Capítulo 5: Amor vs Dolor
¡Cumbre de los martirios!... Llevar eternamente
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!
Yukito sostenía entre sus dedos un muñeco igual a él. Sakura lo había elaborado con sus propias manos para dárselo como regalo de navidad y de cumpleaños. Se encontraban en el festival de navidad de Tomoeda. Pequeños copos de nieve danzaban alrededor de ellos y caían gráciles sobre sus cabezas y sus hombros. Yukito le dio las gracias por el regalo y acarició con dulzura la cabeza de la pequeña revolviendo la nieve anidada en su gorro. La niña lo miró con atención. Desde aquél día en que su papá y su hermano le dijeron que Yukito estaba enfermo muy raras veces lo había visto sonreír así. Era la primera vez en casi cinco largos meses que lo veía realmente de buen humor. Se alegró mucho por él.
-Es muy bonito detalle de tu parte Sakura. Te lo agradezco mucho.
-No tienes que agradecerme Yukito, de verdad ¡Ah ! Sakura pegó un brinco cuando un enorme muñeco de nieve se atravesó entre ella y Yukito. -¡Hermano! ¡No me asustes así!
-¿Vas a tomarlo o lo devuelvo? Le preguntó Touya a sus espaldas mientras sostenía el enorme muñeco de peluche frente a ella.
-¿Es para mí? Ay, qué grande es Gracias hermano. ¿Y mi papá?
-Allá está -Respondió Touya señalando uno de los puestos. Si te das prisa lo alcanzarás.
-Está bien Nos veremos más tarde Yukito.
-Adiós Sakura, que te diviertas.
-Tú también. Adiós hermano
-Adiós monstruo
-¡No soy monstruo!
-¡To-ya! No molestes así a tu hermana.
-Oh Mejor vamos
-¿A dónde?
-No preguntes y sígueme.
Yukito hizo lo que Touya le pedía. Caminaron un buen rato entre algunos de los coloridos puestos instalados en el festival. Touya iba delante de Yukito, de vez en cuando se detenía para esperar con paciencia a que Yukito dejara de observar algunas de las cosas que exhibían y después proseguían su camino. Así fue hasta que llegaron a la entrada del templo. Seguía nevando. Touya condujo a Yukito hacia una banca provista de un pequeño techo. No ofrecía gran protección contra el frío, pero al menos estarían resguardados de la nieve.
-¿Y qué hacemos aquí To-ya? Preguntó Yukito lleno de curiosidad.
Touya no le respondió. Sólo se limitó a sacar de entre su abrigo una bolsita de terciopelo gris, atada en el extremo con un delicado moño de color rojo, que luego le extendió a Yukito.
-Feliz cumpleaños Yuki
-Ah Muchas gracias To-ya. No debiste molestarte.
-Sabes bien que no es así.
Yukito abrió la bolsa con cuidado y sacó de ella una pequeña cajita. Estaba hecha de madera de cerezo tallada a mano. En la tapa tenía grabadas en letras doradas las iniciales T y Y.
-Es preciosa To-ya ¿Tú la hiciste?
-Sí
-Pero ¿Cuándo que no me di cuenta?
-En las noches Mientras dormías. Ábrela
Yukito obedeció.
En el fondo de la cajita, forrado también de terciopelo gris, se hallaban acomodados uno junto al otro y unidos en un listoncito de color rojo, dos sencillos, pero hermosos anillos de oro amarillo, uno más grande que el otro. El más grande tenía grabada en relieve la inicial Y. El más pequeño la inicial T. Ambas letras eran pequeñas y de oro blanco.
Yukito se quedó sin aliento.
-Son Preciosos. Pero To-ya, esto debió costarte una fortuna Debiste haber trabajado muchas horas extra para poder
-¿Acaso ves que estoy quejándome por eso? Preguntó Touya en un suave gesto de impaciencia.
Yukito sonrió apenado ante el reclamo de Touya.
