Capítulo 2: Humillación


Las horas pasaban, pasaban...Kyo estaba cansado, molesto consigo mismo y molesto con el estúpido pelirrojo. En el hospital le dijeron que no tenían idea si realmente iban a poder salvarlo, había perdido demasiada sangre antes de que lo encontraran, una mujer que solía hacer la limpieza...

*¿Por qué, Iori? Lo que no entiendo es por qué* Pensó el moreno mientras se llevaba las manos a la cabeza *Tú siempre has sido el fuerte, el resistente, tú siempre, siempre...has estado ahí...para mí. ¿Era necesario que te mataras? ¿Es tu forma de enseñarme el "verdadero dolor", como tú le llamas? ¿Es tu forma de matarme? Porque lo sabes, ¿cierto? ¡Sabes que te amo y esta es tu forma de humillarme...! Pero sólo soy un tonto, después de todo no hay forma de que conozcas mis verdaderos sentimientos, mi verdadero yo...así como yo no conozco el tuyo. Porque eso también es cierto, solo se de ti lo que tú me has permitido ver, el ser frío, salvaje, siempre dispuesto a herir, matar...*

-¡Vine en cuanto pude, Kusanagi-San...!-Gritó una voz sacándolo de sus pensamientos. Al alzar la vista hacia el tímido joven enfrente suyo pudo notar que estaba llorando y notó también que el muchachito lo miraba sin comprender en lo más mínimo qué ocurría.

-¡Ya llegué Kyo-Chan!-Casi gritó el joven rubio que llegó corriendo, todo despeinado y cualquiera que lo viera diría que en realidad se había vestido a toda prisa.

Al igual que Shingo, Benimaru se quedó mirando sin comprender en lo más mínimo qué le ocurría a Kyo. Pero sin pensarlo (y aprovechándose sin ningún pudor de la situación) abrazó fuertemente a su amigo.

Ninguno de los tres habló, quizá porque no hacia falta, especialmente al notar al médico que se acercaba con cara de preocupación.

-Señor Kusanagi, tengo buenas y malas noticias. Para no hacerle perder tiempo: El señor Iori (obviamente no conocían su apellido y el Kusanagi no iba a decírselo conociendo, como conocía la influencia de la familia de su enemigo).-Aquí los rostros de los amigos de Kyo cambiaron notablemente-Va a vivir, pero estamos preocupados, se niega a que lo atendamos o le hagamos pruebas, por lo que no podemos saber su verdadero estado. Aún así no tiene ningún sentido mantenerlo aquí, estamos dispuestos a darlo de alta si tuviera a alguien que quisiera cuidar de él por lo menos durante 2 meses.

-Yo lo haré.

-De acuerdo.

Fue entonces cuando, las mandíbulas de los muchachos estuvieron a punto de romperse.

-¡¿Estás loco, Kyo-Chan!? ¡Ese tipo quiere matarte!

-Sí Kusanagi-San, usted no puede cuidar a Iori, qué diría su familia.

-Nada, piensen en la humillación que sentirá un Yagami al verse cuidado por un Kusanagi-Dijo Kyo fingiendo un retorno a su estado de ánimo habitual.

-Puede que tengas razón-Susurró Benimaru no muy convencido, es que él sí sospechaba de los verdaderos sentimientos de último descendiente del Clan del Sol. De hecho estaba seguro eran los mismos que él había recientemente descubierto por el alumno de su amigo, el pequeño Shingo.

-No Kusanagi-San, no lo haga.

-¡No te metas, Yabuki!-Aulló Kyo molesto.

Tan concentrado estaba en su propio dolor que no pudo sentir el del moreno al lado suyo, al cual acababa de lastimar.

-Sí, Kusanagi-San-Dijo tristemente bajando la cabeza.

Benimaru no pudo evitar por un momento odiar profundamente a su amigo. ¿Era necesario que humillara así al pobre de Shingo? El rubio se acercó a él y le rodeó con un brazo los hombros.

-Creo que Kyo sólo está un poco nervioso hoy, Shingo, no te preocupes, ya le pasará no creo que el haya querido gritarte.

-Gracias Benimaru, pero Kusanagi-san nunca hace algo que no quiera-Las lágrimas se deslizaron sin control por sus mejillas.

El rubio le dirigió tal mirada a Kyo que este de repente se sintió como un gusano.

-Beni tiene razón, lamento haberte gritado, es sólo que esta situación me ha... descolocado, realmente lo lamento.

Shingo sonrió con tristeza mientras se refugiaba en el pecho de Benimaru para que el Kusanagi no lo viera llorar.

-Gracias Kusanagi-San.

-Señor Kusanagi, el señor Yagami esta listo para irse con usted-Interrumpió el médico.

El moreno se alegró hasta lo indecible, pero sonó una pequeña luz de alarma en su cabeza, en su estado normal Iori nunca permitiría que él se lo llevara a su casa así que...o estaba muy mal o debía prepararse para un muy mal rato. Tragó saliva duramente y entonces lo vio caminando por el pasillo, con los brazos vendados, y los ojos idos el fuerte pelirrojo, que se veía extrañamente débil. Kyo caminó hacia él y no pudo evitar pasarle un brazo para evitar que se cayera, el pelirrojo ni siquiera intentó evitarlo o alejarse, algo estaba muy, muy mal.

Por su lado Benimaru bajó la cabeza para susurrarle al pequeño:

-Te llevaré a casa.

-Beni...

-¿Sí?

-Tú realmente crees que lo que Kusanagi-san siente por Iori no es odio, ¿cierto?

-Así es-dijo seriamente, no había sonrisa en su rostro, sólo preocupación y sinceridad.

-Benimaru, por favor...- Shingo cerró los ojos, esto era muy doloroso para él-Podríamos ir a algún lugar...lejos de aquí.

*Tan lejos como quieras mi amor* Era la primera vez que sentía "algo serio" por alguien y no iba de ningún modo a arruinarlo.

-¿Dónde querrías ir?

-Donde no esté solo, donde pueda olvidar...-El muchacho pareció estar hablando consigo mismo más que con el otro.

-Tengo el lugar perfecto-Le dijo Benimaru llevándoselo de allí.