Capítulo 5
Llegó el gran día. Partido contra Ryonan. Después de la paliza que le dieron a Kainan, tenían todas las ganas de repetirlo. Kainan literalmente mordió el polvo que tenían las zapatillas de Ru y Hana. Ni siquiera Maki y Kyota pudieron alcanzar siquiera la sombra de esos dos. Un marcador de 100 70 lo decía todo. La fiesta después del partido en la casa de Gori fue memorable. Hana estaba tan borracho que ni siquiera se dio cuenta que Ru no estaba. Tan ebrio que despertó en la cama de Haruko. Afortunadamente entre ellos dos dormían Ayako y Ryota.
Y ahora, Ryonan-Sendoh. Habían estado preparando una serie de jugadas ultra especiales, como el salto doble, fintas en el aire, desapariciones de balones, pases invisibles, y la especialidad de esos dos,saber lo que planeaba el otro con solo mirarlo a los ojos, jugadas visuales las bautizaron ellos.
Conocían tan bien los movimientos del otro que lo que empezaba uno el otro lo continuaba sin darse cuenta. Eran la dupla perfecta.
Tan seguros estaban de ganar, que Ru acepto la apuesta de Hana de quien hacia más puntos. El perdedor haría lo que quisiera el ganador. Y cierto pelirrojo tenía un diablito de consejero.
Sen los saludó de una sonrisa. Había estado en el partido contra Kainan, y sabía perfectamente que podían hacer esos dos. Extrañamente, Ru le devolvió la sonrisa.
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En el transcurso del partido solo se escuchó silencio. Como en un templo, porque cada jugada merecía una oración de gracias. Ru y Hana tenía a todos pendientes de sus jugadas, incluso a sus compañeros de equipo. Ryota, Gori y Mitsui ayudaron, su misión era pasarle el balón a esos dos. Tenían a Sen de cabezas. Nunca sabia que iban a hacer, pase, salto, giro, la metía o la pasaba, triple, clavada, desde media cancha (nueva especialidad de Ru), desde bajo del tablero, o la metería Mitsui, gori, o de repente no sabia quien, porque entre tantos pases tan rápidos no se daba cuenta. Y aunque no se miraran sabían que hacer, lo que parecía sorpresivo para todos para el otro no lo era. Estaba a punto de hacerle un foul a uno para saber a que atenerse. Pero Koshino le leyó el pensamiento, y Ouzumi era un buen adivino. Y con una diferencia de 70 puntos todo vale.
Cuando Ru estaba en el aire a punto de meter una clavada espectacular, Koshino salto atrás de él, pero mucho mas abajo. Con su cuerpo se cargó contra las piernas de Ru, haciéndole perder el equilibrio. Con eso se daría un golpe que lo dejaría viendo estrellas por unos 20 minutos. Pero Ouzumi no se dio cuenta de la jugada de Koshino, salto delante de él, y más alto. Como resultado, perdió el equilibrio de su cuerpo y al tratar de evitar el cuerpo de Ouzumi echo su cabeza hacia atrás. Se golpeó la cabeza contra el aro, para luego golpeársela de nuevo contra el tablero, para luego azotársela contra el suelo. A todos se les detuvo el corazón.
Hana voló a su lado. Con sus ojos llenos de lágrimas le hablaba al oído, tocándole la cara, las manos, tratando de que le respondiera. No respondió. Alguien llamó a la ambulancia. Hana se levantó, se acerco a Koshino y le dio un golpe seco que casi le rompió la mandíbula. A Ouzumi le dio una patada baja, a lo karateca, en el tobillo. Seguramente no jugaría en unas 2 semanas mínimo. Se acercó a Ru para ver como seguía. Pero dos gigantones le impidieron el paso. Es más, sacaron a todos del lado de Ru. Impecablemente vestidos, al estilo oriental, avanzaron diciendo que uno de ellos era médico. Y lo era. Quien sabrá que hizo, pero Ru abrió los ojos, e hizo el intento de pararse. Otro de los grandes se lo impidió, y le dijo algo al oído. Luego desaparecieron.
Cuando el médico vio a Ru, le mandó una semana de reposo. A parte de un cototo en su dura cabeza estaba bastante bien. Un poco mareado al principio. Y era que no, Hana se auto designó para cuidarlo.
Fue una semana única. Hana aprendió más por amor que por capacidades a cocinar una sopa de pollo decente, a hacer camas, a lavar platos, a pasar la aspiradora y a lavar ropa.
Y Ru estaba tan tranquilo, que daba gusto. Hablaba más que de costumbre, y con Hana se dedicó a ver los videos familiares hasta que les dio puntada. Hana averiguo más de la vida de Ru en una semana que en un año. Y se enamoró más de él en una semana que en todo el tiempo que llevaba de amarlo.