-No To-ya. Es sólo que Esto es demasiado. Yo esperaba un regalo tuyo, pero no esperaba tanto
-Vamos Yuki ¿Seguirás preocupándote por eso o sacarás los anillos de la cajita?
Touya observó con atención a Yukito mientras éste deshacía el listón rojo que los unía. Sacó entonces el anillo más grande, el que tenía grabada su inicial y miró a los ojos a Touya. Sabía que ese anillo era para él. Y sin necesidad de que él se lo pidiera tomó su mano derecha entre las suyas y colocó el anillo en su dedo anular.
Transcurrieron varios segundos de silencio, durante los cuales Yukito mantuvo la mano de Touya entre las suyas, sin querer soltarla, mirándolo a los ojos. Y sin dejar de sostenerla tomó el anillo más pequeño y lo colocó sobre su palma, invitando a Touya a hacer lo mismo.
Touya contuvo la respiración. Lentamente tomó la delicada mano de Yukito y con infinita ternura deslizó el anillo en su dedo. Y sin despegar sus ojos azules de los ojos dorados se su gran amor, tomó entre sus dedos los dedos de Yukito y los acercó a sus labios, dejando depositados en ellos un dulce beso.
Yukito cerró los ojos al sentir los cálidos labios de Touya sobre su piel. Una sensación de calor recorrió su cuerpo entero.
-Gracias por este hermoso regalo To-ya
-Yuki, prométeme que no te lo quitarás, ni cuando vayamos a la escuela. Que lo llevarás siempre puesto.
-Te lo prometo To-ya.
-De acuerdo. Touya entrelazó distraídamente sus dedos entre los de Yukito y miró a su alrededor. La nieve se acumulaba formando pequeños montículos en cada uno de los rincones del templo. Hace rato me preguntaste qué hacíamos aquí ¿Lo recuerdas?
-Sí To-ya.
-Bueno, era por dos razones. Una de ellas para entregarte tu regalo
-¿Y la otra?
-Necesitaba un rato a solas Contigo.
Yukito guardó silencio ante ese comentario. Desde la noche en que Touya le confesó que lo amaba no había vuelto a insistir sobre un acercamiento.
-Yuki Tú sabes lo que siento por ti. Sabes que te amo Y yo sé que tú también me amas ¿No es así?
-Sabes que sí To-ya.
-Sólo quería que supieras que tú eres Lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
-To-ya...
-También quiero que sepas que No quisiera seguir ocultando ante los demás lo que sentimos. Es decir En la escuela Yo quisiera que todos supieran que tú y yo Algunas compañeras me han pedido que salga con ellas, y siempre les digo que no porque ya hay alguien especial en mi vida. Y cuando me preguntan quién es Yo quisiera decírselos. Decirles que esa persona especial eres tú.
-Pero To-ya ¿Sabes lo que eso significa? Podrías perder mucho. Eres el capitán del equipo de fútbol. Todos te respetan
-A mí eso no me importa Yuki. Si los que se dicen nuestros amigos no nos aceptan por nuestra relación entonces no son de verdad nuestros amigos. Amistades como ésas no valen la pena. Nadie vale tanto para mí como lo vales tú.
-Pero ¿Y tu familia? ¿Qué dirá tu padre? ¿Y Sakura?
-Eso es otra cosa que quería decirte. Papá lo sabe Desde hace algún tiempo.
-¿Q-Qué? ¿Por qué no me lo habías dicho?
-Porque él mismo me lo pidió. Me aconsejó que esperara un tiempo, no quería que te sintieras presionado. Tú sabes Viviendo con nosotros estaba seguro de que te sentirías incómodo. Además Yo no fui quien se lo dijo. Él se dio cuenta solo. Creo que después de todo no somos buenos disimulando lo que sentimos
-Ah Ya veo -Yukito no pudo evitar sonrojarse ante ese comentario.
