Capítulo 3:  ¿Piensas en mí?


Permanecimos en silencio hasta que volvió a decirme:

-Te odio Rukawa. Te odio desde siempre, desde que te vi por primera vez y comprendí que eras otro más de esos tipos que sólo se preocupan por ellos...

-¡Tu no me conoces!- Grité ya molesto con tantos insultos. Hablaba como si fuese un monstruo.

-¿Qué no te conozco has dicho?- Contestó riendo.

“No me hace falta conocerte para saber que eres un desgraciado que me arruinó la vida. Por tu culpa- Agregó- siempre he sido mirado en menos, siempre he tenido que estar después de ti, bajo ti. A ti se te ha dado todo, se te ha reconocido y estoy seguro que jamás has pensado en nadie que no seas tu... Estoy seguro que jamás has pensado en mí”

¿Qué? ¿Era cierto aquello que acababa de escuchar?. No lo podía creer, ¿Qué no había pensado en él?, Pero si era precisamente por él que me marchaba, por estar obsesionado con llamar su atención, por no poder  dejar de pensar en él.

-¿Y tú has pensado en mí?- Respondí con un dejo de emoción en mis palabras. No podía evitarlo de sólo imaginar que por fin podría saber si él había dedicado un momento de su vida para mí en sus pensamientos.

Su respuesta fue lo más sorprendente...

-¡Claro que he pensado en ti!-Vociferó de manera efusiva, algo molesto por lo absurda de la pregunta y dando por hecho que era algo lógico.                      

Me quedé pasmado mientras el corazón me latía acelerado. Aquello era lo último que esperaba oír y menos de esa forma.

¡¡¡No lo podía creer... El también pensaba en mi!!!

No sé por qué, pero eso me hizo sentir emocionado. Todo me parecía increíble, pero sin duda lo que más me impresionó fue la firmeza con la que había gritado que pensaba en mí... Yo no lo hubiese dicho ni en un millón de años.

Por primera vez me sentí cobarde y no me importó.

Luego continuó diciendo:

-Yo no soy un insensible como tu zorro frívolo, y estúpidamente he perdido mi valioso tiempo pensando en que talvez si tengas solución, pero ya veo que me equivoqué.

 “Por mí que te vallas al mismo infierno y no sabes cuanto me alegra saber que no te volveré a ver la cara.”

A pesar de todo, sus palabras no me molestaron e incluso produjeron algo extrañamente placentero en mí.

Por primera vez desde hacía mucho tiempo que no me sentía así... Era una mezcla de satisfacción, pero a la vez miedo... No sé de qué... Quizá  de saber que ese idiota se preocupaba por mí, pero a la vez hubiese querido verme muerto.

Todas esas emociones se agolpaban en mi mente, no dejándome pensar con claridad.

Por extraño que parezca, no sabía que hacer en el momento. No sabía que actitud tenía que adoptar.

De pronto, la respuesta apareció ante mis ojos. Era tan simple, que no había reparado en aquella opción... Siempre estuvo frente a mí, como una ironía, en los furiosos ojos del pelirrojo.

No era necesario pensar en nada, sólo bastaba con dejarse llevar por su... cautivante... mirada.

-Entonces será mejor para los dos- Murmuré colocando mi mano sobre su hombro, casi en su cuello, mientras sentía como su cuerpo se tensaba ante mi extraña actitud.

Verlo como un niño asustado me hizo sentir algo que no experimentaba hacía años. Sin darme cuenta me encontré frente a él... ¡¡¡Sonriéndole!!!

-¡¡Ru... Rukawa!!- Murmuró de forma casi inaudible, por lo asombrado que estaba con esta situación que ya no dominaba.

Ni siquiera yo sabía que era lo que me pasaba, pero por primera vez en mucho tiempo me sentía bien y lo más extraño... ¡¡¡Estando con una persona!!!

Recuerdo que él tenía la mirada fija en algo, aunque no sé si era en mí o en la nada. ¡Que importa!, si de todos modos sus ojos nunca me miraron de la forma que lo vi yo aquella tarde.

En un segundo, que para mí fue más que suficiente, sin querer observé su cara.

Sus ojos perdidos y temerosos me parecían tan desconocidos, pero a la vez increíblemente hermosos.

Sus cejas arqueadas por el asombro, su nariz, su color de piel y su revuelta cabellera roja, que hasta ahora siempre había mirado con odio, apareció ante mí, de una manera totalmente nueva, como si mis ojos no le hubiesen visto nunca, como si descubrieran en ese instante, todo su encanto.

De pronto me fijé en su boca y sentí como me ardía la cara.

Nunca me había fijado en la singular forma de sus labios. En realidad nunca me había fijado en la boca de nadie, sin embargo él tenía algo especial, que me dejó fascinado y que me hizo estremecer.

Sus labios húmedos y algo entreabiertos me parecieron perfectos... Y sentí ganas que mi boca fuera como la de él.

Toda su cara me pareció armoniosa, haciéndome olvidar por completo cuanto lo que lo odiaba; era tan perfecto, tan atractivo,  ideal... ¡¡¡Y sus labios!!!... No podía dejar de observarlos y preguntarme qué tan suaves eran, cuan húmedos estaban, o que se sentiría... tocar... su boca... perfecta...

-¿QUE ESTOY HACIENDO?- Pensé de pronto... y justo a tiempo.

Cuando reaccioné, vi al pelirrojo frente a mí, que me miraba horrorizado. Nuestros labios estaban sumamente cerca y al sentir su cálida  respiración en mi boca, me di cuenta de lo que hacía... Y con quien estaba...

Estúpidamente me dejé seducir por sus labios, hasta llegar a ese extremo.

De un salto retrocedí quitando mi mano de su cuello y separando nuestros cuerpos. Sentía la cara más ardiente aún y la vergüenza que sentía,  no me permitió mirarlo a los ojos.

Luego salí corriendo desesperado, dejándolo de pie, en medio de la cancha, sin darle ninguna explicación.