Capítulo 1: Los que existen
Escuché cómo sonó el despertador, casi con ira frente a este objeto lo destrocé. Me incorporé y me fui a la ducha. Me miré al espejo, y vi que mi cabello estaba creciendo, pero aún estaba indeciso si dejármelo crecer o cortármelo, bueno, eso en todo caso si lo iba a dejar a gusto de Haruko.
Cuando partí para Shohoku me sentí extraño, nunca me había ocurrido algo así, fue un presentimiento, no, eso no era, era una extraña sensación, me sentí incómodo, a medida que más me acercaba a mi preparatoria, más grande era aquella sensación. Al llegar a Shohoku entré al gimnasio, vi al gori y a Ayako hablando, ellos no notaron mi llegada, ya que por primera vez no me hice notar, me puse detrás de la puerta, y escuché la conversación. Tras intentar unos segundos de escuchar sus palabras pude entender la conversación. Grande fue mi sorpresa cuando escuché nombrar a aquel sujeto, lo halagaban, hablaban de su excelente forma de jugar. Sentí cómo se me hervía la sangre, me daba rabia, siempre lo reconocían a él como el mejor, siempre él era el jugador estrella, el mejor novato, siempre lo comparan con Sendoh e incluso a ganado premios. Yo sé que es un muy buen jugador, pero él lleva años practicando este deporte, en cambio yo, comencé cuando entré a la preparatoria, soy titular y soy muy <<tensai>>. El equipo no jugaría igual sin mí, pero nadie me lo reconoce. Estoy harto de su ceguera, ¿por qué sólo se fijan en él?, ¿por qué sólo se fijan en los jugadores que llevan más tiempo en el basquetbol. No lo entiendo.
Sakuragi partió a su salón cuando sonó el timbre, estaba algo desanimado. En el pasillo se encontró con Haruko.
-Konnichiwa Sakuragi-chan-Hanamichi muy nervioso contestó:
-Konnichiwa Haruko.
-Supongo que vas a tu salón.
-Hai!
-Bueno, entonces itte irashai en el entrenamiento.
-Itte irashai Haruko.-Se quedó unos segundos viendo a Haruko, hasta que volvió en sí, entró a su salón y vio a Yohei.
-¿Qué tal Hanamichi?-Hanamichi le contestó con un suspiro, Yohei supo de inmediato que algo le ocurría-¿Qué ocurre? ¿Es por Haruko?
-Iie! Ella no me ha hecho nada-Yohei se quedó pensando un instante para ver qué le ocurría. Pero Hanamichi se animó a decirle.
-Lo que pasa es que siento que no me reconocen mis méritos. En cambio a ese estúpido zorro dormilón lo alaban.
-Estás celoso de él.
-Iie!!!!! Un tensai como yo no se encelaría por un zorro.
-Entonces, ¿por qué es?
-Ya te lo he dicho.-Yohei miró con una sonrisa a su amigo pelirrojo, sabía que eran celos.
-Bueno, bueno. Mejor vamos a clases, ya que vamos a llegar tarde.-Sakuragi asintió y fue a su salón.
Ese baka kitsune. ¿Por qué todo te sale bien? A veces creo que naciste con ese don de que todos te alaben, y de que a ti, por supuesto, todo te salga bien. Mejor ni pensar en eso, sólo debo concentrarme en el día en que derrote a ese kitsune de una vez por todas y dejarle bien en claro quién es más tensai.