-Y en cuanto al monstruo Ella es una niña muy madura para su edad, estoy seguro de que lo entenderá. Además ella te quiere mucho.
-Sí, así es. Sakura es una niña maravillosa. To-ya Yo No sé que decir. Todo es tan Repentino
-Yuki No espero que me respondas en éste momento. Sé que esto es algo que querrás pensar con detenimiento. Sólo quería que supieras que mis intenciones contigo son serias. Que no estoy considerando esto como un juego. Lo que hay entre tú y yo es tan valioso para mí como lo eres tú mismo.
Yukito bajó la cabeza.
-Te lo agradezco To-ya pero No estoy tan seguro De ser tan valioso como tú dices.
-¿Por qué dices eso?
-Tú sabes bien porqué lo digo To-ya. Yo No soy digno de alguien como tú.
Touya se quedó pasmado ante las palabras de Yukito. ¿Cómo era posible que pensara eso? ¿Hasta dónde había sido capaz de afectarle ésa terrible experiencia? Él había comprendido hasta ese momento el dolor físico, las heridas del alma de Yukito que no le habían permitido dejar que Touya lo tocara pero ¿Esto? ¿Cómo era posible que pensara que su valor como persona no era suficiente? ¿Dónde había quedado su autoestima?
Touya se puso de pie y respiró profundamente, cerró los ojos por un instante tratando de mantener la calma y dejó que las palabras fluyeran con lentitud.
-Yuki Si estás tratando de decirme que ya no eres suficiente para mí como persona a causa de lo que te ocurrió Si estás pensando que a mis ojos perdiste valor por eso, entonces Me equivoqué contigo porque Creo que aún no me conoces.
-To-ya
-Que no eres digno de alguien como yo ¡No tienes idea de cuánto me hieren tus palabras ! ¿Acaso crees que yo no siento tu sufrimiento? ¿Que no comprendo tu pena?
-To-ya, tranquilízate
-¡Tú eres lo más valioso en mi vida! Eres lo que más quiero y Deseo. Y daría Daría todo lo que tengo y lo que me falta para poder borrar con mis besos y mis caricias ésas caricias sucias que no te merecías. Cambiaría todas las lágrimas que tengo por las tuyas. ¡Viviría en carne propia lo que tú viviste si con eso pudiera borrar tu dolor ! ¿Y sabes por qué? ¡Porque te amo! ¡Te amo! Ah Yuki Creí que me conocías
Yukito nunca había visto a Touya hablarle así. Sabía que tenía carácter fuerte. Lo había visto perder el control ante los demás pero ante él siempre había sido templado, tranquilo. Estaba verdaderamente sorprendido, y ¿Por qué no decirlo? Se sentía incluso Halagado. Nunca imaginó que su humilde persona tuviera tanta importancia en la vida de alguien como él. Por otro lado, lo que le dijo le llegó muy profundo, hasta el alma. Se sintió profundamente egoísta. Durante todos esos meses se había guardado el dolor sólo para él. Sin querer contar con la persona que más lo amaba: To-ya.
To-ya Él había cargado con su pena sin él habérselo pedido. Había comprendido su sufrimiento y sentido su dolor Y él no se lo había pedido. Entonces ¿Qué habría sido Touya capaz de hacer si se lo hubiera pedido? ¿Hasta dónde habría llegado por él?
-To-ya Perdóname. Yo no sabía Yo pensaba que era el único que sufría. Yukito no pudo contener las lágrimas. Creía que lo correcto era cargar yo sólo con mi dolor. No sabía que lo que tú querías era cargar con todo el peso con tal de que yo no sufriera. Fui un egoísta. Lo siento To-ya. Yo de verdad Lo siento.
-No digas eso Yuki. Lamento Haberte hablado así. Yo Perdí el control. Lo lamento. Se supone que no debo causarte más pesar, y mira lo que hice Touya se sentó junto a él, le quitó los lentes para secar sus lágrimas y lo tomó de la mano con delicadeza. Sobre lo que te dije Tú eres todo para mí Yuki... Yuki Mírame por favor Jamás, jamás vuelvas a pensar que no eres suficiente para mí. ¿Me oyes? Jamás.
