AQUÍ
YACEMOS, JUNTOS
(Together we Lie)
Inspirado en un capítulo del libro "La Tregua",
de Mario Benedetti.
Son las 5:30 de la tarde, es verano y afuera llueve. Adentro, estamos en su cama. Yo estoy entre sus brazos, yaciendo sobre este tonto tal como él estaba encima mío mientras me hacía el amor.
Yo le pedí esta vez que lo hiciéramos en el día. Él se asombró y cuando me preguntó por qué, yo le dije que era para verle la cara cuando tuviera un orgasmo. Entonces, él se puso más rojo que su pelo y me dijo que era un zorro estúpido.
"No necesitas verme, ¡usa tu imaginación para llenar los espacios!", se rió. Pero al final, él me besó en los labios y
musitó... "Te acuerdas de dónde vivo, ¿o no, zorro? Ahora
que mi mamá salió de la ciudad de nuevo...".
Se siente tan bien, ahora que lo hemos hecho. Me acuerdo de nuestra primera vez. Fue después de la fiesta de cumpleaños de Haruko, y lo hicimos (qué locura) en la cama del Gorila. Yo estaba completamente ebrio y me desperté solo, medio desnudo, sin acordarme para nada ni de nada, y quejándome porque estaba muy borracho para recordar si en la cama este imbécil era bueno o no...
Pero ahora que no tengo ese problema, sí hay otro.
No puedo dormir.
Qué raro. No puedo dormir. Fácilmente me adormilo incluso cuando voy en mi bicicleta, pero ahora que él está durmiendo junto a mí, no puedo. A ver, qué podría yo hacer para pasar el rato... Empiezo a deslizar mis dedos en círculos sobre su pecho, tratando de no tocar sus pezones. Me acurruco más cerca, y sin querer se me enreda el
brazo en las sábanas; trato de desengancharme, y con ello sólo consigo descubrir su cuerpo, que está entrelazado con el mío. Cuando voy a cubrirlo, me pongo a mirarle como alelado. Por supuesto que no es la primera vez que lo veo desnudo, hace mucho que me habitué a verle así en las duchas o en los camerinos, pero
es la primera vez que puedo contemplarle todo el tiempo que quiero, sin que nadie me interrumpa. Y debo admitir que su cuerpo es realmente bello, sin casi ninguna falla.
Yo recuerdo que, hace unos días, estaba leyendo un libro y había un capítulo donde el protagonista describe el cuerpo de su joven
amante, mientras ella duerme en sus brazos. Suspiro y decido hacer lo mismo, pero no sé cómo ni por dónde podría comenzar...
Entonces, contemplo su cara. Hey, ésta es la única parte de él que, para mí, no está tan perfecta. Sus facciones son un poco toscas,
firmes, definidas pero no hermosas. Él me ha dicho que su cara está hecha como si alguien lo hubiera golpeado en la nariz como un boxeador, y de la mía, que parece modelada por uno de esos escultores snobs de la Grecia antigua. Yo sé que eso lo sacó de los libros de Kogure, pero no importa. Sus labios sonríen suavemente. Creo que la parte de su cara que más me gusta es su boca. Él tiene
labios firmes, sensuales, de ese tipo que yo besaría por siempre. Casi envidio sus kuchibiru, me ponen en trance como en esa canción de Glay que ahora estoy tarareando por mucho que no recuerde la letra, ya que no me gusta Glay. El resto de su cara es como ya he dicho. Su nariz no es enorme, pero se ve calor que se la rompió en una pelea. Están sus ojos cerrados con pestañas negras, la forma delgada y fina de su cara, y su piel levemente bronceada...
¿Para qué debería ahora seguir describiendo aquello que ya conozco demasiado? ¿Para luego describirme a mí mismo, hablar de mi nariz fina, mis labios delgados, mi palidez o mis pestañas de muñeca?
Ni idea...
Él se mueve de repente y sus brazos se enlazan alrededor de mi frágil cuerpo, atrayéndome hacia él. Me arde la cara con el calor, ya que mi mejilla está firmemente presionada contra su
pecho, y me cuesta un poco respirar... Finalmente despego mi cara de esta posición, sin despertarle, y sigo observando su cuerpo. Primero vino su cara, ¿qué sigue? ¿El largo cuello alrededor del cual he enlazado mis brazos tantas veces? ¿Los anchos hombros que
tantas otras se han suavizado para servir de almohada a mi cabeza?
