Capítulo 3
La música sonaba a través de los altavoces mientras cuerpos se estrujaban en la pista de baile que era demasiado pequeña para haber suficiente espacio para moverse. El ruido estaba cerca de ser ensordecedor mientras la gente en el bar luchaba para mantener las conversaciones.
Ellos no estaban en peligro por los bailarines; el bar estaba elevado sobre y alrededor de la pista de baile creando una especie de segundo piso con el medio perdido reemplazado sólo por aire y mostrando la pista de baile. El bar rodeaba y cubría tres de las cuatro paredes. La última pared era dónde estaba el DJ desde el nivel de abajo; tenías que usar uno de los escalones que llevaban al nivel superior, y luego alcanzar el puente. Molesto, si, pero no a mucha gente de la pista de baile le importaba. Ellos estaban contentos con bailar.
Rukawa sostuvo su pequeño vaso corto en su mano, su primera y única bebida, sólo mirando el líquido marrón. Por alguna razón, él no quería una bebida; él, más o menos, quería algo para sostener en la mano. Estaba tratando de recodar lo que había sucedido la noche pasada. Le molestaba que no pudiera recordar, porque, normalmente, él tenía una extraordinaria memoria.
*Quizás si paro de tratar de recordar, lo haré* pensó moviendo rotativamente su mano girando alrededor el líquido del vaso. *Ok, vamos a tratar y pensar en algo más... * Bajó el vaso y miró alrededor del bar, de repente, ligeramente interesado en alguien estaba allí. Lo cual era más interesante que lo que él tenía por bebida.
Sus fríos ojos revisaron la masa de cuerpos moviéndose, percatándose de los diferentes tipos de personas, desde los que vestían escaso cuero, a los que vestían franelas casuales, a los otros que se veían como que no podían respirar en sus apretadas ropas. Rukawa sacudió su cabeza y miró sus ropas brevemente; un sweater azul oscuro que le habían dicho resaltaba la claridad en sus ojos, a sus jeans semi-flojos, hasta sus zapatos. Encogiéndose de hombros, levantó la mirada y captó un reflejo de un cabello cobrizo.
En un destello, algo vino a él: una imagen borrosa de un chico pelirrojo parado en el medio de una habitación que parecía una taberna, una mirada unida a unos atractivos rasgos, mirando alrededor de la habitación a la gente alineada en las paredes.
Mientras Rukawa parpadeaba y trataba de enfocar sobre la otra gente para conseguir una pista de lo que estaba pasando, o dónde estaba, se fue. Quedó sólo con la imagen de ese hombre pelirrojo y la mirada en un grupo invisible, en una taberna que hace un segundo él no sabía que existía.
Rukawa suspiró y se levantó, abandonando su bebida y contemplando la idea de bailar ¿Él solo? Qué diablos, él siempre había sido un solitario. Tanto en la media como en la High school, él había hecho las cosas por sí mismo. Lo único que estaba dispuesto a hacer con un grupo era jugar basketball, y si le daban el chance de jugar uno a uno, él lo tomaba. Le gustaba el sentimiento de confianza en sí mismo que tenía; era perfectamente capaz de cuidarse él mismo.
Quizá esa era una de las cosas que le molestaban sobre Kiko. Ella estaba siempre tan determinada a hacer todo por él. Y mientras era agradable el tener a alguien más para lavar, limpiar, por una vez, era molesto tener a una persona que te sigue día y noche e insiste en que casi nunca levantes un dedo. En este punto, tenía la sensación de que si ella pudiera, habría hecho su trabajo por él.
Y estaba el hecho de que ella lo había engañado. Probablemente no sólo una vez, también. Era justo el momento en que él lo había descubierto; aunque mirando atrás, había una sutil pista en su comportamiento. Cuando ella había comenzado a salir, ella era una dulce persona, verdadera. Actuaba como una chica buena. Pero un mes después que habían comenzado a salir juntos, ella le había ofrecido dormir con él, lo cuál él rehusó. Él atesoraba su virginidad, y no estaba dispuesto a cederla a nadie excepto a su futura pareja de vida.
Quizás iba a ser ella, él le había explicado, pero si ella podía esperar hasta que se casaran. Ella había aceptado, pero unas pocas semanas después ella se ofreció otra vez. Y otra vez, y otra vez. Él recordó el haber pensado en ella como una mujerzuela, y a aparentemente estaba en lo correcto.
