Parte 4: Como reflejado en un espejo

(Ben)


-¡Hola!

Luisa levantó a mirada de su libro de historia y frunció el ceño al ver al muchacho que estaba frente a ella tapándole en sol que había estando disfrutando hasta hace unos segundos. Con expresión asesina estiró la mano y se las arregló para moverlo a un lado de tal manera que el sol amortiguara el frío que estaba haciendo.

-¿Qué quieres? –preguntó con desconfianza.

-¿Cómo está tu tobillo?

-¿Para qué quieres saber?

-¿No puedes responder aunque sea una de mis preguntas? –preguntó él sentándose a un lado para desesperación de Luisa.

-Si uno de los prefectos te descubre aquí te van a expulsar de tu bella escuela. –advirtió ella.

-Tengo influencias –dijo James muy orgulloso.

Luisa murmuró algo que James no entendió y volvió a meter la cara entre el libro que estaba leyendo.

-No creo que sea la manera de agradecer que he venido a verte especialmente –dijo arrebatándole el libro y colocándolo lejos de ella.

La muchacha volvió a fruncir el ceño e intentó recuperar su libro.

-¡Dámelo! –exclamó exasperada.

-Te lo cambio –dijo James con un tono de voz que ella no esperaba escuchar precisamente de sus labios.

Por alguna razón no le gustó.

Sin embargo estaba muy distraída para detenerse a pensar y se estiró aun más hasta casi encimarse sobre él y tocar el libro con la yema de los dedos. De repente ella sintió cómo era rodeada por la cintura mientras veía el preciado libro por el que se había metido en ese lío caer al suelo.

James la estaba abrazando.

Luisa parpadeó confundida al sentir cómo comenzaba a arderle la cara de la vergüenza. Jamás había pasado por algo así sin siquiera sospecharlo.

En algún momento James debió enterrar la cara en su cuello pues sintió claramente cómo comenzaba a darle pequeños besos en un inútil intento por tranquilizarla y convencerla de que dejara de forcejear.

-James...

-Me gustas.

Luisa sintió de nuevo que los colores se le subían a la cara y por más absurdo que pareciera sintió un sofocante calor acompañado de un escalofrío que le recorría la columna vertebral.

¿Qué rayos acababa de decir?

Luisa recuperó el control de sus pensamientos y volvió a alejarlo con fuerza llena de furia. Justo cuando estuvo su cara a su alcance le propinó una sonora bofetada y se levantó como pudo.

En el movimiento perdió el equilibrio y tuvo que sujetarse contra un árbol cerca de ella.

-Odio que se burlen de mí –dijo con voz helada y se las arregló para tomar la muleta y alejarse dejando a un James totalmente confundido.

* * *

-¡Buenos días!

Peter se metió debajo de las sábanas murmurando algo que Ben no pudo entender.

El pelirrojo no pareció muy complacido por eso y agarró las mantas con fuerza para arrebatarlas de un tirón de la cama.

Tal vez no fue tan brillante idea después de todo.

Peter estaba desnudo.

Muy a su pesar Ben tuvo que voltearse murmurando un montón de disculpas mientras jugueteaba con sus dedos nerviosamente aguantando las ganas de ver más de lo que ya había visto. Y hubiese seguido así a no ser por la suave risa que escuchó de Peter.

Ben volteó y lo vio platicar muy animado por el celular.

-No... Ben nos acaba de descubrir... –dijo Peter con una mueca haciéndole una señal a Ben para que saliera (si es que ya había reaccionado). -¿qué?... No lo creo, esta más preocupado por que estoy de espaldas completamente desnudo y no puede ver más de lo que quisiera...

Ben se molestó.

-¡Por supuesto que no! –exclamó Peter completamente sonrojado –Yo jamás te engañaría.

Peter volvió a hacerle una señal a Ben, afortunadamente el chico se repuso y atinó a salir por la puerta.

Así que Peter tenía una novia y no le había dicho. Ben cerró la puerta detrás de sí para evitar escuchar una risa de Peter y comenzó a caminar molesto por el pasillo.

Bueno, tal vez por eso había estado tan de mal humor en los días anteriores. Pero qué suerte tenía, Luis había ingresado oficialmente a los entrenamientos del equipo y ahora tenía una novia con la que podía platicar por teléfono completamente desnudo.

Ben se sonrojó.

