Capítulo 5: Venganza...


Por la mañana, el pelirrojo despertó temprano, casi cuando amanecía. Había pasado una semana de que estaba en casa del moreno, el muchacho continuaba

cuidándolo, pero parecía que lo hacía por algún tipo de obligación. Iori se sentía molesto, no quería estar allí, no quería depender del Kusanagi, no quería seguir teniéndolo cerca, no quería que el moreno siguiera cuidando de él. Se levantó, juntó su ropa (Kyo le había traído un poco de su apartamento) y se dispuso a irse. Se sentía bien y fuerte. Cuando estaba a en la sala, con el bolso al hombro encontró a Kyo esperándolo, despierto y vestido.

-Para tu información, haces mucho ruido y no vas a ninguna parte.

-No me molestes, Kusanagi.

Kyo avanzó hacia él.

*Tú no iras a ninguna parte, no puedo permitirlo. Si te dejo ir todo volverá a ser como antes, hace tiempo que noto que tu fuerza a vuelto, que deseas vivir, pero...¡No, no te irás! Te amo, más que antes esta semana me ha enseñado a otro Iori, uno que se que se llevaría bien conmigo. Yo puedo cuidarte, darte la dulzura que necesitas en tu amarga vida...aunque tenga que demostrártelo por la fuerza...¡YO SOY LO QUE TÚ NECESITAS!*

El Yagami lo miró con una sonrisa.

-¿Crees, siquiera por un instante que puedes detenerme, Kyo-chan?-Preguntó

burlón.

Sin esperar respuesta caminó hacia él y tomándolo por la nuca, con la fuerza que siempre lo caracterizó, lo acercó hacia sí, tomando sus labios en un furioso beso.

-La humillación terminó, pequeño. Iori Yagami ha vuelto y recuerda que todo lo que haces tiene su precio.

-¡¿De qué estás hablando?!-

-Ya lo sabrás-Caminó hacia la puerta de salida, una vez allí se giró apenas, Kyo parecía congelado en su sitió, su determinación olvidada-Sabrás de mí.

*¡No dejaré que tus acciones queden sin un castigo, Kusanagi! Me obligaste a vivir cuando yo no deseaba hacerlo, no contento con esto, me obligaste a estar a tu lado para poder humillarme, para contarle a todos...¡Sí, sabrás de mi Kusanagi! Aunque quizá deba agradecerte que me has dado un nuevo motivo para existir*.

Cuando escuchó la puerta cerrarse, el moreno cayó al suelo, las lágrimas rodaron solas...

-¡¿Por qué diablos entre tú y yo solo puede haber odio!? ¡¿Por qué no puedes amarme!? ¡¿Por qué diablos nací Kusanagi!?

 

Una semana en la casa del lago no estaba mal. Benimaru había mostrado facetas de su carácter que él no conocía, el pescador, el compañero amable y atento...Una persona capaz de preocuparse por alguien más que él mismo.

Una tarde sentados frente al televisor podía convertirse en una guerra de almohadones o acabar ambos haciéndose cosquillas durante el comercial o charlando de la vida, contándose chistes...

Otra de las cosas que a Shingo le encantaban era bailar con Beni, el muchacho rubio, ponía suaves melodías que inundaban el lugar mientras ellos giraban en su propia y cálida atmósfera.

El Yabuki pensaba que si no hubiera sufrido tanto por el rechazo de Kyo a estas alturas babearía por el otro chico, pero él se mantenía distante.

Estaban en la cama, viendo una serie, uno al lado del otro.

-Benimaru...

-Mmm...

-¿Puedo pedirte algo?

-Lo que quieras, cielo.

Cielo, amor, dulzura, bebé, licor (?), cualquier nombre cariñoso podía venir del rubio.

-No uses gel.

-¿Mmm?

-Es que tu cabello al natural es sencillamente precioso, tan suave...-Susurró el pequeño que parecía haber perdido todas sus inhibiciones al lado de él.

Benimaru lo miró. Había notado los cambios en Shingo y no podía entenderlos, ¿qué era lo que el pequeño pretendía?.

-Claro-Dijo con una sonrisa.

Su dulzura se pegó más a él bajo las sábanas y apoyó la cabeza sobre su ancho y masculino pecho.

De repente una mano se apoderó del control remoto y apagó la televisión.

-Beni...

-¿Si...?

Pero la frase quedó cortada por aquel repentino beso que se tragó sus palabras. Cuando acabó, el rubio lo miraba azorado.

-Beni, nunca has pensado en tú y yo...¿Como amantes?-Preguntó con una sonrisa seductora.

-¿Adónde quieres llegar, licorcito?-Es que para él, el moreno era embriagante...Además si Shingo le estaba proponiendo lo que el creía, pues él no era un santo y la verdad cada vez le costaba más controlarse cerca suyo, especialmente cuando lo tenía en la cama, con una distancia nula que los separase.

-Eres grando Beni-Susurró con una sonrisa y el rubio no necesitó una palabra más para hacer lo que deseaba desde hacia tanto.

-Será especial-Prometió.

-Estoy seguro.

 

El teléfono sonaba insistente. El muchacho se había quedado dormido tirado en la alfombra.

-¿Moshi-Moshi?

-Habla tu padre.

-¿Qué ocurre, papá?

-Yuki...

-¿Qué hay con ella?

-Está muerta, el Yagami la mató. ¡¿Dónde estás tu?!

-¿Cómo sabes que fue él?-Preguntó evitando la pregunta de su padre.

-Había una nota, para ti.

-Qué decía?

-No la leí

-Vamos papá, ¿de repente se te da por respetar mi correo?

-Si se trata del Yagami es sólo tu asunto-Le recordó con severidad.

-Pasaré por casa.

Dos horas después...de regreso en su apartamento...Unas manos ansiosas rompieron el sobre blanco, en el que lucía escrito con una excelente letra su nombre.

"Te dije que sabrías de mí. Aprende lo que es el dolor, la humillación, Kusanagi. Llora, sufre...muere. Con amor... Iori Yagami. PD: Gracias por la preciosa semana, tampoco me olvido de ella."

*No lo entiendo, si no te vengabas por la semana que pasaste junto a mí...¿Por qué diablos era y qué piensas hacer ahora, Yagami? ¿Matarme? En realidad creo que me gustaría que lo hicieras, serías libre. Sólo debo esperar...supongo que no hay forma de detenerte*.

En otro lugar un muchacho sonreía peligrosamente.

-La venganza recién comienza, Kusanagi. Voy a matarte, pero antes...¡Te haré sufrir tanto como pueda!