Lo que sigue es su pecho. Su pecho amplio, firme, con suave piel y pequeños pezones. Yo adoro besar y acariciar su pecho y oírle gemir y llamarme por mi nombre. No sé por qué él no suele hacer lo mismo conmigo. Supongo que tiene cómo compensarlo, pienso, y me rindo. No puedo hacerlo por ahora, ya que sus pezones son en extremo sensibles y si los toco, ambos despertaremos de este dulce sueño de verano.
Su vientre... Mi mano está apoyada en su musculoso vientre. En la parte baja, jugueteo un poco con su ombligo; he comprobado que es más hondo de lo que pensé, ya que una vez inserté mi dedo en él. Nadie me dijo que lo hiciera, sólo se me ocurrió y a él le dio risa.
Sus brazos... son fuertes y lo suficientemente largos para alcanzar los rebotes más altos o bloquear los más peligrosos tiros, pero también lo son para, protectoramente, rodear mi cuerpo tal como ahora, diciéndome en silencio que todo estará bien. Sus manos son grandes y levemente callosas, capaces de sujetar cada una un balón, y de acariciarme dulcemente para llenar mi cuerpo de placer y mi corazón de felicidad.
Sus piernas...
He llegado a sus caderas redondas, sus muslos firmes y esas largas piernas por las cuales suspiran no pocas chicas. Ahora están enlazadas con las mías. La parte de su cuerpo que más
envidio, son sus piernas. Yo quisiera que las mías fuesen tan fuertes como las de él. Mis piernas son largas, sí, pero muy delgadas, muy finas para mi gusto. Esas chiquillas bobas de mi Shinietai no se fijan en ellas ya que las enceguecen mi cara y mis habilidades, pero yo sólo quisiera... Creo que quiero demasiadas cosas. Me gustan mucho sus piernas. Pero más amo su ser entero.
Mis brazos.
Mis piernas.
Mi vientre.
Mi cuerpo...
Él jamás me ha dicho qué piensa de mi físico. Claro que no pocas veces lo he visto mirándome de una manera parecida a la cual estoy usando ahora, pero vez que lo pillo, se sonroja y mira a otro lado.
¿Por qué haces eso? No tienes para qué ponerte así. No lo siento de esa manera ahora que te veo desnudo. Deberías estar orgulloso de tu cuerpo, y yo lo sé más que nadie pues he conocido, tocado y sentido cada centímetro cuadrado de él. He visto esa cicatriz de infancia que te hiciste al cortarte el pie con un vidrio, las que te hiciste en los tiempos tuyos de vandalismo, y la mancha
de nacimiento en tu muslo izquierdo. Y con ello, aprendí a tocar esos puntos donde se agita esa ola de placer que luego te cubre entero...
Te quiero, mi querido tonto, y quienes están enamorados no deberían avergonzarse de esas pequeñas cosas. No me da miedo ni pena mostrarte mi desnudez o llamarte apasionadamente cuando
yacemos aquí, los dos juntos. Si tengo que gritar cuánto te amo, sin duda lo haré. Alguna vez me asustaba, pero ya nunca más; y acá estoy ahora, repitiéndote cuán mejor se ve tu cuerpo con respecto al mío, como una de esas muñecas parlantes...
"Mmmmh...".
Casi se me detiene el corazón. Sus pestañas se sacuden, y él suspira. Se está despertando...
"Zorro... ¿Cómo es que no duermes?", me pregunta al darse cuenta de que lo estoy mirando.
"Idiota, era divertido verte dormir", le digo.
"Te veías tan lindo que no pude despertarte".
Su rostro enrojece de pronto y, avergonzado, él deja de mirarme fijo.
"¿Cu... Cuánto tiempo me has estado mirando?".
¿Tendré que decirle?
"Bastante para ver qué tan mejor que mi cuerpo es el tuyo".
Él se ríe, pero le hago callar con un beso en la boca. Yo le beso con pasión, con toda mi alma, para gritarle en ese gesto cuánto le amo y le deseo, cuán profundo es nuestro amor, cuánto han cambiado las cosas desde el compleaños de Haruko...
Al final, rompo el beso, sólo para empezar a acariciar su fuerte pecho y disfrutar sus gemidos.
"Zorro estúpido... ¿Que me quieres ver la carita otra vez?"
Idiota... ¡Claro que quiero!
Pero se lo digo con otro beso.
Fin
Este
fanfic fue escrito por
MINAKO.