¿Y desde qué momento estaba ocupado por el celular? ¿Sería desde la media hora que llevaba hablándole para que salieran a correr juntos?...un momento...¿Por qué rayos estaba hablando completamente desnudo mientras él intentaba "despertarlo"?

-Pervertido –dijo Ben con el ceño fruncido –Pero qué suerte tiene esa tipa.

-¿Qué tipa?

Ben parpadeó y vio a Luis cargado de libros cerrando la puerta de la habitación con una patada.

-¡Peter tiene novia! –exclamó Ben escandalizado.

-¿Si? –preguntó de nuevo Luis comenzando a caminar por el pasillo.

-¿A dónde vas?

-Tengo que entregar estos libros en la biblioteca –respondió Luis –Se supone que Peter venía corriendo para ayudarme.

-Pero si ese pervertido está hablando por teléfono a una chica. ¡Santo cielo! Tengo que recordar perfectamente cada músculo de su cuerpo.

Luis se sonrojó.

-¿En verdad estaba desnudo?

-Sí...¡Qué suerte tengo!

Antes de que Luis dijera algo más apareció Peter corriendo por el pasillo. El muchacho se detuvo para recuperar un poco el aliento y sonrió levantando la mano en señal de saludo. Tenía más de la mitad de los botones desabrochados y sin fajar en el pantalón negro. El cabello estaba despeinado y se veía que apenas se había metido los dedos de su mano antes de llegar.

-¿Ya terminaste de hablar por teléfono, pervertido? –preguntó Ben.

-¿Celoso? –preguntó Peter con una burlona sonrisa y tomó los libros que Luis estaba cargando -¿Podemos discutir de eso después? Tenemos que entregar estos libros a la biblioteca.

Y Peter casi empujó a Luis para salir del edificio.

Ben cruzó los brazos. ¿Por qué Peter no se había molestado como lo hacía siempre?

Definitivamente algo estaba muy raro.

-Pero si Peter estaba hablando son su novia, ¿cómo pudo saber Luis que vendría a ayudarlo? ¿Peter le habría hablado después de ella?... Ni él es tan frío... a menos que... ¡Imposible!

* * *

-¡Confiesa!

Luisa miró a Brenda confundida y guardó sus libretas para prepararse a la próxima clase.

-¿Qué cosa? –preguntó.

-Hoy en la mañana te vieron acompañada de un chico de Santo Domingo.

-¿En serio? –preguntó Luisa aterrada. -¿Quién me vio?

-Martha y sus amigas. –respondió Brenda –Me dijeron que es muy guapo.

-No se fijaron bien –replicó Luisa.

-¡No evadas el tema!

Luisa resopló irritada, ¿por qué tenía que hablar de James justo antes de iniciar su clase de química?

-¿Qué diablos quieres que te diga?

-¿Quién es?

-¿Para que quieres saberlo?

-Soy tu amiga –argumentó Brenda.

Luisa se levantó y agarró las muletas para salir del salón.

-No quiero hablar de él...¡Lo odio!

Ana lanzó un silbido antes de ver cómo la muchacha salía del salón sin hacer caso a la maestra que acababa de entrar a su clase.

-Sea lo que sea que estés haciendo, James, no lo estas haciendo bien... –murmuró Ana.

¿Por qué tenían que preguntarle por James? Luisa se sentó en una banca cerca del jardín y suspiró.

No es que no tuviera nada especial, pero estaba segura de que no era a ella a quien tenía que corresponderle todo eso. Después de todo la había conocido como al monstruo.

¿Por qué pensar que eso significaba algo distinto a lo que era?

* * *

-¿Estuviste hablando por teléfono desnudo? –preguntó Luis ruborizado cuando pudieron salir de la biblioteca y regresar a la primera clase. -¿Qué clase de comportamiento es ese?

-Fue un accidente –replicó Peter –La verdad es que dormí así toda la noche, estaba muy cansado del entrenamiento del día anterior.

Luis pareció no muy convencido.

-¿Tú cansado?... Quien debería estar agotado soy yo... Después de todo el enfermo soy yo.

-No digas eso –pidió Peter –Yo creo que tienes más energía para superarte, te admiro por eso... Además en cada entrenamiento te limitas a dar instrucciones... Hasta yo tengo que recibir instrucciones tuyas...

-Puedo dejar de hacerlo si te molesta –dijo Luis con una sonrisa.

