Capítulo 1:  El comienzo del Fin


Creo que me gustaría desaparecer o que el tiempo se detuviese por un instante. Todo lo que ha pasado me tiene muy confundido y aunque no entiendo bien porque, siento algo extraño que me oprime el pecho y no me deja pensar con claridad... Estoy seguro que no es nada bueno.

            Es una  noche obscura y afuera hay una tormenta de los mil demonios. La luz de mi habitación está apagada  y yo me encuentro  recostado en mi cama,  sintiéndome  como si cayese en un vacío donde nadie puede atraparme ni detenerme... Estoy solo y no puedo gritar.

Este sentimiento me asusta, pero de algún modo también me agrada... Quizá llegue al fondo y todo acabe.

            Mi respiración se acelera por el pánico que me producen estos pensamientos, pero el aire viciado del lugar me impide permanecer por más tiempo ahí.  De este modo  y sin pensar a donde ir, salgo corriendo a la calle.

            La lluvia que no ha cesado de caer, me recibe deforma dulcemente cruel... Cada gota me azota y besa al mismo tiempo, con perversa suavidad,  atormentando aún más, mis confusos pensamientos.

        El aire sin embargo me reconforta. Me gusta sentir como entra en mi con frialdad y sin importarle nada... Y en cierto modo creo que nos parecemos.

* * *           * * *           * * *

            Continúo corriendo bajo la lluvia y no puedo evitar pensar aquella persona que preferiría no haber conocido nunca.   

        Desde el primer momento que lo vi, supe que en algo cambiaría mi vida, pero en  aquellos días, jamás hubiese pensado  que todo terminaría de esta forma tan absurda.

             Reconozco que nunca me han agradado las personas y sus actitudes, pero de entre todas, aquel ser era el peor. Todo en él me molestaba de sobremanera... Todo me resultaba absolutamente infantil, desagradable... ¡¡ESTÚPIDO!!.  Nunca  pensaba en lo que hacía o en sus consecuencias... No le importaba arriesgarse... No le importaba nada, y por eso yo lo odié.

            Ahora creo comprender porque me sedujo y repelió en cuanto lo conocí... Él era todo lo que yo no podía ser.

            Desde luego él también me odiaba. La idea que su vida  fuese tan  insoportable como la mía, me hacía sentir mejor.

-Él no puede ser feliz, si yo me atormento por su culpa.-  Pensaba, tratando de disfrutar las veces que lo humillaba.

 ¡¡Vaya estupidez!!.  Si nunca fui capaz de hacerle daño, sin que la conciencia me pesara por el resto de la noche. Generalmente no podía dormir y llegaba incluso a pensar que podría soportarlo al día siguiente. Todo acababa en cuento lo veía otra vez, con su rostro eternamente sonriente, como si nada hubiese pasado, como si nunca yo lo hubiese pisoteado, como si nada le importara.

            Volvía a odiarlo, pero más me odiaba a mí mismo por haber sido tan estúpido y preocuparme por él. 

Él jamás se preocuparía por mí, pero me era inevitable pensar en él.  Nuestras personalidades opuestas nos atraían involuntariamente, pero mientras más lo conocía más lo odiaba. 

Mi mundo se volvía cada día más miserable por su culpa y él ni siquiera lo sabía.

El muy idiota siempre creyó que era un juego, pero por más que trataba de mantenerme indiferente a él, de una u otra forma siempre lograba sacarme de quicio.

Me molestaba de sobremanera sus actitudes estúpidas, por lo que la mayoría de las veces terminaba involucrado en una pelea con él.

Todo mi razonamiento frío se anulaba estando junto a ese sujeto.

* * *           * * *           * * *

Recuerdo uno de los peores días que pasé por su culpa... Cuando descubrí el motivo de su odio hacia mí.

Fue tan humillante saber que me detestaba sólo porque la chica que le gustaba estaba enamorada de mí. Juro que quería matarlo. ¿Cómo era posible que se me odiara por el amor de una chica y no por ser yo?

Ese día me sentí tan menoscabado, que lo insulté todo el día hasta que por fin se lanzó a golpearme. Yo le respondí con todas mis fuerzas... ¡¡¡Quería matarlo!!!

El tiempo no solucionó nada. Todo fue empeorando y mi vida sin darme cuenta fue siendo ocupada por él.

Todo el día entrenaba básquetbol, pero si al comienzo fue para mejorar mi capacidad, con el tiempo lo hacía sólo para humillarlo en los juegos. Quería a toda costa que comprendiera que su vida “feliz” no era más que una ilusión momentánea... Quería que sufriera un poco, así como yo lo hacía por su culpa.

... Así fue como comenzó el fin... mi fin...