Capítulo 2


Rukawa parpadeó y frotó sus ojos, la luz del sol golpeándolo ásperamente en ellos. Puntadas de dolor cubrieron cada pulgada de su cabeza, su pecho y espalda se sentían como si las cubrieran cortadas. Él se sentó lentamente y esperó a que a que su cabeza se aclarara, luego abrió su parte superior de su pijama y bajó la mirada.

Bueno, quizás la razón por la que él sentía como si tuviera cortadas por todo su pecho era porque allí “estaban” Pasó un dedo gentilmente sobre una de ellas, la cuál corría desde la base su hombro hasta su ombligo. Dio un respingo. Aún ese mínimo contacto dolía. Se levantó, quitándose la camisa completamente, y se dirigió al baño adyacente. Kaede miró en las gavetas del baño y encontró un ungüento para el dolor, aplicándolo prontamente en su pecho antes de darse por vencido y tirarlo fortuitamente en el lavado. Regresando lentamente a su cuanto, se dejó caer sobre su cama, inmediatamente arrepintiéndose de la acción, cuando una sacudida de dolor corrió a través de él. Gimió y levantó, mirando alrededor de su cuarto.

Maldición, él no recordaba hacer regresado la noche pasada. Pesándolo bien, él no recordaba *nada* de lo que había sucedido la noche pasada. Puso una mano en su cabeza, como si esto fuera ayudarlo a recordar, y luchó para lograr poner a trabajar su mente.

“Ok...” murmuró “Recuerdo dejar la casa anoche en un arranque de furia e ir a la tienda de licores. Estaba molesto porque...”

“Buenos días, amor...” Una voz cantarina interrumpió mientras una hermosa chica atravesaba el cuarto, dejando un rastro de denso perfume tras ella. Rukawa dio un respingo cuando su cabeza palpitó debido a la fuerte esencia. A él nunca le había gustado el olor de ese perfume. “Bien, veo que estás despierto”. Ella sonrió y caminó delante de él, fundiéndose con las colchas de la cama y almohadas. Rukawa miró silenciosamente y frío, mirándolo con furia.

Pensándolo bien, ¿por qué *estaba* él saliendo con ella? Rukawa sintió su cabeza palpitar de nuevo y decidió conseguir alguna aspirina por ninguna otra razón que la de alejarse de ese dolor. Se volvió silenciosamente y dejó el cuarto dirigiéndose a la cocina, Buscó en un gabinete, tirando todas las malditas píldoras y multivitamínicos que Kiko insistía en conservar aún cuando ellos *nunca* habían consumado su relación y aún cuando ella *nunca* tomó ninguno de los multivitamínicos. Él había casi vaciado completamente vaciando la alacena cuando encontró el Advil, y luego casi tuvo un ataque tratando de sacar la tapa a prueba de niños.

“Jodida botella” refunfuñó, golpeando la cosa en el mostrador y sintiendo el golpe del impacto en su mano. La tapa permaneció fuertemente unida a la botella.

“Kaede” Ella apareció tras él repentinamente, su voz tomando un tono de reproche “Ahora querido, no soy tu madre, así que, por qué insistes hacerme recoger todo detrás de ti como si lo fuera.”

Ella suspiró dramáticamente mientras lo veía a él primero y luego la botella en el mostrador. “Kaede- kun”.

“No me llames así” vociferó él, odiando la forma en que su nombre sonaba cuando ella lo usaba con afecto. Su voz era demasiado aguda. ¿Qué era ella, un canario?

“Querido, aquí, yo tomaré eso”. Ella extendió una mano hacia la botella pero él al alejó, aún estaba apretada en su mano.

“Yo puedo cuidarme solo” él refunfuñó otra vez, finalmente alineando las dos flechas y levantando la tapa.

Ella suspiró otra vez y extendió una mano hacia él. “Tú sabes, la aspirina es realmente mala para tus riñones”.

Él miró furioso y tragó dos de ellas, esperando a que hicieran efecto antes de que él arañara esa especie de máscara de maquillaje fuera de su rostro. “Déjame solo”.

“Kaede- kun, no puedes estar enojado por lo de anoche”.

Rukawa se detuvo en colocar la tapa de regreso cuando sus palabras se hundieron. Ellas golpearon algo dentro de él y pudo repentinamente recordar *Por qué* él había salido violentamente del apartamento anoche.

“Sí puedo”. Miró furioso, golpeando la botella de las aspirinas en el gabinete y cerrándolo, inclinándose ahora contra el mostrador y cruzando sus brazos.

“Querido, él no significa nada para mi”. Ella colocó sus manos sobre su pecho y él bajó la mirada hacia sus uñas color sangre. Dios ellas, eras de un *estilo* demasiado largas. ¿Había algo de esta chica que a él le gustara?

“No se veía de esa manera cuando entré”.

“Mira *tu* ¡se suponía que trabajabas hasta las diez! ¡Ni siquiera se suponía que estarías fuera de casa por otras tres horas! ¿Qué demonios estabas haciendo a esa hora en casa tan temprano?” Tan rápida como una culebra, ella cambió de lo dulce cómo el azúcar al modo de una perra. Las chicas eran buenas en esto, y Rukawa descubrió que era una de las cosas más molestas para ellas.

“No cambies el tema, Kiko”.

“¡No lo hago! Quiero saber ¿por qué saliste tan temprano del trabajo esa noche en particular?”

“¿Estás enojada?” Rukawa estaba incrédulo “¿Estás enojada?”

“Oh, mi Dios, *tú* estás enojada de que yo viniera temprano y arruinara tu movida, ¿correcto?” Él echó las manos hacia arriba y se alejó.