Peter lo miró con intensidad para después ver al maestro de su salón que lo estaba esperando.

-No me molesta –dijo Peter después de saludar al maestro y continuar caminando hasta llegar a su pasillo.

-No todos tenemos días maravillosos como tú –dijo alguien a las espaldas de Peter. El chico volteó y se encontró con James cargando un libro que seguramente no había leído y era el asunto que tratarían en la clase.

-¿Qué te pasó en la cara? –preguntó Peter.

-Una belleza me golpeó por intentar seducirla –James sonrió. –Ni te imaginas de quién se trata...

-Odio las adivinanzas...

-Luisa McAllister.

-¿La hermana de Luis?

-Así es –dijo James orgulloso –Se trata de una auténtica fiera en las peleas, sólo que hace poco sufrió un accidente con Andrés...

-Creí que Andrés había peleado con Luis.

Peter lo miró confundido. Él mismo se había acercado a Andrés para darle una paliza por atreverse a tocar a su Luis. Claro que Andrés había sido lo suficientemente astuto para decirle que no le había tocado un solo pelo por que había dicho que no era capaz de lastimar las esperanzas del equipo de Fútbol, cosa que había tranquilizado a Peter.

-En realidad ella era quien estaba ahí –dijo James. –Yo la llevé a su habitación.

-¡Vaya! –Peter apenas se había dado cuenta de que se habían detenido mientras platicaban. Revisó su reloj y se dio cuenta de que ya no podrían entrar a la clase. -¿Quieres café?

-Si tú invitas...

-Bueno... Así podrás platicarme un poco más de la hermana de Luis...Aún no la he conocido...

-No te pierdes de mucho, yo diría que la vez en cada entrenamiento.

* * *

"Los vi juntos".

Luis parpadeó confundido y volvió a leer el recado que le habían pasado a mitad de la clase. Levantó la mirada buscando al causante, pero nadie de los demás estaba viendo hacia atrás en espera de que su mensaje fuera leído.

Tal vez el mensaje no era para él después de todo. En cualquier momento alguien pudo equivocarse y mandarlo hasta la última fila de atrás sin fijarse y el inocente papel llegó a sus manos accidentalmente. Sin embargo al mirar por todo el papel se encontró con su apellido, cosa que indicaba que el destino no estaba equivocado.

¿Y qué quería decir exactamente con "Los vi juntos"?

Luis no pudo dejar de intentar descifrar el mensaje hasta que otro papel llegó hasta su lugar ante el notable disgusto de su compañero de adelante. Esta vez sólo decía un lugar y una hora.

Las clases terminaron. Cuando Luis salió pudo ver a Peter platicando animadamente con James. En cuanto Peter lo miró le dedicó una arrebatadora sonrisa.

-James me platicó de tu hermana –dijo Peter pasándole un brazo por el cuello. Luis se sintió alarmado y miró a todas partes. -¿Te ocurre algo?

¿Sería correcto decirle?

-¿Qué te ha platicado de mi hermana? –preguntó Luis desviando la pregunta.

-Nada más que la verdad –dijo James con una sonrisa burlona –Que eres tan hermoso como tu hermana.

Peter no pareció muy contento con la comparación.

-Evita llamar "hermoso" a mi nueva arma secreta –Pidió Peter con mirada seria y apretó a Luis en lo que parecía un abrazo fraternal –Este muchacho va a hacernos ganar el campeonato.

Luis por fin pudo olvidar su nerviosismo.

-A tu actual arma secreta no le va a hacer gracia que lo sustituyas –bromeó Luis.

-Ben no deja de ser indispensable en mi equipo –aseguró Peter.

-Para mí no es tan indispensable –dijo James con mucha seriedad –Entre más lejos lo tenga mejor.

Todos rieron.

Un muchacho volteó para dejar de ver a esos tres muchachos y sonrió de manera triunfal.

Cuando la noche llegó Luis permaneció pensativo en el escritorio. No había podido estudiar nada pensando en lo que debería hacer y permanecía viendo constantemente hacia el jardín a través de la ventana.

No tenía nada que perder si iba a ver.

Luis se levantó y salió por el balcón. Bajó ayudado por el árbol y corrió por el jardín. Llegó casi a la hora en que lo habían citado. Así que se detuvo en seco respirando agitadamente para intentar recuperar el aliento.