Al término de las primeras clases, Sakuragi se dirigía al patio de la escuela, ya que era la hora del descanso. Se sentó bajo de la sombra de un árbol...solo. En eso escuchó unos pasos que se aproximaban. Alzó la vista para ver quién era y vio a Rukawa caminando al borde para quedarse dormido. El pelirrojo sintió su sangre hervir, pero a la vez sintió otra extraña sensación invadirle. Su corazón latía con una mayor velocidad, como le solía ocurrir cuando estaba con Haruko. No sabía por qué, pero no podía despegar la vista del chico de cabellos oscuros y mirada fría. Su cabello se movía por una pequeña brisa que corría. Sus cabellos despeinados y lisos, negros como la noche. Su tez blanca, sus facciones finas y suaves, casi perfectas. Su nariz recta, sin imperfecciones, al igual que su boca. Tenía bien dibujada la línea de sus labios, ni muy gruesos ni muy escasos, sensuales. Sus ojos estaban cerrados, pero podía recordarlos a la perfección abiertos, azules color noche y hielo. Pero sin duda lo que más le llamaba la atención era su frialdad e inexpresividad, mezclado con la perfecta hermosura de su rostro.
-¡¿En que diablos estoy pensando?!, ¡¿por qué de repente me quedo pegado mirando a ese estúpido zorro?! Argh! Siempre me saca de quicio, pero ya verá!
El pelirrojo salió de su estupor y se incorporó de un salto. Sus puños estaban fuertemente apretados, listos para golpear.
-¡Estúpido kitsune!-gruñó Hanamichi.
Rukawa abrió uno de sus ojos, al ver al pelirrojo con una mirada fulminante, sólo logró despertarse. Lo miró directo a los ojos, Hanamichi sintió una especie de ola que le corría por el cuerpo, se quedó inmóvil. El muchacho más bajo continuó caminando, dejando al más alto unos pasos más atrás.
Sakuragi volvió en sí, y su mirada se volvió nuevamente de fuego. Se iba a abalanzar sobre Rukawa.
-¡¡No me ignores, idiota!!-bramó exasperado.
Le dio un golpe directo a la cara, que causó que el muchacho de cabellos oscuros retrocediera unos pasos. Rukawa llevó una de sus manos a la mejilla que recibió el golpe y se la sobó. Miró nuevamente a Hanamichi, esta vez molesto.
-¿Qué quieres do'aho?-inquirió manteniendo siempre el mismo tono de voz de indiferencia.
-¡Eso es para que aprendas a no burlarte de un tensai como yo, kitsune!-le dijo con ambas manos en sus caderas.
-Torpe-le dijo al tiempo en que golpeaba al pelirrojo en la nariz, iniciando así una nueva riña.
Se dieron mutuos golpes, hasta que ambos terminaron agotados y sumamente lastimados. Rukawa se alejó de Hanamichi mascullando entre dientes. Nuevamente tendría que ir a la enfermería por causa de ese do'aho. El chico de cabellos rojos se quedó entre estupefacto e airado.
Ese maldito do'aho, siempre me golpea sin ninguna razón. Igual que la primera vez que nos conocimos, con sólo decirle mi nombre su mirada se tornó llena de odio y me golpeó. Nunca nadie me había hecho tanto daño físico como él. Ahora, cada vez que me ve, encuentra el momento para insultarme o golpearme. No se de dónde saca ese odio. Yo no creo odiarlo, en lo absoluto. Al comienzo, cuando lo vi en la azotea de la escuela me asombró. Tal vez fue su extraño cabello pelirrojo, tal vez sus ojos que me miraban algo perplejos. Nunca una persona me había llamado la atención de ese modo al primer momento en que la veía. Pero preferí mantener esa fachada fría que siempre tengo y que creo que en verdad es la mía. Cuando supe que entró al equipo de basketball creo que me alegré, aunque sé que en su caso fue todo lo contrario. Cada vez que podía me lanzaba un balón sobre mi cabeza, me golpeaba con su cabeza sobre la mía o me insultaba. Puede sonar extraño, pero siento que me agrada que me trate así, porque me fascina esa, cómo decirlo, vitalidad que posee. A demás no debo de desdeñar su capacidad en los deportes, es un principiante, sí, pero tiene un talento innato. Pero es la técnica lo que le falla, aunque durante el campeonato nacional demostró su gran capacidad, dejándome más que asombrado. Creo, creo que hay algo de él que me agrada mucho, casi al punto de...No, no lo creo.
