Capítulo 6: Fuiste tú...


¡Pero arrancarla un día en una flor que abriera

milagrosa, inviolable!... ¡Ah, más grande no fuera

tener entre las manos la cabeza de Dios!


Ya casi anochecía cuando Touya despertó. Se estiró para desperezarse pero lanzó un pequeño quejido. La posición en la que había dormido provocó que las piernas se le adormecieran. Levantó un poco la cabeza para ver si Yukito aún dormía en su regazo, pero él ya no estaba. Volteó hacia uno y otro lado de la habitación pero tampoco lo vio. De pronto sintió la humedad de unos cálidos labios posándose sobre su frente.

-¿Ya despertó mi bello durmiente? –Preguntó Yukito con dulzura, divertido al ver la cara de sorpresa de Touya. Se encontraba del otro lado de la cama arrodillado detrás de él, con los codos a ambos lados de su cabeza. –Vaya que si duermes…

Touya se limitó a sonreír. A veces su pequeño le daba cada sorpresa…

-¿Cuánto tiempo llevas ahí? –Touya parpadeó tratando de espantar el sueño.

-El suficiente para observar a mis anchas… -Respondió Yukito mientras jugueteaba con sus negros y rebeldes cabellos.

-Hum… ¿Y qué era lo que observabas?

-Te observaba a ti. La forma en que duermes… Cuando te despiertas. Cómo roncas…

-¿¡Qué!? Oye, yo no ronco…

-¿En serio? ¿Acaso ya te escuchaste?

-No pero… Yo no ronco.

-¿Y cómo puedes estar tan seguro? –Yukito se aprovechaba de que Touya aún no despertaba del todo.

-Pues porque… No sé… ¿De qué te estás riendo? ¡Oye! ven acá mentiroso… –-Touya rodeó por detrás el cuello de Yukito y lo atrajo hacia sí dándole un beso.

-Grrr… Ay…

-¿Qué fue eso?

-Es que ya tengo hambre To-ya. Ya es algo tarde. Creo que iré a preparar algo de cenar. ¿Quieres que te prepare algo especial? –Yukito se puso de pie y se dirigió hacia la puerta.

-Tengo una mejor idea. ¿Por qué no terminas de desempacar y yo preparo la cena?

-Hum… Está bien, pero sólo porque sé que tú cocinas más rápido y más sabroso.

-De acuerdo. Oye Yuki…

-¿Sí?

-¿Me ayudas a levantarme? –Preguntó Touya mientras estiraba sus brazos hacia él. –Se me durmieron las piernas. Y no te rías que es en serio.

-Está bien To-ya… -–Yukito se acercó y tomando impulso tiró de las manos de Touya con fuerza.

Pero tiró demasiado fuerte. Tanto que casi levantó en vilo a un sorprendido Touya, quien con las piernas aún adormecidas no tuvo fuerza suficiente para sostenerse en pie y cayó de nuevo en la cama. Pero no cayó solo, vencido por el peso de Touya, Yukito también cayó… Encima de él.

Se miraron sorprendidos uno al otro durante varios segundos. Yukito yacía recostado con todo el peso de su cuerpo sobre Touya, completamente pegado a él. Touya contuvo la respiración… Sabía que cualquier movimiento que hiciera podría parecerle una insinuación de su parte, y eso lo asustaría. Quería abrazarlo… Pero mantuvo sus brazos a los lados. Quería besarlo… Pero mantuvo su boca alejada de él. Durante mucho tiempo había deseado llegar a un acercamiento como ése, pero estaba convencido de que ésa no era la manera correcta… Ni el momento indicado. Esperó a que Yukito se pusiera de pie.

Pero no lo hizo. En vez de eso Yukito acercó sus labios a los de Touya y lo besó con ternura. Él mismo sabía que aún no estaba listo, pero ¡Cuánto había deseado también sentirse así de cerca! Sin poder evitarlo tomó entre sus manos el rostro de Touya y lo besó dulcemente desde la frente hasta la barbilla. Después de eso acomodó su cabeza entre su cuello mientras descansaba sus manos sobre su amplio pecho.