Al levantar de nuevo la mirada se encontró con unos ojos violetas viéndolo de manera descarada y notablemente interesada.

Pertenecían a un joven alto que permanecía sentado en un tronco con un cigarro entre los dedos. Su cabello era un poco largo castaño claro y sus rasgos estaban bien definidos de manera delicada a excepción de su nariz en donde al parecer le habían dado un golpe hace tiempo logrando rompérsela. Su cuerpo era mucho más ancho que el suyo, pero aun así se veía que era delgado a pesar de la vestimenta que había elegido usar esa noche.

-Me alegra que seas puntual...

Luis se sintió turbado por el tono de voz que ese sujeto estaba utilizando. Miró con detenimiento el lugar y vio que estaban solos.

-¿Me esperabas a mí?

-Claro –dijo él levantándose y estirando su cuerpo como lo hubiese hecho un felino particularmente peligroso. –Te esperaba, Luis...

-No te conozco –dijo Luis dando unos pasos involuntarios hacia atrás al ver que él se acercaba.

-No te preocupes –dijo el muchacho con un seductor tono de voz –Tenemos toda la noche para conocernos de la mejor manera posible.

Todo eso tenía que ser una broma. Luis se mordió el labio inferior que comenzaba a temblarle y giró violentamente antes de que ese muchacho lo atrapara con sus brazos para salir corriendo del lugar.

A pesar de lo ocurrido el muchacho rió.

-Bonita manera de conquistar al chico –dijo alguien más brincando de un árbol –Eres un bruto, Gabe.

-Detalles... Nadie de Santo Domingo que me interese se me ha escapado, ese niño no va a ser la excepción.

-Pues no pareció opinar lo mismo –dijo el muchacho.

-Tu serás mi contacto, Fredy.

-Como quieras –dijo éste sin darle importancia.

-Y para mi próximo encuentro procura no estar presente, es tan incómodo seducir a alguien en tu presencia.

Fredy sonrió y se alejó.

* * *

-¿Qué rayos quieres?

-Lo siento.

Luisa miró no muy convencida y volvió a meter la cabeza en el libro que estaba leyendo.

-¿Siempre lees por las mañanas?...Empiezo a creer que lo haces para ignorarme.

Luisa sonrió.

-Eres inteligente después de todo.

-Ni siquiera sé qué ocurrió ayer para que te molestaras –comentó James sentándose a un lado de ella.

-Algo parecido a lo que estas haciendo hoy –dijo ella pasando la hoja de la siguiente página.

-No lo haría si en verdad no me interesaras...

-Tengo cosas más importantes que hacer a discutir contigo, James.

-¿Qué tengo que hacer para que me creas?

Luisa sonrió con malicia y por más absurdo que pudiera parecer a James no le gustó nada.

* * *

-Te tengo una buena noticia.

Luis asomó la cara de entre la toalla y miró a Peter con atención.

-La ronda que nos ha tocado sólo tiene tres partidos para pasar a las semifinales, los equipos son fáciles de vencer.

-Qué bien –dijo Luis con un extraño comportamiento. Peter parpadeó un poco y se aclaró la garganta.

-Esa buena noticia merece un beso –murmuró Peter con tono travieso para tranquilizar a Luis.

Luis sonrió y besó a Peter fugazmente en los labios. Después de levantó para meterse en las regaderas.

Peter no dejaba de verlo preocupado. Cuando se levantó y volteó se encontró con la cara malhumorada de Ben.

-¿Desde cuándo?

-¿Eh?

-No te hagas el inocente conmigo –advirtió Ben -¿Desde cuando andas...con esa preciosura? –Ben corrigió al ver entrar a César junto con los demás.

-¿Peter tiene novia? –preguntó César.

Peter frunció el ceño.

-¿Quién es? –preguntó alguien más.

-¿Es linda?

Peter miró a Ben con mala cara.

-No creo que la conozcan –dijo Luis saliendo de las regaderas con una toalla enredada en la cintura. Ben y Peter se sonrojaron.

-¿La conoces? –preguntó César.

-Por así decirlo –Luis sonrió y comenzó a vestirse. –Deben estar contentos por la ronda que nos ha tocado, Peter dice que será muy sencillo llegar a las semifinales.

Con ese comentario Luis logró desviar la conversación. Ben suspiró aliviado mientras Peter le pegaba en la cabeza por tonto.

-Debe ser desde hace dos semanas –comentó Luis cuando iban camino a la habitación.

