EL LECTOR DE ALMAS

Por: Sailor Rukawa


Advertencia: Esta historia puede resultar perturbadora para las mentes impresionables.


Siento como si tuviera una espina clavada en el pecho. Duele desde ayer. Odio este dolor...

Ambos decidimos que ayer sería nuestro “día especial”. Y lo hicimos...Pero no sentí nada. Me sentí vacío...Él me guió. Me di cuenta de que era un experto en el arte del amor. Fue mi primera vez...La habitación estaba completamente oscura. Por lo menos podía haber encendido una maldita vela, ¿o no? No entiendo qué fue lo que nos faltó. Cuando terminamos, él tampoco pudo ocultar su decepción....

Al fin descubrí la gran estafa del sexo.

Nos vestimos. Yo me senté al borde de la cama y él en una silla, frente a mí.

-¿Qué sentiste?-Preguntó.

Pero no pude decir nada. Me sentí frío. Bajé los ojos para no enfrentar los suyos. Siempre pasa lo mismo cuando intentamos hablar. Él suspiró y tomó su guitarra, que estaba en una esquina.

-Quiero que cantes conmigo-Dijo.

-¡A mí no me gusta cantar!-Pensé, sin mirarlo.

Él comenzó a tocar y a cantar...Una canción religiosa. No me hizo mucha gracia y me perdí en mis pensamientos, hasta que terminó...Una pregunta suya me hizo volver a la realidad:

-¿Ves? Es fácil.

Lo miré fijamente y, al contrario de sus expectativas, le dije que necesitaba ir al baño-el lugar donde suelo llorar, ni importa de que baño se trate-Me dijo dónde estaba y salí de la habitación.

Me quedé ahí un buen rato. Era un baño agradable...El dolor en mi sexo era insoportable, pues mi joven cuerpo no estaba acostumbrado a la clase de ‘actividades’ a las que había sido sometido sometido.

Me miré en el espejo. No reconocí al joven de diecisiete años que estaba frente a mí. Miré esos ojos color violeta, tristes, cansados, apagados...Esos mechones largos y rubios que los cubrían...Los labios hinchados por los besos de él, las marcas de sus mordidas en el cuello...La expresión patética de un niño violado en el rostro...Entonces pensé:

-Me siento como un golfo.

Miré a mi alrededor. Descubrí un par de vasos de vidrio. Pensé romper uno y abrirme el cuello con él...

Pero lo escuché. Él estaba en el barandal. Posiblemente preocupado, pues ya había tardado mucho. Pude ver su silueta a través de la ventana.

-Maldición...-Pensé, encogiéndome de hombros y saliendo del baño.

Subí por las escaleras con dificultad. Él estaba tocando la guitarra, no me miró hasta que senté en la cama.

-Dime qué quiso decir el autor con esta canción-Dijo, antes de tocar y cantar nuevamente.

Me recargué en la cama, como una cosa sin vida, mi mirada estaba vacía. Casi no le puse atención a sus palabras. Terminó.

-Dime-Suplicó.

Silencio.

-Por favor...

Sí que lo sabía. Era puro dolor. Nada más. Algo que todos sentimos. Sentí rabia, pero aún así, respondí:

-Dolor.

-Sí, ¿y qué más?

Más molesto silencio.

-Dolor...-Murmuré entre dientes.

Él dejó la guitarra a un lado, mientras me miraba con impaciencia.

-¿Sabes? Para que una relación funcione, debe haber buena comunicación entre ambos-Comentó.

No dije nada, simplemente lo miré con ojos de odio. Él ignoró mi silencio y decidió continuar:

-Aquí entre nosotros...Tu silencio me da miedo. Nunca sé lo que piensas...No sé nada de ti...Si en el futuro alguien te pide que tengas relaciones con él, o si más adelante yo te lo pido-porque quién sabe cuánto vaya a durar esto-deberías ser sincero. Hace un rato debiste decirme que parara...Pero no lo hiciste...En realidad no estabas listo para el sexo, no...

Un extraño brillo incendió mis ojos. Él lucía realmente patético y frustrado. Quise reír, pero no estaba de humor.

Él suspiró, se acercó a su escritorio y, tomando algo, dijo:

-Esto es para ti. Para mí representa la fuerza y el valor. Quiero que tú lo tengas.

Se sentó junto a mí y me lo mostró. Era un talismán de madera. Él mismo me lo puso.

Entonces lo hizo. A pesar de que sus palabras fueron suaves, me hicieron mucho daño...Me terminó.

-Perdiste a una pareja pero ganaste a un gran amigo...-Dijo, con su voz más seductora.