-Gracias To-ya…

-¿Por qué Yuki…?

-Por ser paciente… Conmigo. Muy paciente.

El muchacho lo rodeó entre sus brazos sintiendo su aliento en su cuello. Al sentir su contacto Yukito se estremeció, apretando más su cuerpo contra él, mientras repasaba en su mente la promesa que hacía tiempo había escuchado quedamente de sus labios.

                “…Tendré paciencia amor. Te lo prometo.”

La estaba cumpliendo.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-Ah… La cena estuvo deliciosa To-ya… Como siempre que tú cocinas. –Decía Yukito mientras pasaba sus manos por su estómago, satisfecho.

 -¿Quieres que te sirva más? –Hacía ya un buen rato que Touya había terminado, y sólo se había concretado a observarlo con los codos sobre la mesa y la cara entre las manos.

-No mi amor, gracias. De verdad que cené bastante. Pero tal vez más tarde…

-Si sigues comiendo así terminarás engordando…

-Ah To-ya, ya sabes que yo nunca engordo.

-Sí… Lo que digas. –Dijo Touya con un suspiro de resignación, tras lo cual se paró y se dispuso a lavar los trastes. Yukito lo siguió con la mirada.

Mientras Touya se ocupaba de la vajilla Yukito no pudo dejar de observarlo. Alto, fuerte, guapo… Con los bien torneados músculos de su atlético cuerpo resaltando bajo su ropa en cada uno de sus movimientos. Sus cabellos negros cayendo sobre su frente de forma rebelde… Sus grandes ojos azules, su nariz recta y sus sensuales labios… Y además un excelente cocinero. La primera vez que lo vio Yukito no podía creer que una sola persona pudiera reunir tanta belleza. Pero ése era Touya Kinomoto, el joven más codiciado de la escuela y la causa por la cual muchas chicas miraban a Yukito con tanta rabia.

Porque les gustara o no, él era el afortunado dueño de su corazón.

Obedeciendo a un impulso Yukito se levantó y se dirigió hacia él. Touya estaba distraído ocupándose de lo suyo cuando sintió unas suaves manos deslizarse por sus hombros, recorrer su espalda y rodear su cintura, mientras Yukito se recargaba en él adaptándose a su anatomía.

-Yuki…

-Dime To-ya…

-No... Nada. –Touya continuó haciendo su trabajo aparentando tranquilidad, sintiendo por dentro un calor que lo invadía poco a poco. Respiró profundamente para concentrarse en lo que hacía y que Yukito no se percatara de que estaba a punto de perder el control.

Yukito despegó lentamente su cuerpo de él y apartó sus manos de su cintura, deslizándolas suavemente por su espalda, ésta vez de abajo hacia arriba hasta detenerse nuevamente en sus hombros, los cuales masajeó con lentitud. Touya cerró los ojos para disfrutarlo mejor. De pronto Yukito se detuvo.

-¿Qué pasa Yuki? ¿Por qué te detienes? –Touya dejó de lado lo que estaba haciendo para concentrar toda su atención en Yukito.

-Nada. Es sólo que… Sabes bien que te amo y también te… Deseo To-ya pero… –Yukito se mordió el labio inferior. –Pero antes yo quisiera… Ah… ¿Por qué es tan difícil?

-Tranquilo… Creo que entiendo lo que tratas de decirme. ¿Estás seguro de que estás listo para enfrentarlo? ¿Ahora?

-Sí To-ya… Por favor.

Touya tomó de la mano a Yukito y lo condujo hacia la puerta del jardín.

La noche era estrellada, sin brillo de luna. Apenas hubo pisado el jardín Yukito apretó con fuerza la mano que lo sostenía. Miró a su alrededor, casi nada había cambiado. Notó que gracias a Touya el pasto estaba bien podado y sus plantas en perfectas condiciones, como siempre. Lo único diferente era la barda cuidadosamente pintada de verde. Volteó a verlo con mirada interrogante.