Yukito se dio cuenta de que necesitaba a Touya más de lo que nunca imaginó. Durante todo ese tiempo había evitado todo contacto con él, porque creía que el alejarlo de su lado le ayudaría a sanar sus heridas más rápido.
Pero se había equivocado. No había pasado un solo día desde que Touya le confesara que lo amaba, que no deseara sentir su piel cerca de él. Que no deseara sentir el calor de sus brazos. La ternura de su mirada azul Sí, tal vez aún no era tiempo de llegar a algo más profundo, las heridas aún dolían. Pero no era justo.
No era justo cerrarse por completo a la dicha de ese amor.
Sintió mucho frío en su interior. Ya no pudo resistirlo más. Su cuerpo comenzó a temblar por la necesidad de su calor. Y con la voz entrecortada por la ansiedad Yukito le rogó en un susurro
-Abrázame
-¿C-Cómo ?
-Abrázame To-ya Por favor
Touya soltó lentamente la mano de Yukito de entre las suyas. Se acercó a él y lo tomó suavemente por los hombros y con mucho cuidado cerró sus brazos alrededor de su espalda. Al sentirse cobijado con su calor Yukito se estremeció mientras rodeaba con sus brazos la cintura de Touya por debajo de su abrigo. Refugió su rostro en su pecho y lloró.
Lloró desahogando entre sus lágrimas cada uno de los episodios de la pesadilla vivida esa noche de tormenta. Lloró todo el tiempo que Touya lo tuvo abrazado a él. Mientras que Touya recargaba su barbilla y perdía sus labios entre los cabellos de Yukito, meciéndolo, arrullándolo con ternura entre sus brazos, deseando con toda el alma que el tiempo se detuviera
A lo lejos Fujitaka y su hija contemplaban la escena. Sakura volteó a ver su padre y se abrazó a él, sonriente. Fujitaka suspiró complacido mientras se dirigían hacia la salida del templo.
Continuaba nevando y hacía frío, la gente caminaba de prisa para llegar lo más pronto posible a calor de sus hogares.
No así una pareja que, sentada en una banca y sin importarle el frío y la nieve, permanecía unida en un tierno abrazo.
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En la preparatoria a ninguna persona que conociera por lo menos un poco a Yukito Tsukishiro le había pasado por alto los extraños cambios que se habían operado en él. Apenas hacía nueve meses había dejado de sonreír de repente, así como así. Pero después, poco a poco había recuperado su humor habitual. Volvía a sonreír. En opinión de la mayoría, esto se debía tal vez a la relación sentimental que sostenía desde hacía algún tiempo con Touya Kinomoto.
No a pocos les había tomado por sorpresa la noticia de esa relación. En lo referente a Tsukishiro, hubieron algunas muchachas (Y muchachos, pues Yukito llamaba la atención tanto de unas como de otros), que al enterarse de eso habían observado a Kinomoto con mucho más que envidia. Y en cuanto a Kinomoto Bueno, está de sobra mencionar la cantidad de corazones rotos que dejó en el camino. Muchas no dejaban de preguntarse qué era lo que les había faltado a ellas que el joven de ojos azules había encontrado en el joven de cabellos plateados.
Y por supuesto, había quienes veían esa relación con malos ojos y la criticaban, pero había también quienes opinaban que hacían una linda pareja.
Como quiera que fuere, ni a Yukito ni a Touya les interesaba en gran medida lo que la gente dijera. Las personas que realmente les importaban, como su padre y su hermana aceptaban su relación. Y se amaban, y con eso era suficiente.
Se encontraban descansando en el mismo lugar de siempre, cerca de la barda que colindaba con la primaria Tomoeda, bajo el árbol de cerezo. La primavera lo había cubierto de hermosas flores que caían en pequeños ramilletes y giraban con la suave brisa de la mañana, haciendo que sus rosados pétalos al desprenderse parecieran cobrar vida propia.