“No te atrevas a alejarte de mí, Rukawa Kaede”.

“No, mira. Escúchame por sólo un minuto”. Él se volvió y algo en su rostro debió de haberla sorprendido, porque ella repentinamente retrocedió. “Tu nunca has estimado nuestra relación. Y quizás *mi* celibato fue demasiado para ti y te llevé a los brazos de otro hombre, pero hay algo perturbador sobre el volver a casa temprano de trabajo para consentir a tu novia sólo para encontrar que está ¡JODIENDO CON OTRO HOMBRE EN TU CAMA!” Él miró furioso, severamente. “Tu probablemente no entiendes, ya que lo único que eres es una vacía, superficial, y no tienes sentido de lo que significa amar a otra persona con todo tu corazón”. Él suspiró y caminó hacia el cuarto de ella, sacando una maleta del closet y comenzando a llenarla de ropa y ridículas cantidades de zapatos.

“¿Qué estás haciendo?” Ella estaba parada en la puerta, manos en sus caderas, mordisqueando su labio inferior.

“Te quiero fuera de aquí. Hoy. No me importa a dónde, sólo sal de mi apartamento. Fuera de mi vida” Él terminó con esa maleta, la cerró, y la lanzó al piso. Miró acreedor del cuarto por otra. “¿Dónde está tu otra maleta, Kiko?”

Ella miró furiosa, luego su expresión se suavizó.“Querido...”

“No me llames así”.

“Kaede- kun”.

“¡Mi nombre es RUKAWA!”

Ella miró atónita, como si nadie alguna vez le hubiera levantado la voz. “Pero, Rukawa...yo, yo te amo”.

“No, tú no”. Él bajó su cabeza y suspiró “No, tú amas que yo pague tu renta. Amas que te cuide”. Levantó la mirada y adquirió su usual expresión pétrea. “Nunca a mí”.

“¿A dónde voy a ir?” Ella levantó sus manos, su expresión atónita.

“No sé. Porque no a *su* casa” Rukawa se alejó y entró a su cuarto, necesitando salir y alejarse de ella.

“Por favor, Rukawa, no hagas esto...” Ella lo siguió, mirando mientras él se cambiaba de ropa, a unos jeans y un sweater.

“Voy a salir. Volveré a las cinco”. Él chequeó su reloj. “Eso te da bastante tiempo para empacar y salir. No estés aquí cuando regrese. Y sólo...déjame solo”. Él se volvió y se fue, yendo al vestíbulo frente a la puerta. La voz de ella llegó a sus oídos mientras cerraba la puerta de golpe.

“¿Esto significa que terminamos?”

Sakuragi paseaba alrededor del cuarto, su mente vagando con la música que tocaba en el fondo. No podía concentrarse hoy. Demonios. No podía levitar la taza de café sobre él, resultando, por una vez, el temor de tener que hacer el quehacer de la casa *a mano.* Olvidó que tan tedioso era esto. Y ahora que había finalizado de limpiar, y estaba tratando de pensar en algo que hacer con él mismo. No tenía ganas de ir al bar. La verdad era, que él no iba tan frecuentemente. Anoche sólo fue coincidencia. Una *buena coincidencia* Sacudió su cabeza cuando comenzó a pensar en ese chico otra vez. En verdad, fue estúpido de su parte el entrar al bar, él no sabía lo que hacía, estaba obviamente bajo la influencia de alguna clase de bebida humana. Tampoco se veía muy feliz.

Sakuragi sonrió ligeramente, pasando una mano a través de su suave, cobrizo cabello. Por otra parte, él *sí* sí se encontraba con seres sobrenaturales que estaban dispuestos a sorber su vida, bien, él probablemente tampoco estaría feliz. Aunque, no importaba cuán duro él trataba...no podía apartar las imágenes de agraciado, conciso joven fuera de su mente. Era tan ligero, fácil de cargar y se había sentido como si él perteneciera a los brazos de Sakuragi. Trató de pensar en algo con valor suficiente para ser comparado con semejantes ojos.

Sacudió su cabeza fuertemente, tratando de ahuyentar los pensamientos. ¡Era ridículo! Él era un humano y él...bueno, era imposible. Las *leyes* de su *gente* no les permitiría estar juntos...

Él golpeó su cabeza. Nunca había pensado en él mismo como gay, nunca había mirado a otros tipos. Pero, por otra parte...se detuvo y pensó por un momento ¿habría él alguna vez mirado a las *chicas*? Estaba esa única chica, la del bonito cabello marrón, largo hasta los hombros, ella nunca supo que existía y se había dado por vencido hace mucho tiempo. Y además, ese chico... había algo sobre él.

Quizá era la sensación de que ellos estaban *predestinados* a estar juntos. Quería saber más sobre él, quería saber porque estaba tan borracho, y cómo terminó tan lejos de su casa adónde Sakuragi lo había llevado, haciendo el clásico sonar-la-campana y correr. Él vio a la chica atender la puerta y meterlo, y aunque su sondeo mental había solamente proyectado para saber quién era el chico y dónde vivía, había descubierto que Rukawa Kaede tenía una novia.

Sakuragi se dio por vencido en tratar de deshacerse de sus pensamientos sobre Rukawa y tomó su chaqueta, decidiendo salir esta noche. A un bar humano, decidió él. A diferencia de su *gente* él podía fácilmente encajar en el mundo humano, ya que él no anhelaba la sangre como ellos.

*Quién sabe...* pensó *Quizás Rukawa estará allí* Rió entre dientes para él ante la imposibilidad de la idea y cerró la puerta tras él...