-Es que… Me habías dicho que el azul ya te tenía aburrido y bueno… Me acordé de que guardabas pintura verde y…

Yukito trató de sonreírle mientras se libraba de su mano para recorrer el jardín. Volteó a ver la puerta… La barda… Cerró los ojos mientras su respiración se aceleraba… Recordó todo a la perfección. La lluvia, ese hombre, su dolor… Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras se abrazaba a sí mismo. Sus ojos se nublaron y su cuerpo tembló al recordar la sensación de aquélla tosca mano posándose en su rostro… De aquéllos labios fríos mordiendo con lascivia los suyos… De los bruscos brazos que lo aprisionaron dejándolo sin aliento, adolorido… Sin sentido. De aquél cuerpo sin rostro que se robó de su cuerpo lo que él ya había destinado para alguien más…

Volteó a ver a Touya, quien a unos metros de distancia lo observaba con atención, estudiando cada uno de sus gestos. Sabría lo que estaba pensando, porque lo conocía mejor que nadie… Sabría lo que estaba sintiendo, porque lo amaba más que nadie…

Respiró profundamente mientras acariciaba con amor el anillo que Touya le había regalado en su cumpleaños. Recordó claramente las palabras que le dijera entonces:

“¡…Tú eres lo más valioso en mi vida…! Eres lo que más quiero y deseo… Daría todo lo que tengo y lo que me falta para poder borrar con mis besos y mis caricias ésas caricias sucias que no te merecías. Cambiaría todas las lágrimas que tengo por las tuyas. ¡Viviría en carne propia lo que tú viviste si con eso pudiera borrar tu dolor! ¿Y sabes por qué? ¡Porque te amo! ¡Te amo!...”

Entonces un pensamiento llegó a su mente iluminándolo como una hermosa revelación…

-No… Fuiste tú…

Yukito acortó la distancia que lo separaba de Touya y se arrojó en sus brazos, besándolo hondamente en los labios.

-Yuki… ¿Te sientes bien…?

-¿Que si me siento bien? –Yukito rodeó con sus brazos el cuello de Touya mientras lo miraba a los ojos. –No. Me siento estupendamente bien…

Y volvió a besarlo mientras repasaba en su mente su último pensamiento:

                “El tiempo lo cura todo…”

No… No había sido el tiempo quien lo había curado. Había sido él. Con su paciencia… Y su amor.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Yukito no se explicaba porqué Touya le había mentido.

Caminaba por la calle de regreso a su casa después de haber estado toda la tarde ayudando a Sakura con su tarea de matemáticas, ya que como siempre, la niña había dejado su tarea de verano para el final. Touya le había dicho que se quedaría a trabajar hasta tarde, y por eso le había pedido de favor que él lo hiciera, aprovechando que él sí había salido temprano de su trabajo.

Pero Yukito había planeado pasar esa noche con él. Al fin se había decidido. Pensaba invitarlo a cenar a su casa y después verían una película, tras lo cual dejaría que Touya hiciera al fin con él lo que quisiera…

Con ese plan en mente lo había llamado desde la casa Kinomoto a su trabajo para decirle que saliendo se fuera directamente a su casa. Pero cuando atendieron su llamada le dijeron que Touya no había ido a trabajar, que había pedido permiso para tomarse la tarde.

Yukito miró al cielo. La luna llena bañaba con su luz la ciudad de Tomoeda. Por su mente pasaron mil preguntas. ¿Sería que To-ya, cansado de esperarlo había encontrado a otra persona? ¿Quién sería? ¿Estarían juntos en ese momento? ¿Acaso había cometido un error al hacerlo esperar demasiado?

