Capítulo 4: Confesiones
El joven Kinomoto no pudo ocultar su asombro y dejó escapar una exclamación de sorpresa, a la vez que dejaba caer el papel que hasta ese momento había sostenido entre sus manos. La blanca hoja fue a dar a los pies de Yuki, arrastrada por el viento, junto con algunas hojas secas que habían caído de los árboles.
¿Qué, qué era todo eso? Touya se llevó las manos a la cabeza, tratando de entender lo que estaba ocurriendo. Poco a poco su espalda fue descendiendo del tronco, hasta que quedara sentado sobre el suelo.
-Está bien... está bien Touya... Yuki comenzó a decir, con suavidad, a la vez que se acercaba para luego reclinarse y estar a la altura de Touya.
-Pero Kaede... dijo, sin levantar los ojos.
-Yo dejé ese sobre blanco en tu carpeta por la mañana. Luego vi cómo ella se acercaba y colocaba la caja de regalo sobre él, supongo que no se dio cuenta de lo nerviosa que estaba. Tú volviste del baño y cogiste los dos, pensando que eran de una misma persona.
-¿Y cómo supo lo de la cita?
-Imagino que te siguió desde que saliste de casa...
¿Podría ser eso cierto, podría serlo?
¿Podría estarle pasando eso a él. Sería una pobre víctima de las circunstancias, del destino que se reía de él? Levantó sus ojos inquisidores hacia Yuki...
-Entonces tú ?
Yuki levantó suavemente su mano, hasta alcanzar su mejilla.
-Lo siento...No quería hacerte pasar por todo eso...No era mi intención. Cuando te encontré en el parque y vi el regalo entre tus manos pensé que tal vez estarías allí por ella más que por mí. Decidí no hacer nada, dejar que ocurriera lo que tuviera que pasar.
-No decía nada en la caja, ni siquiera un nombre...Por eso pensé que...
Yuki ladeo la mirada, los mechones de su cabello gris ocultaban parcialmente sus ojos.
-Pero cuando vi cómo la mirabas, la expresión que tenías en el rostro, la forma en la que te parabas y te dirigías hacia ella... Entonces no pude contenerme... Pensé que no era justo... Que no era justo lo que estaba pasando. Por eso lo
hice, no medité en las consecuencias. No soportaba la idea de saber que estaría a tu lado, de que ella tenía algo de tu atención... No, no podía soportarlo.
Touya parpadeó, sin incomodarse ante las caricias de Yuki sobre su piel. Aquello que podía distinguir en las palabras de su amigo... ¿eran celos? ¿Yuki estaba celoso?
Distinguió en la semipenumbra como sus ojos se ensombrecían, a la vez que su voz se convertía en un susurro apenas audible.
-Yuki, yo no...
-Lo sé... sé que no sientes nada por mí... Está bien Touya, sólo quería que lo supieras...
El joven sonrió, a medida que separaba su mano de la cálida piel que había estado acariciando con ternura. Lentamente comenzó a ponerse de pie.
-Vine a despedirme, viajaré dentro de algunas horas a Italia, uno de mis tíos vive allá y costeará mis estudios en una universidad de la capital.
A Touya se le paralizó el corazón, y sintió cómo un triste sentimiento hacía presa de su ser, sin precisar exactamente el porqué. Yuki le sonrió con dulzura, antes de darle la espalda y dar unos pasos, alejándose.
-Hijo de perra...
Se detuvo en seco, ladeando la cabeza ante esas palabras y las risas apagadas que soltaba Touya.
-¡¿Crees que es fácil, lo crees?!. ¡¿Crees que puedes jugar de esa manera con mis sentimientos?!! Touya reía nerviosamente, sosteniendo la cabeza con una de sus manos mientras se ponía de pie, pausadamente.
-Touya...
