Capítulo 2: Tercer año: Pelea y Atravesar


Touya

No creí que el segundo semestre de mi último año de preparatoria empezaría así. Tan mal.

Según Don Quijote, los caballeros andantes creían que si al primer intento no tenían éxito en una empresa (*), entonces debían seguir de largo, porque no era para ellos. Se llama destino. Pero en mi caso, tenía nombre y apellido: Nakuru Akizuki.

Llámenme raro, pero no me gusta conocer a alguien de la forma en que la conocí a ella. Colgada a mi cuello. Y apareciendo en el momento menos indicado.

Algo estaba por empezar. Y no eran sólo las clases.

Yukito

Me sentía raro cuando empezó ese año empezaron las clases. Mejor dicho... extraño. Y lo peor es que me sentía extraño conmigo mismo. Como si algo hubiera cambiado en mí. No podía explicármelo, así que me lo guardé. Sentía como si un ciclo empezara. Como si una etapa empezara...

¿Cómo explicar algo así? Ni a To-ya pude decírselo, ya que parecía tener sus propios problemas.

Buena forma de empezar el año, ¿no?

Touya

Para la mitología grecolatina, los hombres estábamos a merced de los dioses y sus caprichos. No servía pelear, porque tarde o temprano terminarían sucumbiendo ante lo inevitable de su destino. Me acordaba de eso cada vez que en mis intentos por decirle todo a Yuki, Akizuki aparecía y lo arruinaba todo.

No tenía caso negármelo. No era coincidencia. Akizuki sabía perfectamente cada vez que yo estaba a solas con Yuki e intentaba contarle. E interrumpía a propósito en el momento justo. Sé que lo hacía adrede, aunque ella lo negara.

Noté de inmediato que Akizuki tampoco era humana. Parecía ser lo mismo que Yukito, sólo que ella sí estaba consciente de su condición.

Y para colmo de males, Yuki empezó a estar somnoliento todo el día, comer muchísimo más sin quedar satisfecho nunca y lo que me dio el ultimátum, comenzó a desaparecer. Literalmente.

Jamás olvidaré aquel primero de enero. Cuando había quedado de acompañarnos a papá, Sakura y a mí al templo y no apareció. No recuerdo haber tenido un presentimiento tan malo como el que tuve en ese momento. Sabía que algo le había pasado... y sólo pensaba en lo peor: que no volvería a ver a Yuki. No podía soportarlo. No volver a ver su amigable sonrisa, no volver a sentir su tan tranquila presencia, no volver a escuchar las tiernas y amables palabras que siempre tenía para mí... no pude soportarlo. Y a pesar del inmediato alivio que sentí al encontrarlo aun en su casa, este se desapareció igual de rápido al ver cómo estaba ahí, desmayado en la entrada. Lo que pasó después entre que recuperaste y volviste a perder el sentido, sigue en mi cabeza como un borroso recuerdo. Sólo que en ese momento fue un aviso de lo que pasaría si no hacía algo rápido.

Yo no sería otro Edipo u Odiseo cualquiera: daría pelea. Aun si esa pelea era contra el destino.

Yukito

Una vez leí que al empezar la adolescencia, por un breve periodo se está siempre con sueño. No recuerdo haber pasado por eso. A menos que la adolescencia me llegara a los 17.

Aunque nunca había tenido problemas en la escuela, ese año se me acumularon todos. Y sólo eran regaños por quedarme dormido en clases o llegar tarde por la misma razón. A pesar de que algunos días tenía el mínimo de actividad física como para cansarme, siempre me moría de sueño. Siempre. Y no encontré forma para evitarlo. Igual que con la comida. Siempre comí harto, pero de pronto sin importar cuánto comiera no lograba quedar satisfecho. Ni aun comiendo el doble de lo habitual. Y todos podían darse cuenta. Pero lo que más me preocupó fueron los repentinos desmayos que empecé a sufrir a menudo. Eso, y algunas lagunas mentales. Había veces en que no recordaba que había hecho minutos atrás, e incluso no sabía cómo había llegado a algún lugar a veces. Como la vez e que cuando 'desperté' estaba en casa de los Kinomoto sin saber cómo había llegado y porqué estaba ahí, frente a Sakura quien tuvo que recordármelo, aunque 'explicármelo' se parece más a lo que sentí en ese momento.

Me pasó algo similar cuando el compañero de Sakura, Hiragizawa, me ayudó cuando me desmayé en el lado de la primaria, aunque no recordaba cuándo me había pasado para allá.

Era de esperarse que cosas así no pasaran desapercibidas para los demás. Especialmente To-ya, quien sé que estuvo muy preocupado aun sin decirlo. Me miraba de forma distinta, como si fuera a desaparecer en cualquier momento, cuando estabamos juntos. Y me pedía que no me fuera de su lado. Que yo supiera, no iba a irme a ningún lado. Al menos no por mi propia voluntad. ¿Qué era lo que él sabía sobre todo esto y yo no?

"¿Aun no te das cuenta? Entonces yo me quedaré con él". Esas palabras de Akizuki me dijo una vez más no dejan de repetirse en mi cabeza una y otra vez. No, aun no me doy cuenta de qué es lo que me pasa. Pero lo haré.

Esta será una de las etapas más difíciles por las que deberé atravesar.


Nota: *: Empresa en el sentido de aventura o misión, no como compañía o ese estilo de cosas.