El chico de cabellos negros salió de la enfermería con unas vendas en su cabeza y se dispuso a ir a clases. Concilió el sueño dentro del salón, logrando así que lo expulsaran de clases. Rukawa decidió ir a la azotea a continuar con su descanso. Al llegar recordó el momento en que vio por primera vez a Hanamichi. No pudo evitar sonreír, aunque muy levemente. Se recostó sobre el suelo que estaba tibia por causa del sol.
Despertó con el timbre. Se incorporó y se fue a la baranda de la azotea, contempló lo que se veía de la ciudad. Una brisa corría por su rostro pálido. Por un momento pensó en lanzarse hacia el vacío. No quería más de su soledad, esa que llegaba y se perpetuaba en él siempre. Pero sólo fue un pensamiento, no lograba conseguir el valor de suicidarse. En eso sintió una mano que se posaba sobre su hombro tímidamente. Sintió un leve escalofrío, pensando que podría ser esa persona...pero no, esa mano era más delicada, fina, pequeña...la de una mujer.
Volteo su cabeza, miró a la chica con su mirada fría. Ella se ruborizó y evitó encontrarse con la mirada del chico. Retrocedió unos pasos, cada vez más sonrojada.
-Sumimasen Rukawa-san -dijo Haruko
-Hum?......
-Siento haberte interrumpido, pero, pero creí que ibas a cometer una locura.
Creo haber visto antes a esta chica, pero no recuerdo dónde. Me molesta su presencia...Me parece que ella ha estado durante los entrenamientos, pero no estoy muy seguro. ¡Ah!, esta es la chica, ella es la del pañuelo...Lo recuerdo, fue el día que conocí al do'aho, ella estaba también con nosotros, me ofreció un pañuelo para que me pudiera sacar la sangre...¡Claro que es ella! La que le reprochó a Sakuragi el haberme golpeado, mientras que a él se le venía el mundo abajo.
-De todos modos ya lo hiciste-dijo secamente el chico de cabellos negros.-Permiso.
Si ese do'aho me viera aquí con ella seguro me golpearía más fuerte que de costumbre. Esa chica es una estúpida, detesto a esas que se dicen enamoradas de mí cuando ni me conocen...Además de pertenecerle el corazón de él a ella...¡Demonios! Esta es la causante del odio que creía irracional de ese torpe. Por eso es mejor que me aleje de ella, mejor será que me vaya al entrenamiento.
Rukawa iba bajando las escaleras cuando vio subir al pelirrojo. Sus miradas se encontraron. Por unos instantes ambas estaban sorprendidas, hasta parecían a gusto. Pero al cabo de unos segundos el fuego y el odio se incendió en los rasgados ojos del pelirrojo, y el aire frío del otro volvían también a aparecer. El chico más bajo continuó bajando las escaleras, aunque más pausado que antes.
-Maldito kitsune-murmuró Hanamichi mientras que veía alejarse a Rukawa.
Al ver desaparecer a Rukawa terminó de subir las escaleras, encontrándose con la sorpresa que Haruko estaba en la azotea, sola.
¡Maldito baka! Él estaba con Haruko aquí, los dos solos. Lo odio, ¡lo odio! ¡¡Mierda!! Ese bastardo siempre consigue todo, lo detesto. Ella está con la mirada perdida, típica de una enamorada. ¿Por qué? ¡¿Por qué diablos lo amas a él!? Por un momento creí, mierda, por un momento pensé que no lo odiaba, por el contrario...¡Si soy un imbécil!!!
-Haruko-chan...-musitó Hanamichi antes de ingresar por completo a la azotea. Prefirió alejarse, ya que de todos modos ella no se había percatado de su presencia.
Bajó corriendo las escaleras. La rabia, la impotencia, el odio y la tristeza lo estaban invadiendo al punto de sacarle un par de lágrimas que quedaron en sus mejillas. Fue al camarín y se puso la ropa para entrenar. Unas nuevas lágrimas le nublaron la vista, bajando por sus mejillas en esos momentos rojas.