Pero si To-ya ya sabía, aunque él no se lo hubiera dicho últimamente, y ése tal vez había sido su error, que él lo deseaba. Se lo había demostrado la noche anterior en que, estando en el recibidor de su casa despidiéndose de él, To-ya lo había besado impetuosamente y Yukito, abrazado a su cintura, lo había atraído hacia sí con mucha más fuerza que otras veces. Tanto, que estaba seguro de que To-ya lo había sentido excitarse lentamente al frotar intencionalmente su cuerpo contra el suyo, incluso al corresponder a su beso le había regalado un deseoso gemido… Y por él la cosa habría seguido de no haber sido porque no estaban solos. Los ya conocidos pasos de su hermana bajando las escaleras habían interrumpido el momento…

Yukito suspiró lleno de pesar mientras abría el portón de su casa.

Tal vez había sido lo mejor. Si To-ya no había encontrado en él todo lo que buscaba tenía todo el derecho de encontrarlo en alguien más. Si era así y eso lo hacía feliz, entonces él tendría que resignarse y ser feliz también sabiéndolo feliz a él…

Pero entonces… ¿Por qué no se sentía feliz? ¿Por qué sentía que su corazón se partía con ese pensamiento?

Entró a su casa, decidido a ir directamente a su habitación y llorar su desgracia…

Pero al pasar cerca de la cocina un peculiar aroma llamó su atención. Entró para averiguar de qué se trataba y se llevó una gran sorpresa.

Cubierta con un fino mantel blanco, la mesa se encontraba exquisitamente adornada. Un elegante candelabro en el centro iluminaba tenuemente la vajilla, cuidadosamente dispuesta junto a una botella de vino escoltada por dos copas, junto a una de las copas un delicado clavel blanco sosteniendo en equilibrio una pequeña nota, que Yukito, aún sin salir de la sorpresa leyó con avidez.  La nota estaba llena de “TE AMO” escrito varias veces en pequeñas letras en tinta de varios colores por la mano de Touya…

-Ah Tsukishiro, eres un imbécil… -Se dijo a sí mismo en voz baja al recordar toda la maraña de tonterías y malos pensamientos que se había formado en esa cabezota.

-¿Quién es un imbécil? –Una seductora y varonil voz se escuchó detrás de él.

-Yo… Por no habérseme ocurrido primero. –Yukito acarició el pecho de Touya mientras le regalaba un beso. –No puedo creerlo To-ya, todo esto es tan…

-¿Feo? ¿Aburrido? ¿Inapropiado? –Preguntó mientras lo tomaba por la cintura.

-Hermoso… Como tú.

-¿Tienes hambre? Cociné tu platillo preferido.

-¿En serio? ¿Entonces qué esperamos?

-Esto… –Touya lo atrajo hacia él y lo besó profundamente. –Ahora sí… A cenar.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-Te veías lindo…

-Me veía ridículo.

-No, de verdad To-ya. El azul de tu vestido combinaba muy bien con tus ojos, y el pañuelo rosa sobre tu cabeza hacía juego con tus mejillas… Ah… –Decía Yukito riendo mientras acariciaba la frente de Touya, quien reposaba con su cabeza sobre sus piernas. Se encontraban descansando sobre uno de los sillones de la sala.

-No puedo creer que haya aceptado vestirme así… Y para colmo de males que me fotografiaran…

-Ah vamos To-ya, no fue tan malo. Tus fotos fueron las que más se vendieron.

-Ni siquiera me lo recuerdes…

-Además, fue por una buena causa.

-Como sea. Y a todo esto ¿De qué te ríes? Tú tampoco te veías muy bonito que digamos con esa lata de sardina en la cabeza…

-Al menos no tuve que hacer el papel de la princesa…

Touya puso los ojos en blanco al recordar la obra de teatro de la Cenicienta que hicieran tiempo atrás, mientras Yukito lo miraba divertido.

-Ja, ja… Muy gracioso… Ya veo que mis desgracias te divierten. –Dijo Touya aparentando un enfado que no sentía, mientras se revolvía suavemente sobre su regazo.