Se perdió en sus sonrisas, en esa mirada azul tan limpia y sincera. Sabia que lo veía como un amigo, pero era hora de cambiar eso. Y no sabia como.
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Era de noche, y Hana no podía dormir. Se levantó para espantar ciertas ideas que le rondaban la mente y no lo dejaban en paz. Dormía pendiente del zorro, y era a él lo primero que Ru veía cada mañana, con el café y unas tostadas al horizonte de su vista, y era lo último, cuando lo tapaba hasta las orejas y le deseaba buenas noches. Sabia que Ru trataba de no fumar en su presencia porque sabía que a Hana le incomodaba, y Hana se aprovechaba y no lo dejaba ni a sol ni a sombra. Incluso él tampoco fue a clases en esa semana, se reportó enfermo.
Pero a pesar de todo, le gustaba ese olor a tabaco que sentía en el ambiente cuando dejaba a Ru solo. Esa mezcla de olor a Ru-tabaco se había transformado en su olor preferido, lo hubiese reconocido aunque ya no pudiera oler, y sabía que solo él conocía ese olor, era suyo.
Se volvió a acostar más tranquilo, no se escuchaba ningún ruido. Estaba a punto de dormirse cuando sintió que su puerta se abría.
Ru estaba en el marco de la puerta, cigarrillo prendido en la boca, sus boxer negros, tan despeinado como siempre y con sus ojos tan azules como la noche.
Se sentó en la cama de Hana y lo miró a los ojos.
Hana intento ser el mismo de siempre, a pesar del golpeteo que sentía en el pecho. Ru no dijo nada, solo se limito a fumar su cigarrillo en silencio y a mirarlo. Hana se sentía tan extraño con esa mirada que bajo la vista y se ruborizo furioso.
Fue cosa de segundos en sentir unos dedos en su mentón que le levantaban la cara suavemente y el tacto de unos labios sobre los suyos. Hana cerró los ojos deseando que si esto era también un sueño no se despertara en mucho tiempo.
Sus labios estaban tibios, y trataban con movimientos suaves que Hana abriera los suyos y se les uniera. Hana apretó los ojos aún más y abrazó a Ru con fuerza, manteniéndolo sobre su pecho y besándolo con hambre. Sintió el sabor a tabaco que Ru tenía en la boca. Eso no era un sueño.
Lo tomó del cuello y se dispuso a besarlo hasta que se le acabara el oxigeno. Afortunadamente Ru tuvo la misma idea, pero más que besarlo, se lo comía. Se comió su boca, su cuello, mientras trataba de robarse sus pezones y despertar a su sexo. Hana trataba de respirar y de sujetarse con fuerza, porque Ru no andaba con delicadezas. El que se las daba de cazador estaba siendo comido sin piedad.
- Vamos a mi cama...- Susurró Ru, mientras le comía una oreja.
Hana no encontró nada mejor que llevarlo en brazos para allá Es que no debes caminar todavía-le dijo con una sonrisa juguetona.
Lo depositó en esa cama de sábanas negras tan suaves, a esa pálida ofrenda ante el hambre de un Dios. Ru se sentó rápidamente y de un movimiento más rápido aún le bajo los boxer. Hana lo miró sorprendido pero con una mirada hambrienta en los ojos. Le quitó los suyos, para ver a su sexo duro y firme esperarlo e invitándolo a la cacería. Preparó su armamento y comenzó la guerra. (Sol: que cursi me salió!!!!!)
Con un movimiento rápido Ru tomó el mando. Le comía la boca, ahogando sus gemidos, mientras apretaba su pelvis contra la suya. De pronto se levantó para tomar aire, y Hana aprovecho también de tomar un poco. Abrazó el aire. Ru ya no estaba sobre suyo. Había dirigido toda su atención un poco más abajo, TODA SU ATENCIÓN, y estaba entretenido fastidiando a la pareja mientras besaba al que estaba solo. Con una experiencia que no quiso saber de donde venia, acaricio su sexo con una lengua sabia y ágil, acariciándolo y succionando, mordiendo y lamiendo, tragando, comiendo, bebiendo. En momentos solo se dedicaba a molestar su punta, en otros, como si tuviera hambre, se lo comía todo, aunque le raspara la garganta, mientras con sus manos acariciaba sus testículos moviéndolos con anciana sabiduría. Hana tenía sábana en la boca para no gritar, y su cuerpo vibraba como un violín en manos de un experto violinista. Ru sabía que, como y donde tocar a Hana en cada momento.
Bebió el semen que explotaba como lava, cada gota fue para él, no dejó una sola, mientras Hana explotaba en sensaciones nuevas, que le embobaban cada sentido. Ya no veía, oía olía, solo sentía, solo eso.
Una vez saciada su sed Ru dejó a Hana. Hana no perdió el tiempo y se dedicó a molestar a Rukawa. Pero Ru tenía otros planes. De un movimiento violento, giró a Hana de espaldas, besándole el hombro para distraerlo...