-¡Tú... maldito bastardo!...¿Crees que puedes dejar una nota sobre mi carpeta para que tengamos una cita en el parque...? ¿Crees que puedes escribir una carta en la que me dices que sueñas que hacemos el amor...? ¿Luego besarme
enfrente de todos, incluso delante de esa chica...? Y ahora... ahora... ¿Piensas irte? ¿Así, sin más?... ¡¡¿Piensas dejarme así, con todas estas dudas... con todas estas preguntas?!! Touya ahora gritaba, desesperado, angustiado, sin importarle que alguien pudiera escucharlo.
-To... Touya...
-¿Quién te da el derecho de jugar así con lo que siento... quién?... ¡¡¿Cómo te atreves a jugar conmigo?!! ¿Con qué derecho haces todo eso? ¡Y luego... luego... te vas...! Me dejas solo... solo con todo esto
Touya cerró los ojos con fuerza, muy a su pesar las lágrimas bajaron por sus mejillas sin que pudiera contenerlas. Se sentía utilizado, como un juguete del destino, de las personas... De la chica con cabellos claros, de ese muchacho que se suponía era su amigo. Se sentía humillado, manipulado, traicionado...
¿Entonces, todo aquello que había sentido era sólo una fantasía, sólo eso? ¿Esos sentimientos que había creído tener hacia esa joven no eran más que tontas especulaciones propias de su febril y ansiosa imaginación? ¿Era sólo eso, un estúpido, una marioneta que los demás podían manipular como quisieran?
Apretó los puños, mientras sentía la furia recorriendo cada uno de sus músculos.
¿Tenían ellos derecho a burlarse así de sus emociones, de sus sentimientos, de hacerlo parecer un estúpido títere que seguía los movimientos que hacían en las frágiles cuerdas de su mente, de su corazón? Hacerle sentir todo eso, ilusionarlo en esa medida, y luego abandonarlo en una esquina, sin más, como un desgastado juguete al que ya no se le puede sacar ningún provecho después de haberlo utilizado a su antojo
Ladeó la cabeza, suavemente, tratando de encontrarle algún sentido a todo eso.
Sintió una suave respiración en su cuello.
-Te quiero ... por favor no digas eso... siempre me gustaste, pero tú nunca te diste cuenta... la voz sonaba profunda, muy triste, tratando de calmar la aflicción de Touya.
Touya no hizo ninguna reacción, sólo sentía el tibio aliento del joven acariciando su piel, notó como un leve temblor se apoderaba de Yuki mientras limpiaba sus lágrimas con sus largos dedos.
-Discúlpame... no era mi intención causarte toda esa angustia... Soy un tonto. No debí escribirte ese poema... no era la manera... Pero yo... yo... no podía seguir ocultando lo que siento por ti... te amo. No creí que pudieras comprenderlo.
Tomó algo de aire, y su voz se convirtió en un susurro.
-Te deseo... todas las noches sueño contigo... con tu cuerpo desnudo sobre mi cama... con tus brazos rodeándome, mientras beso tus labios, mientras acaricio tus piernas... Te amo... y te necesito...
Yuki lo estrechó despacio, complacido al no encontrar rechazo ante su intento. Respiró levemente la piel de Touya, aspirando de nuevo su particular aroma. Adoraba ese olor, y sin darse cuenta se encontró besando la pálida piel en un sutil contacto. Una de sus manos se introdujo en la camisa de Touya, y sus dedos se estremecieron al acariciar los duros y compactos músculos, su mano continuó en su exploración hasta alcanzar una firme tetilla. Yuki dejó escapar un suave gemido.
Touya no le correspondía, sin embargo tampoco ofrecía resistencia. Esa podría ser una buena señal... el inicio de algo, tal vez...
Levantó el rostro, buscando los labios de Touya, tomándolos en los suyos en un beso apasionado que pretendía encarnar todos aquellos intensos sentimientos que el joven despertaba en él. Pero no obtuvo respuesta alguna, ninguna reacción, ningún movimiento... Siguió con sus intentos, besándolo cada vez con más fuerza, acariciándolo con más intensidad para estimularlo...
Finalmente sintió cómo los brazos de Touya se levantaban gradualmente y pensó que sería estrechado. Pero el joven cogió sus muñecas con ambas manos, con fuerza, causándole dolor y separándolo de sí con violencia.