-Ah… Está bien, ya no me reiré más. Aunque a veces me gusta verte enojado. ¿Sabes que cuando te enojas te ves muy guapo? Pero cuando te ríes te ves hermoso…

-No estoy enojado. ¿Acaso me veo enojado? –Touya pasó una mano por detrás de la nuca de Yukito atrayéndolo hacia sí, mientras lo besaba apasionadamente.

Yukito sintió poco a poco cómo su respiración se aceleraba, mientras correspondía a ese beso con la misma intensidad. Y acercando sus labios a su oído le susurró seductoramente, provocándolo.

-Aunque… Cuando te apasionas te ves maravilloso…

Touya volteó a verlo. Pudo notar el brillo de deseo en sus ojos, la pasión que exhalaba de cada uno de sus poros… Recordó la noche anterior en que, antes de ser interrumpidos por el monstruo, había logrado percibir ese mismo deseo… ¡Lo sabía! No se había equivocado al planear ésa noche… La noche que su Yuki siempre había soñado… Trató de incorporarse poco a poco, su mano aún detrás de su nuca. Sin embargo, con un movimiento suave, pero firme, Yukito se lo impidió.

Yukito había tomado la iniciativa. Eso fue todo lo que Touya necesitó…

Touya volvió, obediente, al regazo de Yukito, mientras éste acercaba sus labios a los de él. Pero sin besarlos, solamente acariciándolos, jugando, saboreando con la punta de su lengua el tenue sabor del vino que aún se percibía en ellos, para luego deslizarla, flexible y suavemente, recorriendo cada uno de los rincones de su boca… Un primer gemido se ahogó en la garganta de Touya mientras sentía la fina mano de Yukito recorrer su cuello, acariciar su pecho por encima de su ropa, de su vientre, para detenerse de pronto en su intimidad, excitándolo. Al sentir el ahogado gemido de Touya, Yukito aceleró los movimientos de su lengua y de su mano, hurgando, incitándolo.

Touya ya no pudo más. Poniéndose de pie lo levantó, tomándolo por la cintura, acercando su cuerpo al de él mientras lo besaba con frenesí, para luego alzarlo en sus brazos y llevarlo a su habitación.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Yukito pensó que Touya se había esmerado sólo en preparar una exquisita cena. Pero se equivocó rotundamente. Al entrar con él lo primero que vio fueron decenas de claveles rojos dispersos sobre las sábanas blancas que cubrían su cama, velas aromáticas colocadas en partes estratégicas de la habitación, que al ser encendidas por Touya la iluminaron sutilmente, mientras la luz de la luna entraba, pícara, a través de la ventana. Touya oprimió uno de los botones de un aparato de sonido y una música suave comenzó a escucharse.

Antes de que Yukito pudiera salir de su asombro, Touya ya estaba detrás de él, rodeándolo por la cintura.

-¿Te gusta? –Preguntó mientras lo besaba sensualmente por detrás de la oreja, haciendo que Yukito se estremeciera. –Ya sé que querías claveles blancos, pero cuando vi los rojos yo…

Pero Yukito no lo dejó terminar. Volviéndose hacia él lo besó profundamente mientras pegaba su cuerpo al de él acompasando sensualmente el movimiento de su cadera al ritmo de la suave música, estimulándolo. Touya se sentó al borde de la cama y lo acomodó sobre él mientras Yukito seguía moviéndose al compás de la melodía, con movimientos lentos, rotatorios, arrancando gemidos de la garganta de Touya con cada ondulación, mientras Yukito arqueaba levemente su cuerpo hacia atrás en cada gemido.

Sin dejar de moverse en su danza erótica sobre él, Yukito desabotonó lentamente la camisa de Touya, acariciando su pecho y sus hombros, despojándolo de ella, mientras volvía a introducir su lengua dentro de su boca, moviéndola interiormente de la misma forma en que se movía sobre él. Lo empujó con suavidad sobre la cama, recostándolo bajo su cuerpo, arrancando otro gemido de sus labios en un último contoneo sobre su miembro completamente erecto.