-Maldito kitsune, maldito kitsune, maldito.......-se repetía silenciosamente, pero lo suficiente como para que el sujeto que también se encontraba allí lo oyera.
No se ha percatado de mi presencia. Supongo que creyó que ella y yo estuvimos juntos allá arriba. Cómo me gustaría aclararle que entre yo y ella no hay nada, que yo no siento nada por ella, que sólo lo amo a......Me gustaría terminar con su dolor, pero no puedo decirle que ella no lo ama, y que yo a ella tampoco. Eso lo confundiría, lo haría odiarme más y eso no lo podría soportar. No sé qué le ve a esa. Es una tonta, estúpida, superficial.....Aunque eso no es lo que en verdad me molesta. Lo que me causa ira frente a ella es que lo haga sufrir de esa forma, que le de esas esperanzas y que luego lo desilusione causándole daño. Además gracias a ella él me odia, gracias a ella él sufre, gracias a ella es que yo estoy siempre más lejos de él. La odio, ¡la odio!
Sentí un ruido cerca de mí. Voltee lentamente. Ahí lo vi. Con su mirada fría de siempre, con su rostro perfecto del cual tantas andan suspirando. Alto, pero no tanto como yo. Pálido, despeinado y con un aire soñoliento...Como siempre. No sé por qué, pero sentía en esos instantes tanto odio hacia él, que al verlo se me quitó. Nuevamente sentí mi corazón latir con mayor fuerza. Se detuvo frente a mí. Mirándome. Sus ojos intentaban penetrar los míos. En eso volví a mí. Fruncí mi entrecejo fuertemente, pero no le dije nada, ni siquiera tuve deseos de golpearlo. Sólo quise que viera el odio que le sentía, o el que creía sentirle, y creo que lo percibió. Alejó su mirada de la mía. Sonreí para mí mismo. Aunque aún continuaba detenido junto a mí, él no me miraba ya a los ojos y eso demostraba que le molestó. Pero en eso dirigió su mirada nuevamente hacia mí y abrió su boca para decirme algo.
-Quiero que sepas que ella y yo no estábamos juntos, fue sólo una casualidad-declaró el muchacho de mirada fría con su típico tono.
-Uh?..........
Dije eso no sé si para mayor sorpresa de él o que la de la mía. Sólo sé que me dolió como hielo esa mirada llena de odio que me lanzó. Me vi en la necesidad de borrar ese odio en la mirada que tanto me gusta. Y creo que lo logré, por lo menos el odio se cambió por perplejidad y por los ojos más abiertos nunca antes vistos. Claro, quién iba de imaginarse que Rukawa anduviera dando explicaciones. La petrificación ante mí mismo me puso un tanto nervioso (para no decir bastante), y para no dar señales de eso, me retiré. Dejando a ese do'aho "algo" confundido y pasmado.
Logré salir de ese estúpido estupor que se acostumbra a invadirme cuando él aparece con una de sus extrañas reacciones. Él dándome explicaciones de sus actos. No sé, pero me sentí tranquilo, y no por qué Haruko no hubiese estado con ese zorro, sino por que él no era tan frío como pensaba. Ahora que lo pienso yo estaba con unas lágrimas....¡Maldición! Ese baka me vio casi al borde del llanto.
El pelirrojo miraba sorprendido a Rukawa, quien empezaba alejarse de los camarines. Salió de éste y Hanamichi se incorporó de la banca donde estaba sentado. Se dirigió al entrenamiento. Allí no pronunció palabra alguna, estaba retraído y callado. Al equipo le extrañó esa reacción, pero no le dieron mayor importancia. Por otra parte Rukawa no hablaba casi nada, pero como ya era una costumbre nadie notó que él también estaba algo extraño.