-¿Estás completamente seguro de que eso es lo que quieres hacer? ¿No crees que aún sea demasiado pronto para que regreses? Preguntó Touya muy seriamente mientras trataba de retirar con sus dedos varios pétalos que acababan de depositarse en el cabello de Yukito.
-Lo he pensado muy bien To-ya. Ya ha pasado demasiado tiempo. Creo que ya es hora de que vuelva. Yukito yacía recostado en el regazo de Touya. Se había quitado los lentes y el sol que se asomaba por entre las ramas del cerezo le daba a sus ojos un intenso brillo dorado. Además, en todos estos meses no he ido ni una sola vez. La he descuidado demasiado. De no ser por tu papá y por ti no puedo imaginar en qué condiciones la encontraría.
Touya suspiró. No le parecía buena idea dejar que Yukito regresara solo a su casa. Tenía miedo de que al volver reviviera de golpe todos los momentos que en tantos meses él había tratado de hacerle olvidar. No podía negar que era bueno como medida terapéutica pero ¿Y si en vez de ayudarle lo perjudicaba? ¿Y si el dolor volvía? ¿Qué pasaría entonces? ¿Tendría que empezar de nuevo? Cerró los ojos y sacudió enérgicamente la cabeza tratando de alejar todas esas ideas de su mente. Yukito pareció adivinar lo que pensaba y levantando su mano acarició con dulzura el rostro del ser que tanto amaba.
-No te preocupes por mí To-ya. Estaré bien, te lo aseguro.
-Hum Está bien, aceptaré que vuelvas. Pero antes quiero que me prometas algo
-Lo que quieras
-Que si en cualquier momento sientes que aún no estás listo para estar solo, me lo digas. Empacaré algo de ropa y me quedaré contigo el tiempo que sea necesario ¿De acuerdo?
-De acuerdo. Pero ya deja de preocuparte amor, te aseguro que todo saldrá bien. Y diciendo esto levantó un poco su rostro y acercó sus labios a los de Touya, besándolo suavemente.
Por el momento eso fue más que suficiente para hacer olvidar a Touya su preocupación.
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Respiró profundamente para tomar aliento y entró. Lo primero que le sorprendió fue encontrar todo perfectamente ordenado. Touya le había comentado que irían de vez en cuando a darle mantenimiento a la casa, pero nunca se imaginó que la tendrían tan bien cuidada.
-De verdad se esmeraron en tener la casa limpia. Te lo agradezco mucho To-ya.
-Sabemos que siempre has sido muy organizado amor. Touya decía esto mientras lo ayudaba a llevar sus maletas a su recámara. No quisimos que fuera diferente ¿Quieres que te ayude a desempacar? Así terminaremos rápido y podremos ir al cine.
-Está bien, mientras voy a preparar un poco de té. Ahora vuelvo
Yukito salió de su habitación y se dirigió a la cocina, pero al pasar frente a la sala se detuvo. Se acercó lentamente y la observó durante un largo rato.
No pudo evitar que los recuerdos surgieran. La noche La lluvia Pero reunió valor y los enfrentó mientras se prometía a sí mismo:
-No lo harán. No permitiré que vuelvan a hacerme daño.
Giró a su derecha y vio la puerta que daba al jardín. Entonces sintió una punzada en el pecho Las piernas le temblaban mientras caminaba hacia ella. Pero antes de llegar se detuvo, vacilante. Cerró los ojos y los puños con fuerza e inmediatamente volvió sobre sus pasos y continuó su camino a la cocina. Cuando regresó a su habitación con la bandeja del té vio que Touya ya casi había terminado de desempacar una de las maletas.