Entonces sentí rabia, náuseas, rabia mezclada con asco al recordar lo que habíamos hecho esa tarde...Y lo miré con verdadero odio. Él se sorprendió. Me llevé ambas manos a la nuca e intenté quitarme su maldito regalo, pero él me sujetó por las muñecas. Yo me resistí...No podía dejar de luchar...

-¡¿Qué tienes!? ¡DILO!-Preguntó.

-¡Déjame! ¡DÉJAMEEEEE!-Bramé, con odio.

Él me miró de la misma manera. Me sometió totalmente. Su fuerza era muy superior a la mía. Mi rodilla derecha estaba entre sus piernas, me molestó darme cuenta de que estaba excitado el muy maldito, pero no me atreví a pegarle en ese lugar...Finalmente me tranquilizó al decir mi nombre dos veces...

-Está bien, lo haremos a tu manera...Seguiremos siendo novios. Esto nunca pasó...-Dijo.

¿Por qué siempre decía lo que yo quería oír? Eso es lo que más detestaba de él. Trataba de complacerme todo el tiempo, pero ni sus palabras, ni sus actos eran sinceros...Así que comencé a llorar. Él me abrazó y me obligó a sentarme sobre sus piernas. Tomó mi mano derecha mientras la besaba y murmuraba:

-Te quiero...Perdóname...Perdóname...

No respondí. Miré la puerta con insistencia. Sólo quería salir, huir de sus malditas garras. Pasaron varios minutos.

-No te voy a dejar ir...-Murmuró, con voz melosa.

Me aparté de su lado y regresé a la cama. Tomé mis cosas y me puse de pie. Me miró con ojos llenos de dolor-o al menos eso parecía-pero mi corazón estaba frío como el hielo. Hizo la guitarra a un lado, y preguntó:

-Sólo respóndeme esto...¿Me odias?

Lo miré fijamente, con rencor, primero asentí con la cabeza un par de veces y después abrí la boca:

-SÍ.

Él se levantó. Abrió la puerta. Salí rápidamente. Él me acompañó por la calle, con su mano sobre mi hombro.

Llegué a casa y fingí cansancio para irme a dormir sin cenar. Pero no pude hacerlo. Tenía insomnio.

Esta mañana me levanté tarde, sintiendo este maldito dolor físico y espiritual...

Ah, me siento como un golfo, porque ellos lo hacen sin amor, ¿verdad? ¿Acaso él se dio cuenta de eso y por eso decidió deshacerse de mí? Me gustaría saberlo. Así que decido ir a visitarlo.

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Lo encuentro haciendo sus deberes. Me mira con dolor, aún está sentido por lo de ayer.

-¿Qué quieres?-Pregunta.

Lo miro de arriba a abajo. Ya no me parece tan atractivo, ahora me da asco todo su ser...Sonrío misteriosamente, y digo:

-No hay que dejar las cosas así...He reconsiderado tu oferta...Seamos a-m-i-g-o-s.

Él sonríe, sin percatarse del sarcasmo en mis palabras, y se acerca a mí, dispuesto a abrazarme. Y lo hace. Pero yo no. Siento su repulsivo y enorme cuerpo junto al mío, observo su cabello negro de reojo, sus ojos están cerrados...Ya es hora. Miro hacia su escritorio, hay un adorno de cristal. Está a pocos centímetros de mí, estiro los dedos y lo tomo...

En un rápido movimiento, rompo el adorno en el borde del escritorio y lo incrusto en el cuello de él. Mi ex amante me arroja lejos y se cubre la herida con la mano, está tan asustado que no puede gritar. La sangre sale en enormes cantidades. Intenta llegar hasta la puerta, pero es muy tarde, le di justo en la yugular...

Lo miro sobre el piso. El charco de sangre se hace cada vez mayor. Me esfuerzo por no pisarla mientras camino hacia la puerta, la abro y salgo de ahí.

Mientras camino por la calle pienso en la razón por la que lo maté...Él no pudo ocultar su amor hipócrita y sediento de deseo, ansioso de saciarse de mi cuerpo puro y virgen...No, no pudo hacerlo. Su alma hipócrita no pasó desapercibida ante mí, el lector de almas.

Así es, yo tengo ese poder. Puedo leer el alma de todas las personas...Excepto la mía. Supongo que no tengo una...Por eso soy incapaz de sentir escrúpulos frente a un asesinato (tengo 20 en mi lista). Eso es lo único malo.

Pero no crean que soy tan malo, yo también puedo sentir dolor y hasta enamorarme...Y sé que algún día encontraré a un hombre decente que tenga el alma pura.

Fin