Los labios de Yukito juguetearon sobre su bien formado abdomen, recorriéndolo suavemente mientras desabrochaba su pantalón y bajaba lentamente su cremallera. El miembro excitado de Touya que permanecía cautivo dentro de sus prendas quedó al fin libre al ser despojado de ellas. Yukito lo tomó entre sus manos y comenzó a masajearlo con sensualidad. Otro gemido de Touya fue la respuesta a su provocación. Su lengua ocupó el lugar de sus manos recorriendo hábilmente toda su longitud, para después hacerlo sentir la humedad de su boca. Otro gemido, ésta vez más profundo, hizo que Touya arqueara sutilmente su espalda al sentir las oleadas de placer que la boca de Yukito le proporcionaba, mientras tomaba entre sus manos su cabeza guiando sus movimientos, elevando al mismo tiempo sus caderas.

Touya levantó el rostro de Yukito y lo aproximó a sus labios, besándolo, saboreando la humedad de su boca mezclada con su propio sabor, girando su cuerpo para quedar sobre él, mientras con su lengua recorría el interior de su oreja, mordisqueando juguetonamente su lóbulo, arrebatándole un suave gemido. Sus labios ardientes se escabullían sobre su cuerpo, sus manos se deslizaban lentas, desnudándolo poco a poco con delicadeza, como quien deshoja una fina flor procurando no romper sus pétalos. Detuvo el camino de sus labios al llegar a su intimidad, abrió su boca para dejar pasar la tibia carne palpitante de placer alentando en la garganta de Yukito un profundo gemido, mientras que su mano izquierda subía lentamente por su níveo cuerpo hasta detenerse en su boca.

Yukito levantó ligeramente la cabeza para recibir la caricia de los dedos de Touya en sus labios, besándolos suavemente uno por uno, para luego introducir su dedo medio en su boca, masajeándolo deliciosamente con su suave lengua, induciendo en Touya otro gemido que lo estimuló a imitarlo con la suya. Yukito empujó hacia arriba sus caderas al sentir el erótico masaje que la lengua de Touya le proveía, mientras Touya lo sostenía con la otra mano por debajo, presionando exquisitamente sus suaves pero firmes glúteos, provocando que la espalda de Yukito se curvara en un estremecimiento de placer que hizo brotar de su garganta un ansioso suspiro.

Con ambas manos, Touya asió las caderas de Yukito y lo impulsó con sutileza para colocarlo boca abajo.

-Cierra los ojos Yuki…

Yukito obedeció mientras Touya pasaba las puntas de sus dedos por toda su espalda y su cuello, sin llegar a tocarlo, sólo rozándolo. Pudo sentir por debajo de ellos una tenue vibración que provenía del cuerpo ansioso debajo de él, y que a Touya le gustó. Decidido a prolongarla, tomó uno de los claveles entre sus dedos y lo recorrió lenta y sensualmente por su tersa piel. Al sentir el frío pero a la vez suave contacto de la flor Yukito se estremeció. Deliberadamente Touya comenzó a deslizar el clavel sin prisa, comenzando por su nuca, revolviendo sus cabellos, bajando lentamente por su cuello, haciendo girar la delicada flor por toda su espalda y guiándola a lo largo de su columna, haciendo que la vibración del cuerpo debajo del suyo aumentara.

El recorrido de la flor roja sobre su blanca piel no se detuvo. Con suavidad delineó el firme y bien formado contorno de sus glúteos, perdiéndose por un momento entre la delicada línea que los separaba, provocando en el cuerpo de Yukito otro estremecimiento, mientras Touya jugueteaba con la flor en su entrepierna, haciendo que Yukito elevara nuevamente las caderas y las abriera ligeramente, dejando espacio a Touya para pasar la flor por debajo y acariciar con firmeza su miembro adolorido de excitación. El cuerpo de Yukito vibró en un temblor mientras gemía de placer.