Ben lo miró con curiosidad. Justo en las fechas en que Peter estaba de un humor de perros. Y cerca del día en que él descubrió su doble sexualidad.

-Vaya. –dijo Ben admirado.

-Te voy a pedir que no le digas a nadie –dijo Peter con más seriedad. –Lo que menos quiero es que se burlen de Luis.

Luis sonrió por eso.

-Al paso del tiempo te respetan o te temen –rió Ben.

-Pero no es el caso –murmuró Luis –Nosotros apenas lo estamos conociendo.. en todo caso, tú tienes mucha experiencia, Ben.

-Comprendo –Ben sonrió con picardía -¿Estabas hablando con Luis por teléfono cuando estabas desnudo?

-Fue un accidente –replicó Peter.

-Vaya que empezaron con paso firme –Ben continuaba riendo.

Luis bajó la cabeza mientras reía bajito y veía a Peter correr detrás de Ben intentando golpearlo. Un impulso le hizo girar la mirada y vio a un muchacho que lo miraba con interés. Un compañero suyo de clases.

Por su parte Fredy se limitó a hacer un ademán y darse la vuelta para irse. Caminó hasta llegar a la reja del colegio y recibió el cigarro de un chico que estaba ahí para fumar de él.

-Honestamente no sé cómo piensas separarlos –dijo Fredy. –Esos dos se ven muy felices juntos.

-Tengo mis planes –contestó Gabriel.

-¿Cómo?

-Peter es un estudiante muy destacado en su familia y muy pocos saben lo que yo sé.

-Mmm – Fredy comenzaba a perder la paciencia.

-¿Conoces a Paul Rowberry? –preguntó Gabriel con voz triunfal.

-¿Quién?

-Es el hermano menor de Peter.

-¿Y eso de qué nos va a servir? –Fredy frunció el ceño.

-Ellos son gemelos.

Fredy frunció el ceño.

-Estas obsesionado, Gabe, creo que mejor no me meteré en líos por ti.

-¿Finalmente te salió lo cobarde?

-Llámalo como quieras –replicó Fredy –Simplemente presiento que nada bueno va a resultar de tu lujuria.

-Yo no diría lo mismo.

Fredy ignoró eso y regresó al edificio.

A pesar de perder uno de sus contactos Gabriel sonrió.

-Con Paul me será más que suficiente.

Así que Gabriel tiró su cigarro y lo pisó con la suela del zapato. Después comenzó a caminar hasta llegar al lugar donde tenía estacionada su vieja moto y subió en ella para dirigirse a la ciudad.

Le había sido muy útil conocer a los alumnos más importantes de Santo Domingo, en especial al capitán del equipo de fútbol a quien su colegio enfrentaría muy pronto. Había investigado todo de él hasta encontrar un dato que no esperaba: Paul Rowberry.

Paul superaba en gran medida a su hermano, excepto con una cosa. Paul jamás se sintió atraído al buen comportamiento o al buen estudio. Claro que eso no le importaba a Gabriel quien había encontrado en Paul a un buen jugador.

Paul tenía el mismo defecto de Peter, era demasiado noble como para considerarlo amigo suyo. Pero sin duda alguna le sería muy útil tenerlo de su lado por esta vez. En especial si podía derrumbar el arma secreta de Santo Domingo y seducirla al mismo tiempo.

Al principio sólo quería golpear al chico nuevo, pero el sólo verlo le hizo cambiar de opinión.

Tal vez Fredy tuviera razón. Todo eso no era más que una peligrosa obsesión.

* * *

Ben estaba revisando un libro con la esperanza de poder aprenderse algo para el próximo examen, la física no era su fuerte por lo que tenía especial cuidado al estudiar. El primer partido había sido cosa de niños junto con el segundo, en especial al ver esa extraña combinación que Luis y Peter habían logrado en el partido. Durante esas dos semanas Ben había tenido cuidado con Luis y Peter para no hacer algún mal comentario respecto a ellos. Aunque siempre que lo hacía Luis encontraba una inteligente manera de cambiar el tema o arreglar el comentario.

Definitivamente Luis era un tesoro.

Ben levantó la mirada momentáneamente y pudo ver a Peter pasar rápidamente por el pasillo.

