de acuario. Siguió besando los bordes de su cintura, de sus caderas, sus piernas, y luego de nuevo hacia arriba. Al hacerlo, se detuvo en el objeto de su deseo. El miembro de Camus estaba listo, erecto, suave, perfecto; Milo lo observó con deseo un momento, antes de permitirse saborearlo libremente. Primero besó su glande, luego pasó su lengua por toda la longitud de éste y empezó a darle besos muy suavemente. Camus estaba al borde de la locura. Luego, Milo lo introdujo de una sola vez en su boca, saboreándolo todo, besándolo para luego dejar que su mano y su boca como uno solo se movieran rítmicamente sobre él.

- Milo...te quiero dentro de mí!!!-gritaba Camus en su desespero y en medio de sus fuertes gemidos

- Espera un poco amor. Sólo un poco-le decía Milo mientras se deleitaba con los líquidos preseminales de Camus y empezaba a husmear con sus dedos en el agujero de éste. Cuando Milo lo sintió listo, dejó en paz su miembro y se dirigió a su rostro, allí mirándolo de frente le dijo:

- Aún lo quieres?

- Sí por favor.

- Si te duele me avisas.

- OK.

Pronto, Milo intentaba entrar en la estrechez que tanto deseaba. Al sentirla alrededor de él, no pudo esperar mucho y empujó rápida pero suavemente, mientras se sostenía de la cintura de Camus, quién no pudo reprimir un leve quejido de dolor. Milo intentó salirse, pero Camus tomó su mano y no se lo permitió, con lo que Milo se sintió más tranquilo y comenzó a moverse rítmicamente dentro de él.

Después de un rato, lo único que se escuchaba en el templo eran los gemidos de placer de ambos amantes. Al llegar al clímax, Camus no pudo evitar derramarse sobre su propio abdomen, lo cual hizo que Milo se moviera mucho más rápido, cuando sintió que era su momento, se salió de Camus y también se derramó sobre el abdomen de éste, para luego acercarse a su rostro, besarlo tiernamente y decirle cuanto lo amaba.

- Yo también te amo Milo.

Ambos amantes descansaron uno en lo abrazos del otro. Sólo por un momento. El silencio fue roto pronto:

- Y no te creas que esto termina aquí, apenas es el comienzo-dijo Camus con un toque de lujuria en su mirada, para luego limpiarse un poco y continuar con una noche de pasión que le permitió a Milo descubrir a un muy sensual y apasionado Camus.