RECUERDOS

Por: Yaoi Manga


Desperté cerca de las diez de la mañana, el sol se filtraba por las persianas de cáñamo que a él tanto le gustaban. Me quedé un rato en cama, no tenía nada en que pensar, solamente vagaban en mi cabeza imágenes locas de un pasado que no deseaba recordar.

Al quitarme las sabanas, esperaba encontrarlo cerca, a mi lado, recostado sobre mi pecho como era después de todas las noches de locura que pasábamos juntos.

Cuando me levanté, me di cuenta que aún traía puesto el traje negro de la noche anterior.

Al estar por fin fuera del cuarto, noté cómo e cielo comenzaba a ponerse gris, se nublaba, como mi corazón que ardía en llanto, hervía con la sangre derramada por mi alma y era azufrado por la indiferencia de las personas que me juraron cariño alguna vez.

Bajé, me quité la ropa negra, abajo encontré regada alguna ropa de segundo uso; me puse mis inseparables blue jeans, una playera blanca sin mangas, y unos zapatos cafés.

Salí a la cochera, subí al auto deportivo negro, que hacia juego con la oscuridad de mi espíritu. Lo encendí, salí, aun no recuerdo hacia dónde iba, no me importaba. Pronto la soledad de la ciudad se disolvió, salí pronto a la autopista, y sin darme cuenta, allí estaba, solo, más solo que en la ciudad, mire hacia el horizonte, ningún auto, tal vez en kilómetros a la redonda, pero a pesar de todo, no era diferente a lo que ahora sentía en mi corazón.

Necesitaba un cigarrillo, hacia meses que no fumaba...A él no le gustaba...Sólo por eso lo dejé, pero ahora ya no importaba, él ya no estaba, así que nadie callaría con un beso apasionado mis ansias de fumar; nadie me tocaría la cara con sus suaves manos, me miraría a los ojos y me diría que no lo hiciera....¿Ya que?....Ya no importaba.

Mientras seguía conduciendo, abrí el compartimiento de los papeles, y vi la cajetilla de cigarros, la tenía guardada allí desde que lo conocí, desde la primera vez que con un beso sellamos nuestro amor. Los saqué y cayó al asiento del copiloto una foto suya. Me detuve a la orilla del camino, la tomé con mi mano mientras de mis ojos cafés brotaban las perlas del dolor. Observé la foto, la tomé cuando...ya no recuerdo...sólo recuerdo que ese día, el viento travieso jugueteaba con su pelo rubio hasta los hombros, y la profunda mirada en sus ojos verdes hacía notar la nobleza de su alma; su cuerpo, delgado y bien formado... ¡¡¡¡ERA EL SER HUMANO MÁS HERMOSO DEL MUNDO!!! Y ya no está, ¡¿POR QUÉ?! ¿Qué hizo él? ¡¿Qué hice yo?! ¿Por qué se fue? Era mi amor...Si aún recuerdo cuando nos conocimos. Estábamos en los lockers de la universidad, él bebía algo de agua del bebedero, y yo sacaba los libros de química para la siguiente clase, y sin darme cuenta de su hermosa presencia, choqué con él. Volteó a verme, y en un instante eterno, nos miramos a los ojos, rápidamente me disculpé, y corrí a mi salón, como corre un niño para que no lo vean llorar.

En clase solamente pensaba, ¿por qué no me había percatado de la presencia de un chico tan hermoso?, y ¿por qué , con sus aires de rudeza, no había dicho nada a mi descuido? Vagaban las ideas en mi mente, y la clase transcurría tan lenta...yo deseaba que la clase terminara, no quería verle, tal vez habría pleito, pero en el fondo de mi corazón deseaba ver de nuevo ese largo cabello rubio sobre esos ojos verdes de mirada profunda.

Sonó el timbre, y mi corazón se aceleró, él se llamaba Kato, y estaba conmigo en la clase de biología de la señorita Hinomoto. Y llegó la hora de la verdad, como llegara la hora del juicio divino. Cuando tuve que ir a biología, volví a mi casillero y saqué los libros, Kato se acercó a mí y dijo que sentía lo pasado horas antes, yo, sin habla, acepté su disculpa.