-¿Puedes ayudarme con esto? –preguntó el pelirrojo, pero Peter no respondió. –Estos jóvenes de ahora –se quejó Ben regresando la vista al problema que tenía –Nunca pueden esperar al día siguiente.

Peter se detuvo justo frente a una habitación y suspiró antes de tocar. Quien le abrió fue Tony.

-¿Puedes llamar a Luis? –preguntó Peter nervioso.

-Claro –Tony sonrió -¿No quieres galletas? Luis quemó más de la mitad en la cafetería.

-No gracias –se apresuró a decir Peter.

Y Luis salió con una bolsa de papel. Al ver a Peter sonrió aun más y se sacudió la cabeza para limpiarse la harina.

-Luisa me mandó una receta muy interesante –dijo Luis mientras agarraba una sudadera y se la ponía -¿Quieres probar?

-Puedes llevarlas –dijo Peter aun más nervioso.

Luis lo miró confundido.

-¿Te ocurre algo?

-No... ¿podemos irnos ya?

Luis encogió los hombros y salió con la bolsa de papel agarrada.

Lo primero que Luis notó es que Peter no tenía humor para platicar. Tampoco lo había tomado de la mano y al parecer le era más importante llegar a ese lugar, del que no tenía ni idea, que esperarlo mientras se abrochaba la agujeta en una de esas paradas involuntarias.

Para sorpresa de Luis llegaron al granero.

-¿Qué haremos aquí? –preguntó Luis con mirada traviesa.

Peter no respondió.

¿Por qué la expresión de Peter le pareció gélida en esos momentos?

Luis comenzó a sentirse incómodo y se entretuvo revolviendo las galletas dentro de la bolsa buscando alguna que no estuviera quemada.

-Tengo que aclarar algo contigo –dijo Peter con un tono de voz duro.

-¿Se trata del partido? –preguntó Luis masticando una galleta.

-¡El partido me importa un comino!. Se trata de ti. De lo que quieres que halla entre nosotros.

Luis dejó caer la galleta.

-¿Qué cosa? –preguntó confundido -¿Qué yo quiero qué?

-No había encontrado la manera de decírtelo ya que creí que éramos amigos, además pensé que no podría ser correcto ya que jugamos juntos, pero esta situación se ha vuelto intolerable.

-¿Qué situación? –Luis frunció el ceño.

-No te hagas el inocente conmigo. Sé que te gusto.

¿Eso era todo?

Luis parpadeó hasta comenzar a reír para desesperación de Peter y abrazarse a él.

-No imagino cómo lo supiste –dijo Luis entre risas –Pero sií.. me gustas...

Sin esperarlo Luis fue empujado muy bruscamente. Perdió el equilibrio y dejó caer todas las galletas. Muy impresionado miró a Peter esperando una explicación.

-Seamos claros –dijo Peter –No me interesa una relación de esta forma.

-Pero si tú...

-No insistas.

-¡¡Pero si fuiste tú quien me lo pidió!!

Peter comenzó a reír.

-¿Y por que te lo imaginas? Necesitaba quedar bien contigo para que jugaras en el equipo.

Luis se quedó mudo y bajó la mirada totalmente avergonzado y derrotado. Cuando logró articular unas cuantas palabras Peter ya se había ido.

-Estúpido –dijo simplemente y suspiró.

-Se ve que no sabe lo que esta perdiendo.

Luis levantó la mirada y encontró con esos ojos violetas que le miraban con interés.

-Si me lo permites es más que un estúpido –dijo el joven con una cautivadora sonrisa.

-¿Qué haces aquí? –preguntó Luis sin ánimos.

-Me gusta dormir aquí siempre que hay ocasión, pero no esperaba que hoy fuera a haber un escándalo.

Luis no dijo nada y volvió a bajar la cabeza para recapacitar lo sucedido. Miró con cuidado el lugar esperando que algo le comprobara que se trataba de un sueño, pero no fue así.

-Pronto anochecerá –dijo el extraño y se acercó arrodillándose frente a él –Quiero ayudarte Luis.

-¿Cómo sabes mi...?

-Lo sé por que me gustas... Me gustas, Luis.

-¿Qué? –Luis estaba al borde del llanto –Pero no te conozco.

-Por eso no hay problema, me llamo Gabriel.

Claro que había problema. Luis no pudo evitar llorar.

* * *

-¿Creíste que tendría el yeso por el resto de mi vida?

James sonrió y terminó de meterse por el balcón para saludar animadamente a Brenda.