Rukawa sacudió todos sus pensamientos fuera de su cabeza y caminó hacia las escaleras, haciendo espacio para una pareja de chicas con piercings, vestidos de cuero, que pasaban, maravillado de cómo ellas se las arreglaban para subir las escaleras, en aquellos ridículos tacones altos. Él volvió sus ojos y encontró un punto discreto en la pista de baile, no importándole realmente si la gente lo veía. Comenzó a moverse agraciadamente con la mística, aquellos años de basketball contribuyeron de alguna manera a la facilidad de sus movimientos, supuso él.
Se había estado moviendo agraciadamente (él no creía que fuera capaz de bailar realmente) por casi una hora cuando algo captó su mirada. Una chica, asombrosamente hermosa, con suave cabello negro que caía sobre sus hombros y cálidos ojos azules, estaba parada en la esquina de la habitación, rodeada por tres tipos. Estaba vestida casualmente, con un par de jeans y una camisa de botones.
Por supuesto, Rukawa realmente no la notó a ella o a los dos tipos increíblemente familiares con ella. No, lo que él notó fue el otro tipo. El que estaba parado como una estrella contra un negro cielo aterciopelado. El de cabello cobrizo... el de los ojos marrón-plateados...
Él se detuvo como si algo viniera a él una débil imagen que gradualmente se volvió más clara mientras él se paraba allí, como alguien encendiendo un fósforo y extendiéndolo en una caverna negra como boca de lobo.
Estaba ebrio, tambaleándose por la calle que nunca había visto antes. No podía divisar detalles específicos; más adelante, vio una luz de neón, un signo que no pudo divisar. Se tambaleó dentro del lugar que parecía una taberna. Él se sienta y ve al barman. Entonces, repentinamente, ellos se fueron, y el hombre llenó su visión; el ángel pelirrojo. Habló dijo algo, y de repente, todo se fue. Todos los recuerdos plantados en su mente, pero nada más. Es un silbido, el dolor en su pecho se fue y su respiración normal. Miró alrededor con la misma expresión calma que él siempre tenía. No mucha gente estaba mirándolo, pero aquellos que presenciaron el espectáculo de los segundos, se apartaron para dejarlo pasar, echándole miradas preocupadas.
Rukawa sabía lo que tenía que hacer; el bombardeo del recuerdo fue disparado por el chico pelirrojo hablando con ¡Mierda!- dijo deteniéndose a la mitad, casi incapaz de creer en sus ojos. Allí, hablando con el pelirrojo, estaba Kogure, Mitsui y alguna chica que nunca había visto antes. ¿Quizás la novia de alguno de los tres? El pensamiento golpeó algo dentro de Rukawa. Pensó esto por un momento y decidió que no le importaba nada sobre Mitsui o Kogure teniendo una novia (aún cuando le había parecido en la preparatoria que ellos eran pareja) pero el pensamiento de ese chico que el escasamente conocía teniendo una novia... lo perturbaba.
Continuó su camino hacia ellos viniendo detrás del chico pelirrojo y escuchando tranquilamente mientras la chica continuaba su rápida charla.
-Y entonces el se volvió a mí y dijo *Bueno, te estabas siempre aburriendo de tener que andar por allí, de cualquier manera* y es cuando lo abofeteé- Ella finalizó, tomando aire. Mitsui y Kogure murmuraban algo cuando Mitsui pasó su brazo alrededor del alto chico, colocando su mentón en el hombro de Kogure.
Kogure notó a Rukawa primero. -¿Rukawa? ¿Rukawa Kaede?-Una sonrisa apareció en su rostro cuando Mitsui y la chica lo vieron, y el chico pelirrojo se volteó. Rukawa tragó gordo cuando el resto de sus recuerdos regresaron a él; la forma en que la gente se fue volando lejos de él, la forma en que el chico pelirrojo había enviado a un hombre volando contra una pared sin usar su cuerpo físico, la forma en que su voz sonó clara en su mente, pidiéndole dormir, olvidar. Pero, principalmente, recordó su nombre.
-Hola-El chico pelirrojo sonrió - Soy Sakuragi. Sakuragi, Hanamichi.