Al término del entrenamiento los dos sujetos de primer año, el de cabellos negros y el Pelirrojo les tocaba turno de limpiar el gimnasio. Ambos habían olvidado por el incidente que hoy les tocaba hacer la limpieza.
No sé qué diablos pasa que este estúpido Kitsune está apareciendo en todas partes donde estoy. Bueno, en fin no podía decir palabra alguna, aún continuaba algo desconcertado como para expresar mi disgusto. Así que pesqué la escoba y empecé a asear el gimnasio. No hablé ni gruñí. De vez en cuando miraba de reojo a ese kitsune, quien seguía barriendo sin prestarme mucha atención, en eso yo me molestaba y barría más rápido. Yo ya estaba terminando cuando sentí al zorro jadeando. No le di mayor importancia, hasta que sentí un estruendo en el piso y lo vi en el suelo, inconsciente. Tiré la escoba al piso y fui a auxiliarlo. En verdad estaba al preocupado.
-Hey, kitsune...¡Reacciona!-le decía meciéndolo fuertemente. No me contestaba.
Estaba tirado con el estomago en el piso, voltee su cuerpo y vi que su rostro estaba más pálido que de costumbre. Su respiración era agitada, como si estuviese muy agotado. Lo mecí nuevamente, pero no reaccionaba. Me asusta aún más, ya que su respiración se iba haciendo ahora costosa. Sus dientes estaban algo apretados y su ceño también. Lo puse sobre mis brazos y lo llevé a la enfermería. Durante el trayecto podía sentir su respiración cesar cada vez más, su cabeza estaba apoyada en mi hombro, con sus suaves cabellos azabaches rozándome las mejillas. Mi corazón estaba algo acelerado, por preocupación y por cierto malestar que siento también cuando estoy con Haruko, pero éste es más distinto. Sus brazos y manos caían hacia el suelo, pesadamente, y sus pies eran sostenidos por mis brazos. No sé, pero al llevarlo así, lo sentía muy frágil. Él no es muy corpulento, por el contrario, es delgado y de apariencia algo débil, pero su estado físico con sus músculos demuestran lo contrario, pero en esos momentos parecía demasiado débil e indefenso.
Al llegar a la enfermería de la preparatoria, lo recosté en la camilla. La enfermera lo examinó, diciéndome que había sido sólo un simple desmayo. Me sentí aliviado y aún no sé por que. Lo contemplé antes de salir de la enfermería. Ahí estaba, con la respiración más calmada y normal. Su tez blanca como siempre, con los ojos cerrados y su pelo despeinado. Creo que estaba durmiendo, y no me extrañaría. Es de esperarse todo de ese kitsune; se puede estar muriendo, pero él va a estar muy tranquilo durmiendo. Salí de la enfermería caminando hacia mi casa.
Me desperté en un cuarto blanco, algo familiar. Me tomó unos segundos notar que estaba en la enfermería de la escuela. Me senté en la camilla y sentí unos ojos observándome. Era esa joven mujer que anteriormente me había curado las heridas que me había dejado ese do'aho. Ella me miraba con una sonrisa, pero con algo de preocupación.
-¿Cómo estas?inquirió esperando mi respuestas, yo sólo asentí.-Sabes, es la segunda vez que te apareces por aquí en el día, y sueles venir muy frecuente.
-Hum......-respondí mirándola. No estaba de humor como para dar explicaciones.
-Bueno, en todo caso no me molesta que vengas, por el contrario, pero hoy te desmayaste.
Creo que me asombré un poco. Por un momento creí que había sido por causa del entrenamiento, pero fue tan poco mi esfuerzo físico del día de hoy que descarté esa posibilidad. No es la primera vez que me desmayo sin ninguna razón aparente, y eso me preocupó.
De a poco vinieron los recuerdos de antes del desmayo...Estaba con el do'aho limpiando el gimnasio. En eso se me nubló la vista y perdí la conciencia. Pero, ¿cómo habré llegado a la enfermería?