- Mi turno, Doahou. Cierra los ojos, que solo duele al principio.
Hana cerró los ojos y respiro hondo. Esto no estaba saliendo como tenía pensado.
Ru le puso dos dedos cerca de la boca, y Hana los lamió con absoluta concentración, con una sensualidad que hizo temblar a Ru. Luego abrió sus glúteos y metió un dedo. Hana gimió. Lentamente lo metió aun más, dando suaves movimientos, lubricando las paredes. Sin aviso metió el segundo. Hana mordió las sabanas, agarrándose frenéticamente a ellas. Ru se dio cuenta del dolor que le producía y le beso el cuello, dándole suaves mordiscos. Sin un quejido, saco sus dedos y los remplazó con su sexo. Hana gritó. A pesar de que había lubricado, esa invasión remeció cada fibra nerviosa de su ser. Con dolor y un placer indescriptible le pidió a Ru que siguiera. Y lo hizo. Hana estaba a punto de llorar cuando Ru lo metió en toda su extensión, y de gritar cuando Ru tomó un ritmo. Dolor, placer, al final eran lo mismo. El ritmo creció, subió hasta casi hacerse violento. Hana se afirmaba de lo que podía, levantando su cuerpo para que Ru entrara mejor y así él pudiera ayudar a su sexo a liberar el fuego que tenía dentro. Apoyó su cabeza en las sabanas y la escondió en ellas, para morder, para no gritar, mientras sus caderas estaban en lo alto, unidas a Ru. Y sintió a Ru explotar dentro suyo, con esa invasión cálida que le abrasaba las entrañas, simultanea a la suya, que manchó todo lo que tenía a su alcance. Casi desmayado cayó a las sábanas, Ru todavía dentro de él, jadeando.
Se despegaron sin un quejido. Ru lo abrazó, abrazando a una cintura media inconsciente, tratando de que despertara dándole suaves mordiscos a su cuello. Hana abrió los ojos, solo para voltearse y poner esa morena cara en su pecho, sobre su corazón. Quería sentir ese ritmo, ese golpeteo que cada vez estaba más tranquilo. Quería sentir que eso no fue un sueño. Se acurrucó en los fuertes brazos de su amante, quien le devolvió el abrazo con delicadeza.
- Te amo, Kaede- Dijo un Hana ruborizado, con su cara escondida en el pecho de Ru.
- Yo tambien, Doahou.
- ...-
- Y cuando me lo planeabas decir? Me aburrí de esperarte tarado.
Hana lo miro con ganas de empezar una pelea, pero vio tanta sinceridad y risa en sus ojos que mejor se mordió la lengua y cerró los ojos.
- Mañana te respondo, kitsune- añadió ya entre sueños. Kaede lo imitó inmediatamente.
*****
Estaba ya amaneciendo cuando Hana se despertó sobresaltado, asustado. Pero respiro tranquilo cuando sintió una mano que le abrazaba la cintura. No había sido un sueño. Se volvió a dormir.
Cuando despertó de nuevo, lo primero que vieron sus ojos fue una bandeja, con el desayuno listo, y a cierto zorro trayendo el café recién hecho. En un gesto absoluto de regaloneo, se acostó con la cabeza apoyada en sus muslos, mientras Kaede le daba de comer en la boca. Esas fueron las tostadas quemadas más ricas que hubiera probado en toda su vida. Estaba tan cansado que empezó a quedarse dormido mientras Kaede terminaba el café. Dejó la taza en el suelo y abrazó a ese monito dormilón, tapados con un plumón de plumas (Ru había tenido la excelente idea de sacar las sabanas un poco manchadas y cambiarlas por el plumón).
Cuando Hana despertó de nuevo, ya era mediodía. Estiró el brazo hacia donde estaba el cuerpo de su amante, pero no encontró nada. Si sacar la cara de la sábana, lo llamó con una voz dormilona. No respondió nadie. Se levantó a buscarlo. No estaba. Estaba a punto de asustarse cuando recordó que Kaede le dijo algo mientras dormía. Recordó como lo despertó con besos suaves y molestosos en su cuello, y que le dijo que tenía que salir un momento. Estaba tan dormido que respondió que sí a todo, pero no sabía a que. También recordó que le dijo que nunca olvidara que lo amaba. Otro sí más fue su respuesta.
Hana se duchó, arregló un poco la casa, especialmente el dormitorio, lavó las sábanas e incluso cocinó una olla de tallarines con salsa para la cena. Debía reconocer que estaba ya muy diestro en eso, y estaba tan contento que no se daba ni cuenta lo que estaba haciendo.
A eso de las 6, se sentó en el sillón preferido de Ru, con unas palomitas de maíz que había comprado y unas películas de la NBA de Ru que no había visto, esperando que Kaede llegara.
Esperó sentado en ese sillón dos días enteros.