-Oh, comprendo –dijo Brenda con una picara sonrisa –Recordé que tengo que estudiar con Ema.

Y antes de que Luisa pudiera decir algo vio como su amiga se escabullía y cerraba la puerta.

-Rayos –masculló ella.

-Simpática tu amiga –James se acostó en la cama con los brazos detrás de la cabeza. -¿Pensará que vengo a seducirte?

-¿No es así? –preguntó Luisa con burla.

-¿Crees que no aprendo la lección? –James rió sobándose la cara. –Voy a dejar de portarme cono un idiota y a hablar claro contigo.

Luisa no pareció muy impresionada.

-Debes admitir que tratar a un tipo que te ama de la manera en que lo has estado haciendo no es muy amable.

-Yo diría que es inteligente –replicó ella y se acercó sentándose a un lado de él. -¿En verdad me amas?

-Apostaría cualquier cosa.

Luisa sonrió.

-Entonces bésame.

James se atragantó.

-No me malinterpretes... sólo quiero probarte –dijo ella con toda calma.

¿Besarla?

James tragó en seco y se enderezó para acercar su rostro al de ella. Emocionado le acarició la cara con una mano y tocó los temblorosos labios de Luisa con suavidad.

* * *

Antes de que pudiera reaccionar unos brazos protectores lo cubrieron mientras él sollozaba ante la crueldad que Peter le había mostrado. Tenía el corazón destrozado y ni siquiera sabía cual era el mal que había hecho.

Gabriel apoyó la barbilla en el cabello negro murmurando palabras de consuelo. Con sus manos fue acariciando el cuerpo que tenía atrapado en una dulce y aparente ayuda cuando su propio cuerpo comenzaba a impacientarse por el tacto. En un momento levantó gentilmente la cara de Luis y le sonrió con dulzura para sorpresivamente plantarle un beso en los labios.

Luis estaba muy impresionado. Cuando atinó en moverse para separarse sintió como los dedos de Gabriel se enredaban entre su cabello y le mantenían la cabeza justo donde quería. Sintió también la otra mano recorrer atrevidamente su pecho hasta abrir la camisa y deslizarse lentamente hacia el cierre de los pantalones.

-Gab...

Gabriel sabía que no sería fácil. Contaba con eso. Por eso metió la lengua en la boca de Luis antes de que él pudiera protestar aunque sea un poco e inició sus movimientos experimentados para borrar de su mente todo lo que no fuera esa necesidad física que hábilmente comenzaba a despertar con su mano.

No estaba bien. No podía estar bien. Luis movió bruscamente su cara logrando deshacer el beso sólo para emitir un leve gemido y apretar los puños sobre los hombros de Gabriel.

Se supone que él solo lo estaba consolando. ¡No tenía que hacerle el amor por eso!

Sin embargo ese pensamiento fue borrado junto con la alarma en su cabeza cuando Gabriel comenzó a besar su cuello y acarició sus caderas con esos movimientos suaves y seductores.

Gabe tendió a Luis entre la hierba y continuó besándolo para arrancar más de sus débiles protestas combinadas con los gemidos que tanto le excitaban. De manera desesperada comenzó a quitarse la camisa junto con los pantalones y atendió cuidadosamente al que habría de ser su amante con caricias circulares y estimulantes con las que disfrazó su tarea de desnudarlo lentamente.

-Siénteme sólo a mí, Luis. Te juro que no te vas a arrepentir.

-Tengo miedo –susurró Luis con el aliento entrecortado.

-Muy pronto lo olvidarás.

Luis abrió mucho los ojos intentando reunir lo que quedaba de su razonamiento al escuchar esas palabras. Con lo que le restaba de fuerza empujó a Gabriel e intentó salir debajo de su cuerpo para escapar. Sin embargo Gabriel había resultado ser mucho más fuerte y logró retenerlo para besarlo con una pasión desmedida al extremo de robarle el aliento y lograr que se preocupara por respirar mientras él lamía su pecho al termino del beso.

Era diferente totalmente.

Gabriel mostraba mucha más experiencia y desesperación mientras succionaba con fiereza la piel blanca de Luis. Mientras tanto él sólo notaba como su autocontrol se hacía pedazos y se escuchó a sí mismo suspirar de placer y pedir más.

Estaba perdido. Todo su corazón estaba perdido mientras él gozaba en cada célula de su cuerpo.