-Vaya, hasta que llegas. Me dijiste que irías a preparar té, no que lo sembrarías primero
-Creo que me tardé demasiado ¿Cierto? Le dijo en un tono de disculpa. Pero mira, te traje también unas galletas. ¿Será que nos dé tiempo de ir al cine? Porque si quieres podemos revisar la programación y ver una película aquí.
-Bueno Por mí no hay inconveniente. Touya se sentó al borde de la cama y tomó una taza de té. Yukito se sentó junto a él, en silencio. Yuki ¿Pasa algo?
-To-ya
-Dime amor -Touya dejó a un lado su taza de té y miró a Yukito con suma atención.
-Hace unos momentos, cuando me dirigía a la cocina me detuve un rato en la sala y No pude evitar acordarme Yukito suspiró. Pero ¿Sabes una cosa? Fue diferente. Fue No sé cómo explicarlo Fue doloroso pero Lejano. ¿Entiendes? Lo que quiero decir es que creo que Esto ya no me afecta demasiado.
-Me alegra mucho saber eso Yuki Touya acarició su rostro mientras le sonreía.
-Sin embargo yo Yukito se puso de pie y se sentó en el piso, recargándose a un costado de la cama entre las piernas de Touya, quien esperó pacientemente a que terminara de ordenar sus pensamientos, mientras acariciaba su cabello, desordenándolo, para luego volver a acomodarlo entre sus dedos, dándole un suave masaje. Sin embargo Cuando me dirigía hacia el jardín yo No me sentí de la misma forma
-Quieres decir que
-Quiero decir que No me siento del todo cómodo con eso Aún. Dijo Yukito mientras recargaba su rostro en el muslo izquierdo de Touya, abrazándose a su pierna. Es decir Sé que debo afrontarlo, pero No quiero hacerlo Solo.
Por un instante Touya no supo qué decir. Tal vez Yukito se había precipitado. Tal vez debía haber esperado un poco más de tiempo Pero comprendió que era algo a lo que tarde o temprano tendría que enfrentarse, y si iba a ser así lo mejor sería que él estuviera presente.
-Entiendo perfectamente cómo te sientes. Pero ambos sabíamos que esto sucedería Touya siguió acariciando con ternura su cabello. Sólo quiero que sepas que en el momento en que decidas enfrentarlo yo Estaré contigo en todo momento. No te voy a dejar solo Yuki ¿Comprendes?
-Lo sé To-ya, y te lo agradezco. Con el dedo índice dibujó delicadamente el contorno de la rodilla de Touya. Suspiró y cerró los ojos, adormecido por la agradable sensación de sus cálidas manos masajeando su cabeza.
Ambos guardaron silencio. Touya permanecía pensativo. A su vez recordaba.
Recordaba el día siguiente a la tormenta, cuando su padre y él fueron a recoger las cosas de Yukito. Recordó los sentimientos que lo invadieron cuando recorrió el jardín, el dolor y la ira al descubrir en la barda las huellas que sus uñas dejaran Recordó el momento en que él mismo se derrumbó entre los brazos de su padre
Touya sintió sobre su pierna la respiración de Yukito. Suave, pausada, y se percató de que se había quedado dormido. Y con mucho cuidado para no despertarlo, se tendió sobre la cama apoyando su cabeza en una almohada mientras proseguía con sus pensamientos.
Podía imaginar, en parte, lo que Yukito sentiría al volver a ver el jardín. Pero también estaba consciente de que ya había pasado mucho tiempo. Las heridas de Yukito estaban casi cerradas. Además, él mismo le acababa de decir que la sensación de dolor ya era lejana.
De cualquier manera él estaría ahí, apoyándolo, sosteniéndolo sin importar lo que pasara.
Touya suspiró lentamente, puso sus brazos bajo la almohada, acomodó su rostro en ella y cerró los ojos.
Mientras Yukito continuaba dormido en su regazo, su rostro relajado y abrazado a su pierna como un náufrago que solo y en medio del océano se aferra con todas sus fuerzas a su única tabla de salvación.