-Disculpe, ¿pero cómo es que llegué aquí?-le pregunté mirándola fijamente
-Te trajo un joven alto y pelirrojo. Me encargó que te cuidara.
Mi corazón se detuvo al escuchar esas palabras. Él me trajo hasta acá, es decir se ha preocupado por mí. Yo pensé que al verme inconsciente me haría cualquiera de esas estupideces que sólo a él se le ocurren, pero en vez de eso me trajo hasta la enfermería, seguramente cargándome entre sus brazos y le encargó a la enfermera que me cuidara. Tal vez, quizás no me odie tanto...En una de esas no me deteste tanto. Creo que una sonrisa se dibujó en mi rostro, aunque debe de haber sido imperceptible para esa mujer. Me incorporé le, di las gracias y me fui. Creo que estaba contento.
Rukawa corrió hacia el gimnasio para encontrar a Hanamichi y agradecerle lo que hizo por él, a demás de poder aclarar sus sentimientos.
Ya iba llegando al gimnasio, cuando vio que estaba esa chica nuevamente. Estaba parada en el umbral de la puerta del gimnasio, estaba hablando con alguien, pero no se veía con quién, porque esa persona estaba dentro del gimnasio, del otro lado del umbral, donde Rukawa no podía verlo.
Su ceño se frunció, caminó ahora más lento (dejó de correr al instante mismo en que la vio). Estaba cada vez más próximo a ella, y sentía cómo le hervía la sangre, pero su rostro permanecía igual, sin mostrar ninguna emoción aparente. Ella aún no se percataba de su presencia. Rukawa estaba a sólo unos pasos de Haruko, cuando ella escuchó el ruido que producían las pisadas del chico. Volteó su mirada y se encontró con unos ojos azules mirándola fijo y fríamente. Ambas miradas se quedaron sumidas en un mar de sentimientos encontrados; él de odio, ella de amor.
El acompañante de la chica notó su repentina distracción y asomó su cabeza por la puerta y observó al chico de mirada fría con Haruko a unos pasos de distancia y mirándose a los ojos. Rukawa se percató que el sujeto se estaba asomando por la puerta. Ambos se asombraron al verse. Ya que el que estaba con Haruko era Hanamichi.
Ahí está nuevamente, ya repuesto. Pensé que iba a reaccionar en un tiempo más, pero no había tomado en cuenta su buen estado físico, que lo hacen convertirse en el súper novato. Me pregunto a qué ha venido.
Ella está mirándolo, algo sonrojada. No me molesta que esté así por él...Ya no, y no sé por que. Sólo sé que me inquieta saber por qué Él ha venido, aunque supongo que es para buscar sus cosas. Aún me está mirando, y yo a él. Los dos serios, sin ira.
De repente bajó su mirada algo rápido, y abrió su boca un poco para hablar, supongo:
Vine a agradecerte por lo de antes-me dijo sin mirarme. Tal vez avergonzado, algo raro en él.
Y...¿qué esperabas, Kitsune?-respondí fríamente, pero sin enojo.
Al escuchar mis palabras me miró, luego caminó a los camarines, a buscar sus cosas. Dirigí mi mirada hacia Haruko, ella estaba algo petrificada. Claro, quien no estaría estupefacto y confuso al escuchar al mismísimo Rukawa agradeciéndome a mí algo. Hasta a mí me resulta extraño.
No se ha molestado al verme con ella, no se molestó al verme a mí y eso me alegra. Supongo que también le sorprendió el hecho de que yo le agradeciera algo...Tal vez no se animó a enojarse y golpearme porque creyó que yo aún estaba débil por lo del desmayo... Quién sabe. Lo bueno de todo esto es que esa estúpida niña no se interpuso entre nosotros, a pesar de que estaba allí mismo, con él, pero sin nosotros. Lejana. Pero creo que ahora ambos han vuelto a ser próximos, y yo de ella también, por que mientras él exista, ella existirá para mí.