Touya soltó la flor y acarició con sus labios la candente piel que ya exigía ser tocada por la suya, mientras se recostaba ligeramente sobre Yukito con sus manos apoyadas a los lados. Su cálida lengua recorrió con firmeza su cuerpo de abajo hacia arriba, en trayectoria contraria a la seguida por la flor. El cuerpo de Yukito volvió a temblar al sentir el ardiente miembro de Touya separar sus glúteos para recorrer suave y firmemente de arriba hacia abajo y viceversa la hendidura de su cuerpo, echó hacia atrás su cabeza involuntariamente al sentir cómo la húmeda punta se introducía levemente en su estrecha entrada. No pudo evitar exhalar un profundo gemido.

-Ah… To-ya…

Consciente del erótico suplicio por el que hacía pasar a Yukito, lo hizo girar nuevamente para encontrarlo de frente. Yukito se impulsó hacia adelante sentándose entre las piernas de Touya y lo empujó suavemente hasta hacerlo quedar de hinojos frente a él. Comenzó a acariciar con lentitud sus muslos, recorriendo despacio sus manos por toda su entrepierna y la curva de sus perfectos glúteos, para después abrazarlo por detrás de sus caderas, sus labios dirigidos hacia su miembro, besándolo, estimulándolo otra vez mientras Touya tomaba entre sus manos la cabeza de Yukito apretándola con suavidad hacia él, incitándolo a probar nuevamente su sabor. Un dulce gemido que no encontró salida se perdió en la boca de Yukito, al sentir las manos de Touya en su cabeza empujando cada vez con más fuerza al tiempo que un quejido de placer se escapaba de su garganta.  

-Ah… Yuki… Así…

Touya tomó entre sus manos su rostro y se inclinó para besarlo lenta y apasionadamente, mientras Yukito se recostaba nuevamente acariciando su espalda, correspondiendo a su beso con frases entrecortadas por la excitación y las ansias de él.

- Hazlo To-ya… Ahora…

Touya volteó a verlo, dudoso, pero al notar el jadeo en su respiración se dio cuenta de que estaba listo. Yukito estiró la mano y sacó del cajón un preservativo, el cual colocó con ternura en el miembro de Touya, sin dejar de acariciarlo para no arruinar el momento. Sus pupilas se dilataron al ver a Touya pasar su lengua lentamente por sus dedos índice y corazón, humedeciéndolos, acariciándolos con sus propios labios mientras lo veía a los ojos, consciente de que eso estimularía más su excitación. Touya separó sus piernas con sus poderosas rodillas, su mano hurgó en su entrepierna, encontrando la entrada mientras poco a poco y con suavidad su dedo se adentraba en él. Yukito exhaló un suspiro al tiempo que flexionaba su cuerpo, electrizado ante la sublime sensación del dedo de Touya moviéndose dentro de él, tratando de ensancharlo, preparándolo. Un profundo gemido siguió a la impresión de un segundo dedo penetrándolo. Yukito levantó las caderas al tiempo que su cuerpo se agitaba, vibrando de placer cuando los dedos de Touya se movieron con suavidad en su interior.

-Ah… To-ya… Mi amor…   

Gimió otra vez al sentir los dedos de Touya saliendo lentamente de él, mientras Touya recogía sus piernas sosteniéndolo por los tobillos, para colocarlas por encima de sus hombros. La respiración de Yukito se aceleró. Respiró profundo.

Al principio la presión fue firme, la punta del miembro de Touya entró cuidadosamente, sin detenerse, conforme fue avanzando en su penetración una sensación de dolor invadió el cuerpo de Yukito haciéndolo exclamar un profundo quejido. Touya hizo un ademán de querer detenerse, pero él no se lo permitió al sentir que el dolor era reemplazado poco a poco por una creciente sensación de placer, Yukito se lo hizo saber empujando sus caderas hacia adelante, haciendo que Touya se introdujera más rápido en él. Gimieron mientras sus cuerpos se acoplaban el uno al otro.