Sus ojos se encontraron.
-¿Satisfecho? le preguntó Touya, mordiendo las palabras, con un gesto severo en su rostro, la furia contenida en sus pupilas oscuras.
Con un movimiento brusco apartó a Yuki de su lado, mientras limpiaba su boca con la manga de su chaqueta.
-¿Es todo lo que querías, no? Ya puedes estar satisfecho dijo Touya, a la vez que comenzaba a alejarse del lugar.
-No Touya, espera...
-Ah... y no te preocupes en llamarme o algo así. Estaré muy bien si no vuelvo a verte por el resto de mis días.
-¡Espera...!
Yuki lo vio alejarse, pausadamente, dando grandes zancadas en el pavimento. Podía alcanzarlo, pero no lo detuvo...sintió que no tendría el valor de encararlo...
-Discúlpame... Yo no quería...dijo, bajando los ojos, con angustia en la voz.
***
Alisó su cabello con una mano, mientras acomodaba los mechones hacia un lado de su rostro. Imposible, las sedosas hebras se resistían a ceder, retornando indomables a su posición original.
Dio un suspiro de frustración, su rebelde cabello nunca estaría de cuerdo con un nuevo peinado. Decidió dejarlo así, luego de muchos fallidos intentos.
Acomodó el cuello de su camisa, verificando que la tela no tuviera una sola arruga. Con una mano alcanzó la loción que estaba al lado del lavatorio, rociando en cantidades generosas sus ropas y su piel.
Sonrió y su imagen en el espejo le devolvió el gesto. Esa sonrisa no le caía mal del todo, y en todo el tiempo que la había venido practicando se había vuelto algo natural en él.
-¿Oye Touya, ya terminaste? Llevo media hora esperando.
-Sí, papá, ya salgo.
En eso sonó el timbre de la entrada, y Touya salió disparado del cuarto de baño, haciendo a un lado la puerta y casi estrellándola con su padre en su atropellada salida.
-Perdón papá... dijo, ladeando apenas el rostro.
-No... no es nada... respondió su padre, mientras pasaba los dedos por su adolorida nariz.
Bajó las escaleras presuroso, deteniéndose una vez más frente al espejo de la sala, evaluando de nuevo su aspecto. Todo en su lugar...perfecto.
-Oye hermano...
-¿Uhmm?
-Es Yukito, dice que quiere hablar contigo, que es algo muy importante... -dijo la joven Sakura, tendiéndole el teléfono inalámbrico.
-Dile que tengo una cita, que estoy muy ocupado.
-Pero es la tercera vez que llama en el día...
Touya volvió a practicar su sonrisa antes de abandonar la sala.
-Volveré muy tarde, no me esperes... le dijo guiñándole un ojo y luego cerrando la puerta tras de sí.
-Demoraste un poco... dijo la joven de cabello color miel, acercándose a él.
-Era el teléfono, alguien me estaba llamando.
-¿Sí... y quién era?
-No te preocupes, nadie importante.
Kaede lo miró profundamente con sus hermosos ojos color de avellana y Touya vio cómo sus mejillas comenzaban a encenderse, como la primera vez. Luego lo rodeó con sus delgados brazos, con delicadeza. El joven correspondió como era debido a la caricia.
Touya hundió su rostro en el cabello de la joven, aspirando hondamente su aroma... ya lo había imaginado, era tan suave y olía igual que el de su madre... no evitó cerrar los ojos.
-¿A dónde iremos hoy? le preguntó Kaede, separándose, con una gran sonrisa en el rostro.
-¿Qué te parece al parque de diversiones?
-Me parece muy bien respondió, mientras cogía el brazo del muchacho.
Sakura observaba por las cortinas entreabiertas cómo las dos siluetas se alejaban, perdiéndose en el horizonte. Suspiró para sí... nunca habría imaginado a su hermano en esa situación. Ya hacía dos semanas que Touya salía con esa chica, no era que le desagradara del todo, sólo se sentía un poco celosa...
El teléfono volvió a sonar, y ella supo de quién se trataba.
FIN