-Por favor... –suplicó Luis con los ojos llenos de lágrimas.

-¿Qué es lo que quieres? –preguntó Gabriel seductoramente a su oído para después mordisquear la oreja.

-Hazlo ya...

Gabriel rió y volvió a besar a Luis en la boca antes de aliviar las dos pasiones que se había encargado de encender tan experimentalmente.

* * *

-Va a llover.

James miró a través de la ventana y vio cómo el cielo oscuro relampagueaba. Abrazó de nuevo a Luisa y le besó la frente. Con delicadeza subió la camisa y la abrochó con los dedos temblorosos. Ella continuaba viéndolo con esos preciosos ojos verdes y sus labios hinchados temblaban aún.

-No hagamos de esto una tempestad –dijo James con una sonrisa sensual y cargada de ternura.

Luisa sonrió también y le tomó ambas manos que estaban ocupadas en el último botón del cuello.

-¿Importa? –preguntó ella totalmente sonrojada y con voz pícara.

James la miró con adoración.

-Sólo tu importas –aseguró emocionado.

-Entonces no te atrevas a dejarme así, James.

Luisa fue quien lo besó esta vez.

* * *

Había comenzado a llover.

Él apenas había recuperado un poco su respiración normal y algo de conciencia mientras se veía aprisionado contra ese poderoso pecho desnudo. Tragó nervioso y recordó el dolor que Gabriel había hecho a un lado con sexo. Entonces entendió que había sido usado de la peor manera en que alguien pudiera hacerlo.

Gabriel sólo se había aprovechado de las circunstancias. Y no sabía que era más doloroso, ver que lo había disfrutado o comprender que era muy tarde para arrepentirse e intentar resistirse en algo.

Luis comenzó a llorar en silencio.

Al recuperar sus fuerzas se separó violentamente y se levantó recuperando su pantalón para ponérselo.

-¿Adonde vas, cariño? Afuera esta lloviendo.

Luis miró a Gabriel y odió ver esa sonrisa burlona en sus labios. Reunió todo el coraje que le restaba y lo miró desafiante.

-Tengo que volver –dijo intentando parecer indiferente a la situación a pesar de que su corazón estaba hecho pedazos. No podía darle ese gusto a Gabriel.

-Podemos hacerlo de nuevo, la noche es joven –dijo Gabriel recargándose en un codo con una sonrisa gatuna. –Ahora permitiré que seas tu quien me haga lo que quiera. Me encantan los amantes candentes.

Luis frunció el ceño y salió corriendo del granero. Tenía los ojos cubiertos de lágrimas.

Corrió sin rumbo fijo mientras la lluvia caía de manera fiera sobre él. En algún momento debió tropezar con algo ya que de repente se vio en el suelo apretando el lodo con los puños. Se levantó de nuevo y recuperó el equilibrio al sentir un mareo.

No podía detenerse. No quería detenerse.

Así que de nuevo comenzó a correr ignorando que estaba propasando sus propias posibilidades.

No le importaba. Lo único que quería era escapar del tacto de Gabriel y de su cuerpo caliente.

Luis de nuevo se vio en el suelo. Al levantar la mirada se dio cuenta de que estaba cerca de San Rafael. Ya no pudo levantarse, por lo que estiró los brazos intentando alcanzar el edificio que veía a lo lejos para sólo encontrar el líquido del lago del jardín.

Ya no podía correr.

Luis había agotado sus energías.

Ya no podía respirar...

Estuvo consciente por un rato hasta que dejó de llover. Con la mirada borrosa pudo ver que alguien se acercaba protegido de un paraguas e intentó gritarle, pero no pudo. Con un gran esfuerzo pudo encontrar una piedra y arrojarla en esa dirección. La piedra no dio en el blanco, pero cayó lo suficientemente cerca para llamar la atención de esa persona y lograr que corriera a un lado suyo. Era una niña, una estudiante sin duda.

-¿Te encuentras bien? –preguntó ella notablemente preocupada.

Luis reunió más fuerza y pudo agarrarse de ella. Quiso decirle algo, pero sólo pudo jadear agotado y agachar la cabeza adolorido.

-A –yuda –me...

La chica lo miró asustado, pero al volver a preguntar vio que él ya no contestaba.

-¡¡Auxilio!! –gritó la chica con todas sus fuerzas abrazando a Luis.