Capítulo 6


Son las 10:00 PM. Eriol, Spinel y Nakuru están cenando en el elegante comedor de la (ahora) mansión Hiragisawa. ¿Y Eva? Aún está muy molesta con la reencarnación de Clow, así que ha estado encerrada en su habitación desde que llegó esta tarde.

Ahora está dando vueltas por todo el lugar. De vez en cuando desvía la mirada hacia el escritorio de caoba, hay una bolsa de terciopelo negro y una misteriosa llave plateada sobre él. Luna se detiene por fin frente a ambos y suspira, después estira los dedos lentamente, está a punto de tomar aquellos extraños objetos cuando un ruido la obliga a mirar hacia la puerta: Alguien camina lentamente por el pasillo.

-¿Y eso?-Piensa Eva con terror, tomando rápidamente los objetos y escondiéndolos en un cajón-No entiendo. Según el nuevo Clow, nadie acostumbra acercarse a esta parte de la mansión...

Luna decide investigar. Así que abre un poco la puerta y mira hacia el exterior. El pasillo es débilmente iluminado por el tenue resplandor de la luna. No hay ninguna otra luz encendida. Y más adelante, de espaldas a ella, está...Yue. Eva frunce un poco el ceño y mira hacia el otro lado...La ventana está abierta, por lo visto el ángel acaba de infiltrarse en el lugar. La joven cierra la puerta cuidadosamente, poco después se deja caer sobre el piso. Su mirada (que se ha vuelto extraña), se ha quedado fija en la nada.

***

Yue llega al comedor, pero no entra. Quiere hablar con Eriol...a solas. Así que prefiere esperar a que Spinel y Nakuru desaparezcan, para enfrentar a la reencarnación de Clow libremente. Quiere aclarar su mente lo más pronto posible.

***

Mientras tanto, en la habitación de Eva, ésta ya se ha levantado del piso y se ha acercado al escritorio. Abre el cajón donde están sus preciados objetos y los toma rápidamente, sin sentir remordimiento alguno.

-Hoy será el día...-Murmura Eva, con voz vacía, mirando varias cartas de tarot que están perfectamente alineadas sobre la cama. Luna estuvo consultándolas gran parte de la tarde, ya que sus poderes mágicos se han debilitado un poco en los últimos años. Su mirada se torna triste-Pero aún así...No tengo idea de cómo terminará todo esto...

***

Nakuru y Spinel se fueron a dormir hace cinco minutos. Ahora Yue entra al comedor, enfrentando a Eriol con la mirada, para su sorpresa, hay un plato servido para él en la mesa.

-Bienvenido Yue, te esperaba-Dice la reencarnación del mago, amablemente-Siéntate y come.

El ángel no se mueve ni un centímetro; pero, sin mucha emoción, murmura:

-Sabes perfectamente que yo no necesito comer...

El chico de lentes toma una expresión gatuna y sonríe ligeramente mientras sus ojos brillan.

-Sólo he venido a preguntarte...-Continúa Yue, en voz muy baja, pero Eriol lo interrumpe, con voz amable:

-Sí, sí. Ya lo sé. Esto tenía que pasar algún día. Por eso estoy aquí, para aclarar las cosas...

Yue no sabe qué decir, el chico de cabello azul continúa hablando:

-Desgraciadamente nos hace falta otro invitado.

-¿Quién?-Pregunta el juez de las cartas con voz ronca.

Eriol se aparta de su lugar en la mesa y camina tranquilamente por la habitación, mirando a través de la ventana: La luna está llena. Yue está a punto de protestar ante aquel desesperante comportamiento, pero la reencarnación del mago se le adelanta y, con la voz del verdadero Clow, dice:

-Hoy es el día. Por favor, Yue. Trae a Kerberos.

Los ojos del ángel se abren un poco más de lo normal, ante la sorpresa de escuchar aquella querida voz. Poco a poco la habitación se torna completamente oscura y la traslúcida imagen de Clow aparece frente a él. El mago le sonríe a su creación durante varios segundos y después todo vuelve a la normalidad. Nuevamente Yue se encuentra frente a frente con Eriol, no dice nada, pero obedece la petición del mago Clow. Se da la vuelta rápidamente y desaparece por el corredor.

Poco después, Eva entra. Hiragisawa la mira y le sonríe, mientras pregunta:

-¿Escuchaste eso?

Luna asiente, con expresión seria.

-¿Qué crees que suceda?-Pregunta Eriol, con curiosidad.

La joven de ojos grises mira fijamente al niño, después murmura:

-No lo sé...