Ambos sudaban, jadeantes ante las sensaciones placenteras provocadas por la cadencia de sus movimientos. El cuerpo de Yukito se estremecía ante cada arremetida de las caderas de su amante, mientras acompasaba sus vaivenes debajo de él con una fogosidad que Touya jamás hubiera sospechado… Claveles rojos danzaban a su alrededor siguiendo su mismo ritmo… Embriagado de pasión Yukito lo acercó uniendo su boca a la de él mientras lo besaba intensamente, sus dedos aferrados a su espalda, transmitiéndole en cada gemido el fuego guardado por tanto tiempo en sus entrañas. Un calor crecía lentamente en la profundidad de los cuerpos moviéndose rítmicamente, mientras Touya acariciaba con provocación entre su mano el miembro de Yukito estimulándolo con la misma energía con que su amante lo besaba.

El calor que los dos sentían en su interior se intensificó concentrándose en un solo punto. De pronto el cuerpo de Yukito se contrajo en una convulsión involuntaria que hizo conmoverse hasta la fibra más íntima de su ser, abrió su boca en un intento de palabras que se convirtieron en un profundo gemido mezclado con el nombre de su amante. Al sentirlo estremecerse bajo su cuerpo la espalda de Touya se arqueó en una última arremetida, ya incapaz de controlarse dentro de él, cerrando sus ojos azules y echando su cabeza hacia atrás en un hondo escalofrío de éxtasis que recorrió su columna, haciendo sacudir su cuerpo entero, tembloroso ante la intensidad de su culminación.

Permanecieron unidos hasta que el último escalofrío se desvaneció de sus cuerpos. Touya se desplomó, exhausto, sobre el cuerpo de Yukito, abrazándose dulcemente a él y con infinito amor, mientras éste besaba con ternura sus cabellos negros, al tiempo que sonreía y cerraba sus dorados ojos, sintiendo sobre su cuello la respiración cálida, y todavía entrecortada, del ser que más amaba en el mundo.

La luna llena que asomaba a través de la ventana derramó sobre su dormitorio un fino rayo de luz, haciendo brillar con apariencia de plata los cuerpos abrazados, y aún sudorosos, de los dos amantes.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Touya despertó  con los primeros rayos del sol posándose sobre su rostro. Yukito aún dormía profundamente sobre su pecho. Lo observó durante un rato mientras repasaba los sucesos de la  noche anterior. Jamás se hubiera imaginado que detrás de ésa angelical inocencia se escondiera tanta pasión.

Bostezó largamente mientras trataba de acomodarse entre las sábanas, con cuidado para no despertarlo. Aún era temprano y hacía algo de frío. El otoño no tardaría en hacer su aparición, listo para deshojar los frondosos sakuras que Touya alcanzaba a ver desde su lecho.

Sintió un objeto bajo su pierna y buscó a tientas para ver qué era. Sonrió, pícaro, mientras sostenía entre sus dedos uno de los pocos claveles que aún quedaban sobre la cama. Volteó a ver nuevamente a Yukito, quien en esos momentos se revolvía sobre él, despertando.

Le prepararía el desayuno, después darían un largo paseo por el parque tomados de la mano… Se tomaría todo el día, y también toda la noche, para él. Después de todo al día siguiente era domingo. Yukito le había contado hacía ya casi un año, sentado en aquél columpio, que ése era su sueño de una primera vez, y estaba dispuesto a cumplírselo hasta el final.

Un tierno beso en sus labios interrumpió sus meditaciones. Acarició con amor su rostro mientras le dedicaba un pensamiento:

“Después de todo no estuvo mal para ser nuestra primera vez…”

Porque estaba seguro de que para Yukito también había sido la primera vez.

FIN