Fue la primera vez que lo ví, desde entonces, buscaba cada hora, cada minuto, cada segundo, para verlo pasar entre los estudiantes. Un día después del partido de Voleyball, estábamos en los casilleros del gimnasio, ya todos se habían ido, menos dos almas que desde ese día se llamaban a estar una junto a la otra. Kato se me acercó, dibujó una pícara sonrisa en su rostro, y sin rodeos, como se le habla a alguien cuando se está decidido a arriesgarlo todo, dijo: "Eres un chico muy apuesto. ¿Te lo habían dicho antes?," y la sangre en mi cuerpo se heló, no sabía que hacer o qué decir, así que, siguiendo mis instintos más naturales me le acerqué, poco a poco, a cada centímetro sentía que mi corazón saldría de mi pecho, pero no desistí, continué y en poco tiempo, la espera culminó en un beso, primero tierno, después apasionado, por último desesperado, como se besan dos amantes cuando saben que no se van a volver a ver.

Desistí de mis recuerdos, arrugué la foto con mi puño contra el pecho, y la tiré al vacío, al olvido, a la tumba, a la muerte, a la muerte que se llevó al más bello de los hijos de dios, y a mí me había dejado solo, sin nadie más. .¿Mi familia? No pensaba volver, el orgullo era más grande...Quería morir para estar con él, pero no me atreví, y entonces, me senté en una piedra, puse mi cara entre mis manos, y mis codos apoyados en mis piernas, y lloré. Lloré como nunca lo había hecho, lloré más de lo que le llora una madre a un hijo, lloré, no sé cuánto tiempo, pudo haber sido un segundo...No, fue más, una hora, un día, un siglo, no me importaba ya si el tiempo me tomaba como rehén, ya no importaba si Kato no estaba aquí, nada importaba si no sentiría sus tibios labios sobre los míos, nada...

Terminé de llorar, era ya de noche, sequé mis lágrimas un poco...Eso me hizo llorar más, pues él las secaba con sus besos, pero yo no podía, me había prometido a mí mismo, que ya no lloraría mas, pero, qué importan las promesas a uno mismo, era más grande el mal, le había prometido a Kato, en su lecho de muerte, que no lloraría por él, que sería feliz, que, que... ¡¡¡¡QUÉ!!!-grité-¡QUÉ HARÉ SIN TI!!! ¡¡¡¡QUÉ HARÉ SI TU YA NO ESTÁS!!!! Eras mi vida, por ti lo hubiera dado todo, todo. El llanto cegó mi voz, mientras la luz de la luna de plata, acariciaba tiernamente mi rostro. El llanto tierno del que le llora a su amado, de quien busca desesperadamente una salida al infinito camino de la vida, la puerta del amor cerrada y la ventana de la muerte no existía, mi espíritu vagaba en un laberinto sin luz ni guía, a cada paso las piedras de un oscuro camino, le hacían tropezar y caer...

Volví al auto, comencé a conducir, a cada metro llegaban a mi mente las imágenes de Kato, nuestro primer beso, tan lleno de nuevos sentimientos y emociones; a cada recuerdo aumentaba la velocidad de mi automóvil, en mi mente, la imagen de la primera vez que llegó a mi departamento; y la velocidad aumentaba; también la noche que lo corrieron de casa por ser homosexual, esa noche la pasó conmigo, en mi cuarto, en mi cama, en mi cuerpo, mientras me hacía el amor descontroladamente....

180....185...190...210...Km/h marcaba el velocímetro a cada momento, yo ya no veía, las imágenes en mi mente me cegaban, ya no veía nada, sólo oscuridad, y al final una luz, que se acercaba a mí lentamente, como yo me acercaba a un precipicio...

...Yo...caí... en el fondo del precipicio encontraron mi cuerpo, ya sin vida, como había estado mi alma desde que Kato murió. Me velaron, qué velorio, solo, desolado; una amiga mía pagó el funeral, avisó a todos, amigos, familia, nadie quiso ir al funeral de alguien que tenía como amante a un hombre, nadie, ella lloró sola, lloró tanto que sus lágrimas atravesaron el vidrio que cubre al cadáver y llegaron a mi rostro. Yo la veía desde algún lugar...Un lugar donde estaba con Kato, lloraba, es cierto, por la tristeza de verme e mí mismo en el funeral, pero Kato secaba mis lágrimas como lo hacía cuando él estaba vivo y yo también. Me reuní con él, tal vez fue el amor el que nos unió, tal vez Dios en su infinita bondad, reconoció que el amor verdadero se da en las formas más inusuales, tal vez, quizá, sólo quizá, me reunió con él, para que pudiéramos seguir amándonos por toda la eternidad.

FIN